El misterioso mundo de las subjetividades argentinas parece ser un caldo de cultivo muy eficaz para la multiplicación de las falsas verdades. ¿Hasta que punto sigue pesando e influyendo entre nosotros (y en nuestras mentes) la herencia ideológica de la dictadura y el menemismo? Estamos en la Argentina de la desesperanza, la falta de estímulos, la desmoralización e incluso pérdida de confianza en que esta situación pueda ser revertida. Es claro que pretenden a una juventud diezmada, desarticulada y sin perspectiva de futuro. Se trata de generar en la sociedad una torsión de la percepción, por la cual pesen más las sensaciones que se manejan desde los hashtags de twitter y el control de los mensajes hipersegmentados que la percepción de la realidad tangible. Que no importe que comemos menos, que dejamos de tomar remedios o que las escuelas y hospitales se estén viniendo abajo sino que vivamos en función de los estados de ánimo construidos por una tecnología de la percepción. Que su instrucción y formación sea desde el disciplinamiento y no desde la educación pública, como herramienta fundamental para la generación de oportunidades y proyección a futuro. Así es como el neoliberalismo pretende diseñar una sociedad sometida al dictamen de los poderosos, esta es la forma de hacer política a la que la sociedad argentina está siendo sometida en un experimento de ingeniería psicopática colectiva indudablemente fundado en el asesinato de la verdad y el reino omnímodo de la ficción profetizado por Nietzsche. El neoliberalismo necesita imperiosamente imponer la destrucción de los derechos laborales y naturalizar la destrucción del empleo y pasar al siglo xxi alineándonos con los pueblos que ya se han dado por vencidos. Postmodernizarnos, la revolución neoliberal fascista será tecnológica o no será.
Vivimos en tiempos donde cada palabra es estudiada minuciosamente como elemento de influencia sobre la población, donde la repetición de frases elaboradas por expertos comunicacionales que van fabricando un pensamiento único, donde -además- se está transitando por un período de empobrecimiento material y moral.
Son tiempo de las leyes neoliberales por excelencia: individualismo y consumismo. Todos conocemos gente que piensa que estuvo mal "jubilar a gente que no aportó" o pagar la AUH, que considera un símbolo de progreso y ascenso social tener una prepaga y mandar a los hijos a la escuela privada (allí impacta fuerte la frase de Macri de "caer en la pública"), que quiere poder comprar cosas importadas aunque desaparezcan industrias y puestos de trabajo; o que supone que las leyes laborales no están para protegerla, sino que le impiden ganar más, o tener un mejor trabajo, y que el sindicalismo es uno de los mayores responsables de los problemas del país.
Son tiempos de picanas modernizadas, pero picanas al fin... ahora les llaman Taser, y son todo un ícono del gobierno amarillo. En el período de mayor desarrollo científico y tecnológico de la historia, estamos viviendo en tiempos de una barbarización precipitosa. La desigualdad social se ha convertido en la base de la nueva economía. La gente ya ha reducido sus expectativas y está preparada para trabajar a tiempo parcial en un empleo precario.
En tiempos donde la educación democrática se quiere dar vía Gendarmería. Es cínico que en sus fundamentos la resolución invoque la Ley de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes dejándola a cargo de la Gendarmería, que desde los '90 es parte de la represión a las luchas sociales y la militarización de barrios populares. Para colmo, la inscripción a dicho "servicio" se abre el 1º de agosto, cuando se cumplen dos años de la desaparición y muerte de Santiago Maldonado a manos de esa misma fuerza. Los supuestos "valores" que puede transmitir la Gendarmería son opuestos a la solidaridad juvenil con las causas justas que representa la figura de Santiago. ¿Qué valores podrían transmitir esta ministra y la Gendarmería Nacional?. La ministra, responsable de la masacre de San Miguel del Monte e impulsora en distintos momentos del gatillo fácil y la mano dura,que persigue a dirigentes sociales y populares,, que reprime a sus ciudadanos, se encuentra muy lejos de poder transmitir valores democráticos y republicanos.
En el marco de la visita de Bolsonaro, de un posible fraude electoral, en medio del escándalo judicial por espionaje, del 35% de pobreza, con el tremendo recorte a la salud, la educación, la seguridad social, la ciencia y la cultura, cuando cierran cientos de fábricas, se afectiviza la flexibilización laboral y crece la desocupación en masa, pretenden arrinconar a jóvenes y adolescentes a ser disciplinados por una de las fuerzas represivas más violentas de nuestro país.
