Por Sandrina Gallego
Verde es la escencia escenográfica, pelotitas violentas un símbolo que revota en la penumbra, y con este lenguaje sera otra vez y siempre la identidad.
Tito equipado mastica un chicle infinito con una presencia marcial, pero el pibe que cambia el putter del juego. Las posiciones se adaptan a la sensación del lugar, el mecanismo imprescindible del movimiento. Cuanto menos, ganas, mas, asi aquí también. El texto casi solitario, y de repente la dualidad textual disocia el estado!, y cambia la atmósfera, como un nudo en el largo hilo, un nudo que cuenta una familia.
Entonces chiquitita, y sola, sin querer la han dejado, sin saber quién es.
Escrupulocidad que resguarda el rastro de crueldad apropiada, que pretende elegante ser lo que no es, y da risa, tristemente, con verguenza reir (siempre de quien ve).
La Desesperasciióóónnn! que intensa interpretación, es zozobra de lo que no está. La continuidad de los sucesos del pasado, tienden angustia en el escenario, sonidos que perturvan entran y salen, y la locura, un castigo si del cielo viene, porque el infierno rojo no crea al amor cuentan "los buenos"(?).
Un ojo por acá, carne rota y sangre por todos lados, desde la cabeza al uniforme, en los valores jurados. Es la imagen que nos deja N.B. hoy, y la verdad que aún tiene que resolverse atravez de E.P.
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