El miércoles 14 de septiembre Monsanto aceptó finalmente la tercera oferta de Bayer para comprarla, lo que convertirá a Bayer en la mayor empresa global de agrotóxicos y semillas, además de ser una de las mayores farmacéuticas. Pero siendo de gran magnitud y con impactos de amplio alcance, es apenas una de varias fusiones recientes entre trasnacionales de agronegocios. Hay también movimientos entre las empresas de fertilizantes, de maquinarias y las que poseen bancos de datos que influyen en el proceso agrícola, en una batalla por quién controlará no sólo los mercados, sino también las nuevas tecnologías y el control digital y satelital de la agricultura.
Varios factores influyen en la aceleración de los procesos de fusión que comenzó en 2014. Uno de ellos es que los cultivos transgénicos se están topando con muchos problemas, lo cual acicatea a las gigantes de transgénicos a buscar posiciones más firmes frente a lo que parece ser una fuente de vulnerabilidad creciente. Es significativo que un diario conservador como The Wall Street Journal reconozca que el mercado ha sido afectado por “las dudas” de los agricultores de Estados Unidos sobre los cultivos transgénicos, ya que después de 20 años en el mercado muestran numerosas desventajas: “supermalezas” resistentes a los agrotóxicos, rendimientos que no equiparan el alto costo de las semillas transgénicas, ni el costo de aplicar más cantidad y más fuertes agrotóxicos para matar malezas y plagas resistentes, ni el aumento de trabajo para controlar las hierbas. El desplome de los precios de las commodities agrícolas aceleró el malestar, llevando a que agricultores que sembraban transgénicos vuelvan a buscar semillas no transgénicas, más baratas y con igual o mejor rendimiento (The Wall Street Journal).
Varios factores influyen en la aceleración de los procesos de fusión que comenzó en 2014. Uno de ellos es que los cultivos transgénicos se están topando con muchos problemas, lo cual acicatea a las gigantes de transgénicos a buscar posiciones más firmes frente a lo que parece ser una fuente de vulnerabilidad creciente. Es significativo que un diario conservador como The Wall Street Journal reconozca que el mercado ha sido afectado por “las dudas” de los agricultores de Estados Unidos sobre los cultivos transgénicos, ya que después de 20 años en el mercado muestran numerosas desventajas: “supermalezas” resistentes a los agrotóxicos, rendimientos que no equiparan el alto costo de las semillas transgénicas, ni el costo de aplicar más cantidad y más fuertes agrotóxicos para matar malezas y plagas resistentes, ni el aumento de trabajo para controlar las hierbas. El desplome de los precios de las commodities agrícolas aceleró el malestar, llevando a que agricultores que sembraban transgénicos vuelvan a buscar semillas no transgénicas, más baratas y con igual o mejor rendimiento (The Wall Street Journal).
Si se permite la fusión con Monsanto, Bayer pasará a controlar cerca de un tercio del comercio global de agrotóxicos y de semillas comerciales. La operación sigue a las de Syngenta-ChemChina y DuPont-Dow, en un vertiginoso proceso de fusiones y adquisiciones en la industria semillera-agroquímica. Monsanto, Syngenta, DuPont, Dow, Bayer, Basf juntas controlan 100 por ciento del mercado de semillas transgénicas, que ahora quedaría en manos de solamente tres empresas. Estas fusiones están bajo escrutinio de varias agencias anti-monopolios, por constituir bloques que tendrán enorme poder en mercados claves y seguramente producirán aumento de precios de los insumos agrícolas. Además forzarán más leyes y regulaciones a su favor, contra la soberanía alimentaria y las semillas campesinas. Sólo el hecho de que tres empresas controlen todas las semillas transgénicas debería ser un argumento suficiente para cualquier país para rechazar estos cultivos, por la inaceptable dependencia que significan.
Pero el contexto de las operaciones en la cadena agroalimentaria es más complejo, e incluye también a los próximos eslabones de la cadena, tal como detalla el Grupo ETC en su análisis de la fusión Monsanto-Bayer (www.etcgroup.org). Si bien la consolidación del sector semillas y agrotóxicos lleva décadas y está tocando techo, estos dos sectores tienen ventas mucho menores que las empresas de fertilizantes y de maquinarias, grupos que desde hace algunos años comenzaron a incursionar en el mercado de los primeros, estableciendo alianzas estratégicas. Adicionalmente, esas industrias también están en proceso de consolidación. Poco antes del acuerdo Monsanto-Bayer, dos de las mayores empresas de fertilizantes, Agrium y Potash Corp, decidieron fusionarse, transformándose en la mayor empresa de fertilizantes a nivel global. Lo cual, según analistas de la industria, presionó a Bayer a aumentar la oferta por Monsanto.
Paralelamente el sector maquinaria rural –que no se trata sólo de tractores y cosechadoras, sino también drones, robots y sistemas GPS que les permiten colección de datos de campo por satélite– ha venido desarrollando alianzas con todas las gigantes de transgénicos, que incluyen acceso a bancos de datos agrícolas, de suelo, clima, enfermedades, etcétera. En 2015, John Deere, con la mayor empresa de maquinaria a nivel global, acordó con Monsanto comprarle la subsidiaria Precision Planting LLD de datos agrícolas, pero fue demandado ante el Departamento de Justicia, que suspendió la compra, porque John Deere pasaría a “dominar el mercado de los sistemas de cultivo de precisión y podría elevar los precios y ralentizar la innovación, a expensas de los agricultores estadunidenses que dependen de esos sistemas”, ya que Precision Planting LLD y Deere pasarían a controlar 85 por ciento del mercado de cultivos de precisión. (Departamento de Justicia de Estados Unidos, 31/8/16,http://tinyurl.com/j9x6am9).
Como ese acuerdo no se concretó, la subsidiaria sigue como propiedad de Monsanto y por tanto en el paquete de la nueva fusión, lo cual podría darle un nuevo lugar a Bayer en el tema de control digital y mover todas las piezas del juego. Cada vez más, el manejo de datos sobre suelo, clima, agua, genómica de cultivos, hierbas e insectos relacionados, será lo que decida quien controla todos los primeros pasos de la cadena agroalimentaria industrial. En este esquema los agricultores son una mera herramienta en la carrera de las empresas por producir ganancias –no alimentos–, lo que condiciona gravemente la soberanía de los países, y no sólo la alimentaria.
Silvia Ribeiro
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