El presente artículo me animé a escribirlo gracias a la falta de información que hay, en el movimiento libertario, sobre un tema tan complejo como lo es el jazz. No soy, ni pretendo ser un erudito del tema, pero debido a un férvido instinto de melomanía y a la creciente ola de música que circula en los movimientos sociales, me parece necesario rememorar el origen y el desarrollo de este género musical. Aunque en la actualidad sólo conozco algunos conciertos que se vincularon al movimiento anarquista de la década de los años 20, me queda claro que el jazz tuvo una participación en la izquierda norteamericana, tanto en la izquierda comunista, y en menor medida, en la izquierda anarquista. En su momento, el jazz, fue un protagonista más en la larga lucha contra el poder y el capital.
A mediados del siglo XIX las transformaciones económicas del país norteamericano, reclamaban la mano de obra necesaria para satisfacer las necesidades de la nación. De 1860 a 1910 el número de granjas se triplicó, aumentó de 2 a 6 millones, la superficie de cultivo paso de 160 millones a 350 millones de hectáreas, bajo este contexto laboraron miles de trabajadores afroamericanos, que nada poseían, a excepción del cálido recuerdo de la música, dulce abrigo para los esclavos, que les ayudaba a soportar el trajín, o por lo menos así lo sentían ellos. Los presos, los ferrocarrileros y los obreros cantaban durante la dura jornada, un especie de guía improvisaba y los demás lo seguían. Ante la desolación de la feroz explotación, muchos afroamericanos encontraron refugio en el cristianismo, ahora no sólo se cantaba en el trabajo, sino que la potente voz de los afroamericanos, fue depurando los himnos religiosos, creando los espirituales. Tanto en los desfiles militares, como en la iglesia, enfocaban su atención en las estrofas y el ritmo, es decir, en la música. Cualquier lugar era aprovechado para practicar, incluso hay especialistas que aseguran que el jazz nació en los funerales negros, con las bandas que se alquilaban para armonizar el sepelio.
La fusión entre los cantos de las faenas, los espirituales, las baladas y las distintas formas de expresión popular, tanto africanas como europeas, le dieron vida al blues. A principios de 1900 nace el ragtime, un estilo de tocar el piano, llevando un ritmo regular con la mano izquierda y marcando un ritmo sincopado que va haciendo la mano derecha (la síncopa es una nota que se toca en un tiempo débil y continúa en un tiempo fuerte). El origen del ragtime se asocia con los bailes que realizaban los esclavos haciendo mofa de los amos. La mezcla de todos estos elementos: los espirituales, el ragtime, el blues y la música clásica, le dieron origen al jazz. Seria injusto decir que el jazz era una música para negros. La mayoría de los músicos que empezaban a tocar no sabían leer la música, pero contaban con un sentido innato para improvisar, factor de gran envergadura, pues el jazz es improvisación, expresividad, no hay censura a la hora de tocar. La orquesta de Count Basie (una de las mejores orquestas de jazz), según el propio Basie confesó:”No era, en el mejor de los casos, una orquesta que supiera leer… No creo que tuviéramos más de cuatro o cinco partituras en aquel tiempo”. La primera grabación de jazz se realizó en 1917, pero es evidente que años atrás ya había un larga historia, en donde había participado un sector marginal de la sociedad norteamericana. Nueva Orleans, el crisol de donde surgió la música de la síncopa, se transformó en icono del ideario progresista: antirracista, en un principio anticomercial, un lugar donde convivía la clase marginada.
A partir de la década de los 20 el jazz tomó una actitud combativa y de solidaridad con el movimiento obrero, y en contra de la segregación racial, por lo menos algunos de los músicos así lo manifestaron, denunciando las atrocidades en contra de los dos obreros anarquistas, Sacco y Vanzetti, que injustamente eran juzgados por el Estado de Massachussets. En más de una ocasión, trompeta y saxofón acompañaron los mítines de protesta, reunieron fondos y exhortaban a sumarse a la campaña de los anarquistas presos. En algunas huelgas que eran asesoradas por los IWW (Industrial Workers of the World, sindicato revolucionario), las bandas de Jazz estimulaban la lucha, como en la huelga general de la General Motors de 1937, en donde una orquesta de jazz tocaba canciones, y luego se mezclaba entre los obreros para seguir protestando. Louis Armstrong, que en 1964 vendía más discos que los Beatles, públicamente manifestó su total desacuerdo con las políticas del gobierno del Tio Sam, diciéndole en un concierto, mientras hablaba en contra del racismo: el gobierno norteamericano “puede irse al infierno”.
