#Músicaparaelencierro. Pompeii es el quinto disco de estudio en la trayectoria de Triumvirat, la banda sinfónica que completó el panorama progresivo de los 70 desde Colonia, Alemania. Apareció tras un tortuoso periodo en que el rubicundo pianista teutón perdió hasta los derechos sobre el nombre de su grupo: el baterista Bathelt (que había sido columna vertebral de Triumvirat desde el primer disco) los había dejado y el bajista Frangenberg sólo había grabado un disco con ellos pero le bastó para poner un veto al uso de “Triumvirat”, por lo que el disco salió bajo la denominación de “New Triumvirat” (igualito que con César, un triunvirato antes, otro después). Pero Pompeii traía truco: fue grabado por la sección rítmica del supergurpo de jazz-fusión Passport.
Artista: New Triumvirat
Álbum: Pompeii
Año: 1977 (Remaster digital 2002)
Género: Progresivo sinfónico
Duración: 49:06
Nacionalidad: Alemania
De los miembros anteriores, aparte de nuestro tecladista cachetón, permanece el cantante Palmer (el mejor que tuvo la banda), pero aunque este contribuye con algunas letras, Pompeii es un proyecto casi personal de Fritz: es suya la idea, desde el planteamiento de otro disco conceptual-narrativo histórico (como Spartacus, que fue el mayor éxito del grupo) esta vez basado en la desaparición de la ciudad de Pompeya bajo la ceniza ardiente del Vesubio en el año 79; es suya la composición del conjunto de temas, la ejecución de todos los protagonistas teclados y de algunas cositas más, los arreglos, la conducción de vastas secciones instrumentales —una orquesta de cámara de 20 cuerdas, una sección de metales y un coro sinfónico, nada más— y la producción. Pero lo especial es que para completar la banda que se le desbarataba al perder al característico Bathelt (y al pesado de Frangenberg), Fritz se trajo nada menos que a la sección rítmica de Passport, extraordinario ensamble alemán de jazz fusión (que ya conocemos en el blog pero habrá que recordar): el baterista Curt Cress y el bajista Dieter Petereit.
Duración: 49:06
Nacionalidad: Alemania
De los miembros anteriores, aparte de nuestro tecladista cachetón, permanece el cantante Palmer (el mejor que tuvo la banda), pero aunque este contribuye con algunas letras, Pompeii es un proyecto casi personal de Fritz: es suya la idea, desde el planteamiento de otro disco conceptual-narrativo histórico (como Spartacus, que fue el mayor éxito del grupo) esta vez basado en la desaparición de la ciudad de Pompeya bajo la ceniza ardiente del Vesubio en el año 79; es suya la composición del conjunto de temas, la ejecución de todos los protagonistas teclados y de algunas cositas más, los arreglos, la conducción de vastas secciones instrumentales —una orquesta de cámara de 20 cuerdas, una sección de metales y un coro sinfónico, nada más— y la producción. Pero lo especial es que para completar la banda que se le desbarataba al perder al característico Bathelt (y al pesado de Frangenberg), Fritz se trajo nada menos que a la sección rítmica de Passport, extraordinario ensamble alemán de jazz fusión (que ya conocemos en el blog pero habrá que recordar): el baterista Curt Cress y el bajista Dieter Petereit.
La versión de lo “conceptual” en Triumvirat no es como la podríamos encontrar en la mayoría de los grupos ingleses. Así como la música de Triumvirat se parece, quizá demasiado, a la de ELP, su idea de lo conceptual se parece más bien a la otro de los legendarios tecladistas del progresivo: Rick Wakeman. Así como este contaba historias (reales, como la de Enrique VIII, de ficción histórica, como la de Arturo, o de ciencia ficción, como las de Verne y Orwell), Fritz, a su vez virtuoso tecladista rubio (y cachetón), las hizo de romanos. Quizás es esa la eterna desventaja del gran Fritz: se parece demasiado a todo. Pero no lo hacía mal.
Optó por narrar la tragedia de Pompeya a lo grande, comenzando con el terremoto que la historia registra como acontecido 17 años antes de la iracunda erupción de Vulcano a través del Vesubio. La overtura “The Earthquake 62 aD” es una instrumental espectacular (con un narrador hablado intermedio) que anuncia bien lo que viene. Los temas van describiendo desde una perspectiva moral el transcurso de esos años durante los cuales la gente de Pompeya desoye la advertencia del terremoto, se tira el rico a la buena vida, discrimina al pobre y lo paga trágicamente bajo las cenizas del Vesubio. La historia se cuenta a través de un conjunto de canciones más o menos tradicionales, ligadas por complejos pasajes instrumentales en los que se luce el talento compositivo y melódico de Fritz, sobre la sólida base rítmica de Passport, y el ambicioso ensamble sinfónico de cámara, metales y coros. Y sobre todo eso, Fritz, como dice el Mago, con sintes hasta por el orto.
Destacan “Viva Pompeii” (progresivo de purísima factura), la canción “The Rich Man and the Carpenter” (más progresivo extraordinario), y “Dance on the Vulcano” (que bien podría ser una referencia al tema de Genesis aparecido por entonces en A Trick of the Tail pero es más como una marcha en crescendo). “Vesubius 79 aD” explora el cataclismo de la naturaleza a través de la estridencia y la improvisación, y bien podría haber sido el cierre, pero Fritz optó por una pieza emotiva en exceso, cercana a las lieder del romanticismo alemán que, sin embargo, fue sencillo: “The Hymn”.