En tiempos donde no parece importar el decreto firmado por Macri que crea el RePET, un registro de personas o entidades que puedan vincularse al terrorismo o a su financiamiento.
Estamos en un momento donde parece normal la pérdida de soberanía de nuestro país, luego la destrucción de la industria nacional y el empleo y la dependencia cultural con valores contrarios a lo que es nuestra sociedad, vamos a una sociedad caníbal, con un 30% que trata de sobrevivir y el resto parece las consecuencias de un sistema injusto.
El conjunto de los medios tradicionales y el 80 por ciento de los comunicadores de prensa están alineados con la agenda que establece Marcos Peña desde el comando de campaña del macrismo. Los deformadores de conciencias en medios como Radio Mitre, TN y otros del mismo grupo empresario machacan constantemente sobre los más desprevenidos. Todos los días vemos como las tapas de los dos diarios de mayor tirada y que se repite en las redacciones de portales, radios y estudios de televisión en simultáneo como una gran cadena oficial. Cadena que ahora se replica con una maquinaria que perfeccionan día a día ahora con WhatsApp, Internet y toda herramienta comunicacional que vaya apareciendo.
Vivimos en tiempos donde la palabra y la escritura han perdido su eficacia material simbólica; de allí los efectos de posverdad extendidos planetariamente por todos los medios, con nuestra colaboración desinteresada. Detrás de páginas, pantallas y micrófonos se escudan los intereses corporativos más voraces y destructivos. Mafiosos, también, como lo demuestra la solicitada publicada en el ex Gran Diario Argentino el lunes, en defensa del pseudo periodista Daniel Santoro, implicado en una red de extorsión y espionaje insólita en nuestra historia. Jueces, fiscales, periodistas y funcionarios involucrados en una trama más adecuada para un thriller. En la investigación que lleva adelante el juez de Dolores, Alejo Ramos Padilla se concentra la clave del futuro. No se puede convivir democráticamente con tanta mugre.
Debe reconocerse que, dentro de este cambalache de valores relativos, el gobierno ha defendido con honestidad intelectual la vocación meritocrática y el emprendedurismo de los condenados a sobrevivir en la jungla. Llegamos así a un momento donde el trabajo se toma como una contingencia y no como un derecho.
Y después pretenden difundir valores democráticos y republicanos. Ellos, que son tan individualistas, avaros y clasistas, afirman que quieren "fomentar la inclusión, educación, superación y liderazgo en búsqueda de la cohesión social". Ellos, que han atropellado las instituciones para concretar sus caprichos, van a "generar el sentido de responsabilidad entre los voluntarios en relación con sus deberes cívicos".
De un tiempo a esta parte, cualquier consigna, tuit o incluso parodia, entra inmediatamente en un terreno hostil vigilado por censores sociales o policías del lenguaje, que desencadenan acciones de rechazo, indignación y ataques para quien dijo cualquier cosa, así se haya expresado de manera humorística o sin la intención de ofender.
No podrá existir algo parecido a una democracia real sin una verdadera institución judicial. El verso de la justicia independiente se cae a pedazos. No quieren jueces comprometidos con la aplicación de la ley para combatir el delito, sino títeres cómplices que oculten y silencien el latrocinio de esa minoría impúdica que Macri y Clarín representan.
No podrá existir algo parecido a una democracia real sin cierto control (fuera del ámbito partidario) de los medios para reducir drásticamente la capacidad de daño de la usina mediática hegemónica. Ya hemos descubierto los intereses que representan, que les importa un pepino el bienestar de los argentinos y menos aún difundir la verdad; que la corrupción inventada y amplificada es sólo una excusa para derrumbar un proyecto alternativo de país, menos injusto y más comunitario; que si se preocuparan por la transparencia y la honestidad hubieran denunciado con bombos y platillos la infinidad de chanchullos de este gobierno. Ninguna democracia –por más burguesa que sea- puede construirse con una cadena mediática de tan malsanas intenciones.
