Las figuras de Javier Miliei y Volodomir Zelenski atraparon la atención mundial como líderes “diferentes” que no provenían de la política. El ucraniano se hizo conocido mundialmente a partir de febrero de 2022, cuando tropas rusas ingresaron en su país y Milei a fines del 2024, cuando ganó las elecciones en Argentina. Mimados por los grandes medios de prensa occidentales fueron tapas de las principales revistas que los presentaron como “campeones de la libertad”.
Volodomir Zelenski asumió como presidente de Ucrania el 20 de mayo de 2019, tiene mandato cumplido pero no ha convocado a elecciones para ser reemplazado. Fue incitado por Estados Unidos, como bien explico, el analista norteamericano Jeffrey Sachs en el discurso en el parlamente Europeo, para provocar al gobierno ruso, y los resultados de esa guerra son decepcionantes.
Los que se comprometieron públicamente apoyando a Zelenski, ahora fingen demencia: Después del discurso de Trump que lo vapuleó como un bufón en el salon Oval, y lo acusó de haber iniciado la guerra contra Rusia, parecen no recordar a este dirigente político, o no estar interiorizados de lo que sucedió en ese conflicto. Javier Milei lleva menos años en el gobierno pero más allá de su adhesión a la agresión sionista en Palestina hasta ahora no nos ha involucrado en ninguna guerra. Ha empobrecido a la mayoría de la población, ha contribuido a desmantelar organismos del Estado que aportaban a la solidaridad social o a la prevención de catástrofes (incendios, inundaciones). Ha naturalizado la represión a la protesta social, animándose incluso, a golpear o tirar gas pimienta a los jubilados y jubilados que reclaman todos los miércoles en el Congreso. Está en arreglos para firmar un nuevo acuerdo con el FMI que aumentará la deuda externa, sin pasar por el Congreso. Nombró a dos jueces de la Corte Suprema apelando a mecanismos inconstitucionales, y esta incurso en múltiples denuncias por estafa con la criptomoneda Libra. Promovió un bloqueo gigantesco, que ha permitido el ingreso y blanqueo de capitales de dudoso orígen. Ha desvalijado las reservas del Banco Central sosteniendo artificialmente un dolar barato que le permite realizar negocios a capitales golondrinas que cuentan con información privilegiada y cercanía con su ministro de economía. Ha promovido el desmantelamiento de comedores populares y organizaciones sociales territoriales, facilitando el avance del narcotráfico en los barrios populares. Ha apartado a nuestro país de los esfuerzos internacionales para combatir el cambio climático, y se ha dedicado a desfinanciar y desligitimar a las causas por la igualdad de género y violencias contra las mujeres.
Como ocurría con Zelenski, buena aparte de los que lo apoyaron a Milei, ahora “fingen demencia”, advirtiendo que “nunca les interesó la política”, que “no estaban informados”, o afirmando que: mucho no entienden, pero le reconocen a este gobierno que bajó la inflación”.
La diferencia hoy entre Zelenski y Milei es que el ucraniano ya es un cadáver político al que nadie quieres asociarse, y a Milei recién empiezan a estallarle los escándalos. El primero de ellos está en el abismo político de donde solo se sale preso o muerto, y el segundo recién está empezando a bajar la cuesta.
Pero después de lo ocurrido con su admirado Zelenski, quienes “fingen demencia” con Milei, cada vez tienen menos argumentos.
Guillermo Cieza
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