Acción de un grupo de artistas contra la violencia institucionalizada, solidaridad en tiempos violentos. Un grupo de artistas autoconvocados se dio cita en Diagonal Norte,
donde la Policía de la Ciudad instaló un Centro de Monitoreo, para
realizar una acción que bautizaron "Matar a patadas". La perfomance
recuerda el asesinato de Jorge Martín Gómez a causa de una patada en el
pecho propiciada por un policía, como síntesis de la política represiva
que baja desde el Ministerio de Inseguridad. Cuando el arte no es
indiferente al fascismo suceden cosas como éstas: un grupo de artistas,
de manera autoconvocada, pergeñó durante semanas una acción que se llevó
a cabo el viernes 4 de este mes. No dieron cita ni horario, sino que se
propusieron irrumpir en el espacio público de manera espontánea, para
captar las reacciones de las y los porteños y tomar por sorpresa a los
propios uniformados que pululan por el lugar. El video de la acción y el
texto que la acompaña.
Fue a las 3 de la tarde, puntual. Vestidas como cualquier transeúnte, aparecieron unas veinte personas por detrás del Centro de Monitoreo, y se le pararon en frente. Dos intérpretes musicales le dieron melodía y tensión a la acción, que comenzó con esta escena.
Los transeúntes comenzaron a acercarse y a sacar sus celulares para registrar la acción. Y la Policía, a inquietarse. Pero como suele suceder en estas acciones artísticas que se sitúan en la frontera de la protesta y de la libertad de expresión, los uniformados no supieron cómo actuar. Recién después de terminada la acción, cuando los artistas ya se habían esfumado, atinaron a pedirle los datos a un fotógrafo de una revista autogestiva que cubrió la acción.
De pronto, los artistas parados pusieron sus manos detrás de los cuerpos y, después de unos segundos, cayeron al piso como si simularan un acto de muerte. Recién entonces se desplegó encima de ellos y arriba del Centro de Monitoreo la bandera que sintetizaba uno de los sentidos posibles: "Matar a patadas".
Después de algunos eternos minutos, mientras algunos caminantes se animaron a acompañar con cánticos a la acción espontánea («Yo sabía / que a los pibes/ los mató la Policía»), una a uno se fueron parando las y los artistas y ayudando a los otros que se encontraban tirados, a levantarse. Algo así como un gesto de solidaridad en tiempos violentos.
El texto de la acción...
MATAR A PATADAS
Jorge Gómez caminaba por San Cristóbal. El policía Esteban Armando Ramírez le pegó una patada en el pecho y lo mató.
Marcelo D’Alessandro, secretario de seguridad de la ciudad, y Patricia Bullrich, ministra de seguridad de la Nación, dicen que lo de la patada estuvo bien. Que el policía lo hizo para “mantener la distancia”.
Unos días después, Vicente Ferrer fue asesinado a golpes por custodios de Coto, en San Telmo.
Todos los días, trabajadorxs senegaleses; jóvenes de barrios y villas; obrerxs que reclaman contra despidos y cierres de fábricas; feriantes; artesanxs; vendedorxs ambulantes; artistas callejerxs son golpeadxs, torturadxs y asesinadxs por la policía.
MATAR A PATADAS.
Matar a tiros o con torturas.
Matar por robar; por no robar; por ocupar la calle; por trabajar en la calle; por portación de cara; por luchar.
Matar y encubrir.
Matar y desaparecer.
Matar para disciplinar.
La represión como naturaleza
La patada, como signo mudo, bestial
Nosotrxs no queremos tomar distancia.
Hagamos barricadas con nuestros cuerpos mudos de horror.
No queremos acostumbrarnos a la muerte, al silencio ni a tomar distancia.
Si patean a unx nos patean a todxs.
Fue todo, como continuidad y preludio de una acción que va más allá de las escenas puntuales, de sus intérpretes y de las fechas del calendario. Cuando el arte acciona como denuncia e irrupción en el espacio público, hay algo que empieza a cambiar. Acaso sea la anormalidad de un país donde matar de una patada a un pecho es aplaudido por los funcionarios de gobierno.
La Policía de la Ciudad, por lo pronto, optó por retirar la pancarta que decoró por unos pintorescos minutos su Centro de Monitoreo.
Nota original
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