Hecho el repaso, no hace falta ser muy agudos para advertir que en todos esos temas hemos retrocedido en forma brutal en estos años de macrismo, sin que la resistencia social hasta estado a la altura de las circunstancias; aunque también es cierto que de no mediar la oposición de los núcleos más activos de nuestra sociedad, el retroceso hubiera sido aun mayor: lo que la derecha no ha avanzado en este tiempo en la búsqueda de sus objetivos es porque no se lo permitimos, no porque no lo hubieran intentado. Nuestra situación política actual es dramática. Si vamos a salir de esta situación en algún momento, y recuperar nuestra soberanía popular: la capacidad de decidir e incidir sobre nuestro destino, vicisitudes, necesidades y deseos, vamos a tener que replantearnos todo de nuevo. Es el momento interesante que atravesamos. Mucho más interesante que dramático, si no fuera que, si resulta como ellos quieren, unos cuantos vamos a quedar en el camino.
Vivimos en tiempos donde cada palabra es estudiada minuciosamente como elemento de influencia sobre la población, donde la repetición de frases elaboradas por expertos comunicacionales que van fabricando un pensamiento único, donde -además- se está transitando por un período de empobrecimiento material y moral.
Son tiempo de las leyes neoliberales por excelencia: individualismo y consumismo. Todos conocemos gente que piensa que estuvo mal "jubilar a gente que no aportó" o pagar la AUH, que considera un símbolo de progreso y ascenso social tener una prepaga y mandar a los hijos a la escuela privada (allí impacta fuerte la frase de Macri de "caer en la pública"), que quiere poder comprar cosas importadas aunque desaparezcan industrias y puestos de trabajo; o que supone que las leyes laborales no están para protegerla, sino que le impiden ganar más, o tener un mejor trabajo, y que el sindicalismo es uno de los mayores responsables de los problemas del país.
Son tiempos de picanas modernizadas, pero picanas al fin... ahora les llaman Taser, y son todo un ícono del gobierno amarillo. En el período de mayor desarrollo científico y tecnológico de la historia, estamos viviendo en tiempos de una barbarización precipitosa. La desigualdad social se ha convertido en la base de la nueva economía. La gente ya ha reducido sus expectativas y está preparada para trabajar a tiempo parcial en un empleo precario.
En tiempos donde la educación democrática se quiere dar vía Gendarmería. Es cínico que en sus fundamentos la resolución invoque la Ley de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes dejándola a cargo de la Gendarmería, que desde los '90 es parte de la represión a las luchas sociales y la militarización de barrios populares. Para colmo, la inscripción a dicho "servicio" se abre el 1º de agosto, cuando se cumplen dos años de la desaparición y muerte de Santiago Maldonado a manos de esa misma fuerza. Los supuestos "valores" que puede transmitir la Gendarmería son opuestos a la solidaridad juvenil con las causas justas que representa la figura de Santiago. ¿Qué valores podrían transmitir esta ministra y la Gendarmería Nacional?. La ministra, responsable de la masacre de San Miguel del Monte e impulsora en distintos momentos del gatillo fácil y la mano dura,que persigue a dirigentes sociales y populares,, que reprime a sus ciudadanos, se encuentra muy lejos de poder transmitir valores democráticos y republicanos.
En el marco de la visita de Bolsonaro, de un posible fraude electoral, en medio del escándalo judicial por espionaje, del 35% de pobreza, con el tremendo recorte a la salud, la educación, la seguridad social, la ciencia y la cultura, cuando cierran cientos de fábricas, se afectiviza la flexibilización laboral y crece la desocupación en masa, pretenden arrinconar a jóvenes y adolescentes a ser disciplinados por una de las fuerzas represivas más violentas de nuestro país.
En tiempos donde no parece importar el decreto firmado por Macri que crea el RePET, un registro de personas o entidades que puedan vincularse al terrorismo o a su financiamiento.
Estamos en un momento donde parece normal la pérdida de soberanía de nuestro país, luego la destrucción de la industria nacional y el empleo y la dependencia cultural con valores contrarios a lo que es nuestra sociedad, vamos a una sociedad caníbal, con un 30% que trata de sobrevivir y el resto parece las consecuencias de un sistema injusto.