Billie Holiday, “la voz más desgarradora del jazz” , como diría alguien, hacía lo propio, denunciaba la segregación racial y el abuso policial. En pleno concierto, a todo pulmón, Billie dirigía su arenga en contra del Estado norteamericano, evidenciando los tratos a los que eran expuestos “los afroamericanos y los trabajadores que habían levantado al país”, la policía no se hacia esperar, y arremetía contra la inconforme mujer, quien fue detenida en varias ocasiones por manifestarse y consumir enervantes. Al igual que otros músicos de jazz, tuvo una vida dura. Ser mujer, negra y pobre en una sociedad racista, no es fácil. Durante varios años sobrevivió cantando en los cabarets donde se tocaba jazz. Víctima de una violación a los 10 años, hija de un pordiosero y adicta a la heroína, se ganó el respeto de quien la escuchaba entonar su “Strange Fruit”, el poema contra los linchamientos que ella transformó en una hermosa canción. La participación de un sector marginal en el quehacer jazístico dejó una impronta indeleble, en la que muchos han señalado, al jazz, como la aportación más grande a la cultura popular occidental.
En este somero recorrido por la historia del jazz y su participación con los movimientos sociales, traté de aportar mi granito de arena a una larga historia que aún no se escribe, no es mi intención señalar que el jazz fue un paladín de la libertad o de las luchas sociales, pues también existieron músicos que mostraron una actitud pasiva o conformista ante las injusticias. Tampoco quiero señalar que el jazz lo inventó la clase marginada de los EE UU (aunque sí tuvo una participación de suma importancia), pues varios artistas pertenecían a una sector privilegiado, si no es que a la burguesía. Mucho menos deseo afirmar que el jazz se vio influido por los ideales ácratas. Faltaron varios períodos por narrar, puesto que la historia del jazz y las luchas sociales no solo se limitan a EE UU. En lo personal, encuentro varios elementos dentro del jazz, que me parece importante señalar: En primer lugar el jazz tuvo sus origines en la música folclórica y popular de la clase marginada. Le dió voz a a las luchas sociales y denunció las atrocidades de un régimen autoritario. Una música hágalo usted mismo, que podían practicar las personas corrientes, y no sólo las que habían recibido preparación técnica, una música que, paradójicamente, le proporcionó el carnet de identidad a la nación del Tio Sam. En la actualidad pareciera ser que el jazz es una música para las élites de las sociedades modernas, y que jamás se vinculó a las luchas contra el capital; pero el jazz es una música con espíritu libertario.
El origen negro, cantos de libertad
A mediados del siglo XIX las transformaciones económicas del país norteamericano, reclamaban la mano de obra necesaria para satisfacer las necesidades de la nación. De 1860 a 1910 el número de granjas se triplicó, aumentó de 2 a 6 millones, la superficie de cultivo paso de 160 millones a 350 millones de hectáreas, bajo este contexto laboraron miles de trabajadores afroamericanos, que nada poseían, a excepción del cálido recuerdo de la música, dulce abrigo para los esclavos, que les ayudaba a soportar el trajín, o por lo menos así lo sentían ellos. Los presos, los ferrocarrileros y los obreros cantaban durante la dura jornada, un especie de guía improvisaba y los demás lo seguían. Ante la desolación de la feroz explotación, muchos afroamericanos encontraron refugio en el cristianismo, ahora no sólo se cantaba en el trabajo, sino que la potente voz de los afroamericanos, fue depurando los himnos religiosos, creando los espirituales. Tanto en los desfiles militares, como en la iglesia, enfocaban su atención en las estrofas y el ritmo, es decir, en la música. Cualquier lugar era aprovechado para practicar, incluso hay especialistas que aseguran que el jazz nació en los funerales negros, con las bandas que se alquilaban para armonizar el sepelio.
