Un 24 de marzo distinto, sin marchas, sin gente ganando la calle para dar testimonio de la memoria viva y presente, que clama verdad y justicia. Nos atraviesa hoy el mismo conflicto que nos atravesaba entonces: de un lado los que creen en los valores colectivos, la solidaridad, y una sociedad y un Estado que nos contenga a todos. Del otro, los cultores del individualismo, el "sálvese quien pueda", la meritocracia, Así llegamos a un extraño 24 de marzo de calles vacías, milicos en las calles, aislamiento de la población, estados de excepción y gente encerrada en sus casa para protegerse de otra amenaza, invisible, distinta pero de igual raíz (el capitalismo atroz) y nos toma luchando solidariamente con la misma bandera pero otra consigna: quedarse en casa. Pero sin dejar la solidaridad de lado, porque en definitivas de eso se trataba entonces, y se trata hoy: ia existencia del "nosotros" que nos involucra a todos y que hacemos para construir un proyecto colectivo o la ley de la selva, y cada uno mira su propio ombligo; sin importarle en lo más mínimo lo que les pasa a los demás, y nos vamos al carajo.
De allí que hoy, 44 años después de aquel día trágico, el mejor homenaje que les podemos hacer es seguir su ejemplo, y poner lo que tengamos de poner de nuestra parte, aun en estas circunstancias (sobre todo en medio de ellas) para construir una sociedad regida por los valores por los que ellos abrazaron la militancia.
Con el aislamiento obligatorio por el coronavirus como contexto, que un 24 de marzo no sea un día de marcha en el país es toda una novedad. No sabemos aún cuál será el desenlace de la pandemia del Covid-19, ni sabemos qué nuevas turbulencias sociales, financieras, políticas, económicas y militares podrá desatar pero, a la vez, divisamos también signos de una transformación en ciernes.
Toda crisis deja secuelas en la memoria histórica de los pueblos, las huellas del infierno deben seguir intactas, porque la comprensión del pasado es esencial, no solo para dimensionar el presente, sino también para transformar el futuro. La solidaridad es el vector necesario para dar vuelta la taba de las sucesivas derrotas del ser humano.
Es que la imposición de la jornada que conmemora el inicio de la última dictadura cívico-militar en el país como feriado tiene en las masivas convocatorias la mayor muestra simbólica de su relevancia.
Esas políticas de Estado habilitaron también la realización masiva de juicios por los aberrantes delitos de aquellos oscuros tiempos.
Y Córdoba fue escenario de un proceso que englobó varias circunstancias distintas en el marco de sistemáticos delitos de lesa humanidad. La megacausa "La Perla" fue un hito. Y el Centro de Producción e Investigación en Comunicación (Cepic) de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Córdoba registró, de un particular modo, ese camino, en "La sentencia, crónica de un día de justicia". Con la vivencia, en el minuto a minuto, de seis protagonistas.
Dirigida por Guillermo Iparraguirre. Aquí está, completo.
Para ver en casa en medio de la revolución menos pensada.
De allí que hoy, 44 años después de aquel día trágico, el mejor homenaje que les podemos hacer es seguir su ejemplo, y poner lo que tengamos de poner de nuestra parte, aun en estas circunstancias (sobre todo en medio de ellas) para construir una sociedad regida por los valores por los que ellos abrazaron la militancia.
"La memoria no está en cuarentena, la memoria aparece aunque no queramos. ¿Quién dijo que no vamos a marchar? Vamos a marchar porque vamos a escuchar los pasos que hemos dado siempre, a oír las canciones que hemos cantado siempre, vamos a pronunciar las consignas que hemos pronunciado siempre. Eso es la memoria. La memoria no está en cuarentena. La marcha se hace aunque no se haga, porque está en nosotros para siempre".Liliana Herrero - Cantante
Con el aislamiento obligatorio por el coronavirus como contexto, que un 24 de marzo no sea un día de marcha en el país es toda una novedad. No sabemos aún cuál será el desenlace de la pandemia del Covid-19, ni sabemos qué nuevas turbulencias sociales, financieras, políticas, económicas y militares podrá desatar pero, a la vez, divisamos también signos de una transformación en ciernes.
Toda crisis deja secuelas en la memoria histórica de los pueblos, las huellas del infierno deben seguir intactas, porque la comprensión del pasado es esencial, no solo para dimensionar el presente, sino también para transformar el futuro. La solidaridad es el vector necesario para dar vuelta la taba de las sucesivas derrotas del ser humano.
Es que la imposición de la jornada que conmemora el inicio de la última dictadura cívico-militar en el país como feriado tiene en las masivas convocatorias la mayor muestra simbólica de su relevancia.
Esas políticas de Estado habilitaron también la realización masiva de juicios por los aberrantes delitos de aquellos oscuros tiempos.
Y Córdoba fue escenario de un proceso que englobó varias circunstancias distintas en el marco de sistemáticos delitos de lesa humanidad. La megacausa "La Perla" fue un hito. Y el Centro de Producción e Investigación en Comunicación (Cepic) de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Córdoba registró, de un particular modo, ese camino, en "La sentencia, crónica de un día de justicia". Con la vivencia, en el minuto a minuto, de seis protagonistas.
Dirigida por Guillermo Iparraguirre. Aquí está, completo.
Para ver en casa en medio de la revolución menos pensada.
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