El conjunto de los medios tradicionales y el 80 por ciento de los comunicadores de prensa están alineados con la agenda que establece Marcos Peña desde el comando de campaña del macrismo. Los deformadores de conciencias en medios como Radio Mitre, TN y otros del mismo grupo empresario machacan constantemente sobre los más desprevenidos. Todos los días vemos como las tapas de los dos diarios de mayor tirada y que se repite en las redacciones de portales, radios y estudios de televisión en simultáneo como una gran cadena oficial. Cadena que ahora se replica con una maquinaria que perfeccionan día a día ahora con WhatsApp, Internet y toda herramienta comunicacional que vaya apareciendo.
Vivimos en tiempos donde la palabra y la escritura han perdido su eficacia material simbólica; de allí los efectos de posverdad extendidos planetariamente por todos los medios, con nuestra colaboración desinteresada. Detrás de páginas, pantallas y micrófonos se escudan los intereses corporativos más voraces y destructivos. Mafiosos, también, como lo demuestra la solicitada publicada en el ex Gran Diario Argentino el lunes, en defensa del pseudo periodista Daniel Santoro, implicado en una red de extorsión y espionaje insólita en nuestra historia. Jueces, fiscales, periodistas y funcionarios involucrados en una trama más adecuada para un thriller. En la investigación que lleva adelante el juez de Dolores, Alejo Ramos Padilla se concentra la clave del futuro. No se puede convivir democráticamente con tanta mugre.
Debe reconocerse que, dentro de este cambalache de valores relativos, el gobierno ha defendido con honestidad intelectual la vocación meritocrática y el emprendedurismo de los condenados a sobrevivir en la jungla. Llegamos así a un momento donde el trabajo se toma como una contingencia y no como un derecho.
Y después pretenden difundir valores democráticos y republicanos. Ellos, que son tan individualistas, avaros y clasistas, afirman que quieren "fomentar la inclusión, educación, superación y liderazgo en búsqueda de la cohesión social". Ellos, que han atropellado las instituciones para concretar sus caprichos, van a "generar el sentido de responsabilidad entre los voluntarios en relación con sus deberes cívicos".
De un tiempo a esta parte, cualquier consigna, tuit o incluso parodia, entra inmediatamente en un terreno hostil vigilado por censores sociales o policías del lenguaje, que desencadenan acciones de rechazo, indignación y ataques para quien dijo cualquier cosa, así se haya expresado de manera humorística o sin la intención de ofender.
No podrá existir algo parecido a una democracia real sin una verdadera institución judicial. El verso de la justicia independiente se cae a pedazos. No quieren jueces comprometidos con la aplicación de la ley para combatir el delito, sino títeres cómplices que oculten y silencien el latrocinio de esa minoría impúdica que Macri y Clarín representan.
No podrá existir algo parecido a una democracia real sin cierto control (fuera del ámbito partidario) de los medios para reducir drásticamente la capacidad de daño de la usina mediática hegemónica. Ya hemos descubierto los intereses que representan, que les importa un pepino el bienestar de los argentinos y menos aún difundir la verdad; que la corrupción inventada y amplificada es sólo una excusa para derrumbar un proyecto alternativo de país, menos injusto y más comunitario; que si se preocuparan por la transparencia y la honestidad hubieran denunciado con bombos y platillos la infinidad de chanchullos de este gobierno. Ninguna democracia –por más burguesa que sea- puede construirse con una cadena mediática de tan malsanas intenciones.
Hecho el repaso, no hace falta ser muy agudos para advertir que en todos esos temas hemos retrocedido en forma brutal en estos años de macrismo, sin que la resistencia social hasta estado a la altura de las circunstancias; aunque también es cierto que de no mediar la oposición de los núcleos más activos de nuestra sociedad, el retroceso hubiera sido aun mayor: lo que la derecha no ha avanzado en este tiempo en la búsqueda de sus objetivos es porque no se lo permitimos, no porque no lo hubieran intentado. Nuestra situación política actual es dramática. Si vamos a salir de esta situación en algún momento, y recuperar nuestra soberanía popular: la capacidad de decidir e incidir sobre nuestro destino, vicisitudes, necesidades y deseos, vamos a tener que replantearnos todo de nuevo. Es el momento interesante que atravesamos. Mucho más interesante que dramático, si no fuera que, si resulta como ellos quieren, unos cuantos vamos a quedar en el camino.
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