La banda dejó una huella imborrable en el universo del rock progresivo local, que se desarrolló entre 1976 y 1981, ahora regresan grabando al fin su primer disco -que los músicos identifican como "un vuelto del destino"- y anoche lo presentaron en el Teatro Monteviejo. Luego del recital donde hicieron vibrar a una sala repleta, copio esta nota salida anunciando lo que sería la presentación que pudimos disfrutar. La banda Trigémino volvió para presentar "el disco de las cuatro décadas", y a 40 años de su última presentación, el grupo estrenó "Trampas para engañar". Aquí, una entrevista con el gran tecladista Juan 'Pollo' Raffo que da detalles del regreso de la histórica banda. Aquí, la historia de un grupo de rock sinfónico que ha quedado congelado por varios años y que a fines de 2018, luego de la edición de Trampas…, vuelve a activarse en una escena musical bastante diferente a la que solía encontrarse tiempo atrás.
Por Eduardo Slusarczuk
Si existiera un ránking de las gestaciones de discos más extendidas en el tiempo, posiblemente Trampas para engañar, de Trigémino, una de las bandas emblemáticas del rock progresivo local de los '70, ocuparía un lugar de privilegio en la lista.
La línea temporal indica que sus cuatro temas -Sacrilegio en el Parque Juglar, Trampas para engañar (incluye seis "subtemas"), Flan y Desayunando con Pepe Rayo- fueron compuestos entre 1977 y 1979, grabados entre 2005 y 2008, que su mezcla fue terminada en 2015, que fueron masterizados en 2017, editados en diciembre de 2018 y que serán presentados, finalmente, el sábado 7 de septiembre en Teatro Monteviejo.
En total, un lapso de 42 años, que su tecladista, Juan 'Pollo' Raffo justifica con simpleza. "En aquel momento, grabar era complicado. Los únicos músicos independientes que podían hacerlo eran los M.I.A. (Músicos Independientes Asociados), que funcionaban como cooperativa, con la guía de los papás de Lito y Liliana Vitale. De lo contrario, tenías que tener un contacto en alguna compañía, y tampoco era fácil", dice el músico.
Sin embargo, la inquietud quedó dando vueltas, y las cosas fueron ocurriendo mietras cada uno desarrollaba su propio camino, hasta llegar a los días que corren, cuando el lugar de Rovediello es patrimonio de Carlos Garófalo y los ensayos, cuenta Raffo, transurren "como en aquel momento", aunque cuatro décadas después.
"Es como ver una foto vieja. Sos vos pero no sos el mismo", dice el músico, que toma la experiencia de regresar una vez más a aquel repertorio, reflejo de una búsqueda sonora de fronteras abiertas y de una saludable ambición artística, como una manera de encontrarse con sí mismo y, sobre todo con ese grupo de gente.
"En aquel momento, en torno a la banda se generaba un espacio al que se acercaba mucha gente; había una comunión. Eran tiempos en los que no podías salir a la calle a generar cosas, por lo cual después de los ensayos la cosa seguía; había performances, leíamos poesía...", recuerda el compositor, que asegura encontrar influencias de Trigémino en sus proyectos posteriores, entre ellos, su serie Música de flores.
En esa mezcla, se reconocen con claridad las pinceladas de bandas como Yes, Gentle Giant ("uno de los grupos de esa época cuya música mejor envejeció", apunta), Genesis, del mismo modo que las de Opa o Jan Hammer, y hasta algún trazo del jazz de Dave Brubeck. Rasgos que saldrán unevamente a la luza el sábado 7 cuando repasen el álbum de punta a punta, en Monteviejo. "Lo que está bueno es encarar el material desprejuiciadamente", dice.
-No. En todo caso, qué pasa con una orquesta que toca tangos clásicos, cuando se trata de tocar las cosas que Alfredo Ábalos compuso en los años '30, o cuando Keith Richards toca Satisfaction (I Can't Get No). Es verdad que estamos hablando de otra escala de popularidad completamente distinta, pero el sentido, al final, es el mismo.
Eduardo Slusarczu
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