Pompeii sería el final del Triumvirat progresivo: vendrían dos lanzamientos más (À la carte, 1978 y Russian Roulette, 1980) pero nada en ellos recordaría las cumbres musicales que estos alemanes habían alcanzado entre 1971 y 1977. Para 1978, los señores de corbata la tenían clara: el progresivo había muerto, larga vida a la banalización comercial del post punk y el new wave, y por todas partes presionaron a las bandas de aliento sinfónico para que se metamorfosearan en pop, de preferencia en su variante techno. La escena krautrock logró cierta supervivencia pues desde sus inicios mostraba una actitud irreverente cercana al espíritu punk y post punk, pero Triumvirat cayó en un abismo pop del que no saldría. À la carte y Russian Roulette —con todo respeto para quien los respete— son dos pésimos discos incluso si se ven desde la óptica pop; no importa que estén soportados por músicos importantes de la era como los miembros de Toto (lo de Passport se venció en un álbum). Una verdadera pena ver la caída así de estrepitosa de una banda que mostró tanto potencial.
Si lo sabré yo que, siendo un adolescente sin dinero, me fui a gastar el poco que tenía en Á la carte allá por 1981. Fascinado por mi vinilo de Old Loves Die Hard y por un par de temas de Illusions on a Double Dimple que había copiado de un cassette a otro bien afectado de gis, fui a la disquería y a falta de Spartacus o Pompeii, me llevé aquel horrible disco. Carajo, pude haberme comprado uno de Crimson o de ELP o de Pink Floyd y me llevé esa mierda…
¿Qué habrá llevado a Fritz a ese triste final? ¿Sólo la presión de la disquera? Ayer que escuchaba el Old Loves Die Hard para hacer su reseñita, me detuve un rato en el tema “A Day in a Life” porque se trata de una casi sonatina para piano (es un tema instrumental de Fritz), y no es difícil reconocer en él algunos de los elementos improvisativos que caracterizan, en ocasiones, al piano de Keith Jarrett. Fritz ha aceptado sin chistar la influencia del otro Keith de los teclados, el gran Emerson, y no ha negado ni justificado el parecido enorme que su banda tiene con el trío inglés. Pero uno se pone a pensar. El piano de “Old Loves Die Hard”, siendo una balada tradicional, recuerda por momentos a Elton John, y los teclados del resto del disco a Emerson; otros de sus temas parecen influenciados por Genesis o Yes, y hasta hay por ahí coros que recuerdan a Gentle Giant. Esa manía de Fritz de parecerse a todo. Pero en “A Day in a Life” hay algo que recuerda a Jarrett; una presencia que lejanamente podemos emparentar con él. ¿Y por qué no? Jarrett tocó su concierto de improvisaciones más famoso en la ciudad natal de Fritz, Colonia, en enero de 1975, y el disco que habría de convertirse en el solista más vendido en la historia del jazz fue lanzado en Múnich en noviembre. Dos meses después, Triumvirat entraba al estudio para grabar “A Day in a Life”, así que yo estoy seguro de que Fritz recoge esa experiencia, haya asistido o no al performance del genio estadounidense. Es casi inexplicable su viraje a un pop de mala calidad, aunque quizá comprensible si pensamos en lo joven que era el prodigioso pianista. Tenía sólo 16 años cuando empezó; a los 25 ya había cerrado su etapa progresiva y, como escribió en la dedicatoria de Pompeii, no estaba dispuesto a cerrarse la posibilidad de seguir una carrera como estrella de rock o de pop. Pero sucedió muy a medias; tuvo un par de proyectos solistas, algún soundtrack, y el revival en 2002 que llevó a la remasterización digital de todos los discos de Triumvirat y al lanzamiento de una antología con temas de todos ellos titulada Essential que en realidad no es esencial. Lo esencial de Triumvirat son los discos que ya hemos comentado en el blog: Illusions on a Double Dimple, Spartacus, Old Loves Die Hard y Pompeii, y quizá se podría añadir el debut, Mediterranean Tales (1972-1973), que también comentaremos de pasadita (aunque no tenemos más que una versión mp3@320).
La característica ratita de Triumvirat quedó nomás para los números de página del cuadernillo del CD. Roja, como solían ser sus ojillos. |
Lista de Temas:
1. The Earthquake 62 A.D.
2. Journey of a Fallen Angel
3. Viva Pompeii
4. The Time of Your Life
1. The Earthquake 62 A.D.
2. Journey of a Fallen Angel
3. Viva Pompeii
4. The Time of Your Life
5. The Rich Man and the Carpenter
6. Dance on the Vulcano
7. Vesubius 79 A.D.
8. The Hymn
9. The Hymn (single edit/bonus track)
Alineación:
- Jürgen Fritz / teclados, campanas, timpani
- Curt Cress / batería
- Dieter Petereit / bajo
- Barry Palmer / voz
Alineación:
- Jürgen Fritz / teclados, campanas, timpani
- Curt Cress / batería
- Dieter Petereit / bajo
- Barry Palmer / voz
+ Sección de cuerdas dirigida por Karl Löhe
+ Sección de metales, coro y voces extra
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