Otro ejemplo de un Mozart que escribe para varios teclados y nos muestra su apabullante habilidad para crear algo que parece una charla musical animada en tiempo real.
Este concierto nació porque una clienta de Mozart, una condesa llamada Antonia Lodron, de una familia italiana afincada en Salzburgo, quiso disponer de una pieza que pudiera tocar con sus dos hijas, Aloisia y Giuseppina.
Mozart, que tenía entonces veinte años, la complació y adaptó cada parte a las habilidades técnicas de las intérpretes. Tiempo después transformó la obra en una versión para dos pianos, que interpretó personalmente con su hermana Nannerl.
La música de Mozart produce efectos múltiples, pero tienen que pasar cosas muy malas para que escucharlo no nos alegre un poco el día. Esta obra es un buen ejemplo.
Clemency Burton-Hill
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