La fusión entre los cantos de las faenas, los espirituales, las baladas y las distintas formas de expresión popular, tanto africanas como europeas, le dieron vida al blues. A principios de 1900 nace el ragtime, un estilo de tocar el piano, llevando un ritmo regular con la mano izquierda y marcando un ritmo sincopado que va haciendo la mano derecha (la síncopa es una nota que se toca en un tiempo débil y continúa en un tiempo fuerte). El origen del ragtime se asocia con los bailes que realizaban los esclavos haciendo mofa de los amos. La mezcla de todos estos elementos: los espirituales, el ragtime, el blues y la música clásica, le dieron origen al jazz. Seria injusto decir que el jazz era una música para negros. La mayoría de los músicos que empezaban a tocar no sabían leer la música, pero contaban con un sentido innato para improvisar, factor de gran envergadura, pues el jazz es improvisación, expresividad, no hay censura a la hora de tocar. La orquesta de Count Basie (una de las mejores orquestas de jazz), según el propio Basie confesó:”No era, en el mejor de los casos, una orquesta que supiera leer… No creo que tuviéramos más de cuatro o cinco partituras en aquel tiempo”. La primera grabación de jazz se realizó en 1917, pero es evidente que años atrás ya había un larga historia, en donde había participado un sector marginal de la sociedad norteamericana. Nueva Orleans, el crisol de donde surgió la música de la síncopa, se transformó en icono del ideario progresista: antirracista, en un principio anticomercial, un lugar donde convivía la clase marginada.
A partir de la década de los 20 el jazz tomó una actitud combativa y de solidaridad con el movimiento obrero, y en contra de la segregación racial, por lo menos algunos de los músicos así lo manifestaron, denunciando las atrocidades en contra de los dos obreros anarquistas, Sacco y Vanzetti, que injustamente eran juzgados por el Estado de Massachussets. En más de una ocasión, trompeta y saxofón acompañaron los mítines de protesta, reunieron fondos y exhortaban a sumarse a la campaña de los anarquistas presos. En algunas huelgas que eran asesoradas por los IWW (Industrial Workers of the World, sindicato revolucionario), las bandas de Jazz estimulaban la lucha, como en la huelga general de la General Motors de 1937, en donde una orquesta de jazz tocaba canciones, y luego se mezclaba entre los obreros para seguir protestando. Louis Armstrong, que en 1964 vendía más discos que los Beatles, públicamente manifestó su total desacuerdo con las políticas del gobierno del Tio Sam, diciéndole en un concierto, mientras hablaba en contra del racismo: el gobierno norteamericano “puede irse al infierno”.
Billie Holiday, “la voz más desgarradora del jazz” , como diría alguien, hacía lo propio, denunciaba la segregación racial y el abuso policial. En pleno concierto, a todo pulmón, Billie dirigía su arenga en contra del Estado norteamericano, evidenciando los tratos a los que eran expuestos “los afroamericanos y los trabajadores que habían levantado al país”, la policía no se hacia esperar, y arremetía contra la inconforme mujer, quien fue detenida en varias ocasiones por manifestarse y consumir enervantes. Al igual que otros músicos de jazz, tuvo una vida dura. Ser mujer, negra y pobre en una sociedad racista, no es fácil. Durante varios años sobrevivió cantando en los cabarets donde se tocaba jazz. Víctima de una violación a los 10 años, hija de un pordiosero y adicta a la heroína, se ganó el respeto de quien la escuchaba entonar su “Strange Fruit”, el poema contra los linchamientos que ella transformó en una hermosa canción. La participación de un sector marginal en el quehacer jazístico dejó una impronta indeleble, en la que muchos han señalado, al jazz, como la aportación más grande a la cultura popular occidental.
El jazz de izquierda anticapitalista e internacionalista
Varios músicos llegaron a militar en la izquierda de los Estados Unidos, a Duke Ellington (pianista y director de una gran orquesta), el FBI lo investigaría por su apoyo a las campañas del Partido Comunista. Dizzie Gelespie (virtuoso trompetista y uno de los creadores del bebop) adquiriría el carnet del Partido Comunista. El cantante Paul Robeson, de tendencia anarco-comunista, le cantaría a la guerra civil española. El carácter internacionalista del jazz se dejó sentir con “Lament for the Congo”, una bonita pieza que fue grabada por Charlie Parker (quizá el mejor saxofonista alto que ha dado la madre tierra), en honor a Patricio Lumumba, uno de los exponentes del socialismo africano. Liberation Music Orchesta (1969), contenía cuatro piezas dedicadas a la guerra civil española y una conmemoración al Che Guevara. En Gran Bretaña, Alemania y la URSS, prohibieron las giras de grupos de jazz (sobre todo los de EE UU), por sus extraños vínculos con la izquierda.El bebop
El jazz tiene infmidad de estilos, el cool, el hardbop y el bebop, son unos cuantos, algunos representan las transformaciones técnicas que padeció la sociedad estadounidense. A finales de la Segunda Guerra Mundial, surgió un ritmo llamado bop o bebop, que reflejaba las modificaciones técnicas de la época, mayor velocidad y puntos de vista más complejos. El bebop le daría un cambio a la cultura gringa. La guerra había acabado con las grandes orquestas, los impuestos a los salones de baile se habían disparado durante el conflicto bélico, haciendo imposible el pago de los músicos, incluso durante este periodo se llevó acabo la gran huelga de grabaciones, realizada por los músicos que se organizaron en torno a la Federación Americana de Músicos (AFM). El racionamiento del vinilo, hizo imposible las grabaciones. Contradictoriamente, el jazz, la música hecha por negros y también por blancos, solo le rendía ganancias a estos últimos. El bop era música afroaméricana a una velocidad doble, que mantenía sus raíces. Por primera vez, los jóvenes negros se veían a sí mismos como artistas rebeldes que debían ser respetados. Para protegerse del racismo norteamericano en general, y de la hostilidad del público conservador, los jóvenes boppers crearon su cultura, su forma de resistir a una sociedad elitista y un gobierno represor que había desatado una feroz cacería en contra de la izquierda. Grabaron sus propios discos, sin necesidad de las grandes empresas (sin saber que existía la autogestión), tenían sus salones de baile que ellos mismos mantenían. En el jazz, una vez más, encontraron la manera de resistir. Para 1960 el rock desplazaría al jazz, que unos años después volvería a renacer, pero esa es otra historia.En este somero recorrido por la historia del jazz y su participación con los movimientos sociales, traté de aportar mi granito de arena a una larga historia que aún no se escribe, no es mi intención señalar que el jazz fue un paladín de la libertad o de las luchas sociales, pues también existieron músicos que mostraron una actitud pasiva o conformista ante las injusticias. Tampoco quiero señalar que el jazz lo inventó la clase marginada de los EE UU (aunque sí tuvo una participación de suma importancia), pues varios artistas pertenecían a una sector privilegiado, si no es que a la burguesía. Mucho menos deseo afirmar que el jazz se vio influido por los ideales ácratas. Faltaron varios períodos por narrar, puesto que la historia del jazz y las luchas sociales no solo se limitan a EE UU. En lo personal, encuentro varios elementos dentro del jazz, que me parece importante señalar: En primer lugar el jazz tuvo sus origines en la música folclórica y popular de la clase marginada. Le dió voz a a las luchas sociales y denunció las atrocidades de un régimen autoritario. Una música hágalo usted mismo, que podían practicar las personas corrientes, y no sólo las que habían recibido preparación técnica, una música que, paradójicamente, le proporcionó el carnet de identidad a la nación del Tio Sam. En la actualidad pareciera ser que el jazz es una música para las élites de las sociedades modernas, y que jamás se vinculó a las luchas contra el capital; pero el jazz es una música con espíritu libertario.
Extraído del periódico Tierra y Libertad
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