Contextualizando: ¿qué pasaba en Argentina en ese momento?
El 24 de marzo de 1976, la Junta de Comandantes en Jefe
de las Fuerzas Armadas integrada por el Gral. Jorge Videla, el almirante Emilio
Massera y el Brigadier Héctor Agosti se hizo cargo del poder, dando comienzo a
la dictadura más sangrienta de la historia argentina, autodenominada “Proceso
de Reorganización Nacional.”
Este gobierno ejerció una
violencia sistemática, donde se utilizó la fuerza de las armas y la anulación
de los derechos de los ciudadanos, incluso, el derecho a la libertad de
expresión, y a la vida.
El Estado fue terrorista,
hizo uso de la tortura, ocultó información, y creó un clima de miedo e inseguridad,
marginando al poder judicial y suspendiendo todo tipo de actividad política y
cultural que pueda afectar su proceso.
La aplicación de esta
violencia terrorista, les pareció el camino más corto y efectivo, para eliminar
físicamente a los opositores más temibles, a los que llamaron subversivos: el
plan terrorista consistió en el uso de la violencia tanto desde las
instituciones públicas, como desde estructuras clandestinas, creadas por el
propio Estado, para hacer más eficientes la absurda "lucha antisubversiva".
El terror que provocaban las
detenciones, los asesinatos, los secuestros y torturas ilegales que cometían
las fuerzas represivas, paralizó durante mucho tiempo todo cuestionamiento a la
dictadura militar.
Junta Militar Argentina de 1976
Contextualizando: La censura no existe, mi amor
"La censura no existe mi amor,
la censura no existe mi,
la censura no existe,
la censura no,
la censura,
la".
(Héctor de Benedictis)
Comunicado N° 19, 24/03/76 :
Se comunica a la población que la Junta de Comandantes
Generales ha resuelto que sea reprimido con la pena de reclusión por tiempo
indeterminado el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare
comunicados o imágenes provenientes o atribuidas a asociaciones ilícitas o
personas o grupos notoriamente dedicados a actividades subversivas o al
terrorismo. Será reprimido con reclusión de hasta diez años, el que por
cualquier medio difundiere, divulgare o propagare noticias, comunicados o
imágenes, con el propósito de perturbar, perjudicar o desprestigiar las
actividades de las Fuerzas Armadas, de Seguridad o Policiales.
El rock argentino no fue la
excepción y también sufrió el período de mayor censura de su historia. La
música rock era vista como subversiva por los militares, y en un discurso de
1976 el almirante Massera denunció a los músicos de rock y a sus fans como
“potenciales subversivos”.
El rock tenía algo para
decir: era justamente lo que no se podía. Lo que aquellos que tenían el poder intentaban prohibir, el rock lo escupía como
una máquina de decir verdades. Y los censores, encargados de mostrar sólo lo
que aprobaban, recortaban las letras del crítico rock nacional.
Los jóvenes se desplegaron en
campos como el político y el artístico. Casi ningún ámbito de la cultura estuvo
ajeno a ese espíritu cuestionador y de transformación de todo lo existente, en
el que se heterogenizaban las influencias del exterior, con posiciones que
reivindicaban las raíces nacionales y también las populares.
A medida que se fue
acentuando el clima de lucha social, al comienzo de los años 70’, algunos compositores
comenzaron a incorporar en sus repertorios canciones con connotaciones
políticas. El camino artístico e intelectual, fue el camino
donde la juventud encontró una forma eficiente de burlar la censura y represión
que el Estado ejercía sobre la población, y por el cual, podían manifestar su
descontento.
La literatura, el teatro, el cine, la música
fueron los recursos que mas resultado le dieron a los jóvenes, y fueron
exiliados, e incluso víctimas de esta sangrienta dictadura.
Se prohibieron los grandes
recitales, así como también las actuaciones por televisión y por radio y la
industria del disco fue cuidadosamente censurada buscando pruebas de
subversión. De esta manera los músicos tuvieron que actuar muy cautelosamente
en los desplazamientos metafóricos de sus letras.
Charly García, la estrella de esta edición, fue uno de los músicos más
censurados antes y durante la dictadura militar. Desde su etapa en Sui Géneris,
su primer banda, ha sufrido el recorte o la directa eliminación de sus líricas.
“Pequeñas anécdotas sobre las Instituciones”, de aquella banda en 1974, contuvo
dos letras que no pudieron salir a la venta:
“Botas Locas”, que detallaba el poco tiempo que pasó realizando el
Servicio Militar Obligatorio, y “Juan Represión”, una historia ficcional que
bien podría ser cualquier cargo militar de la época. Letras muy duras y
directas, que jamás podrían superar la barrera de la censura:
“Botas Locas”
Yo forme parte de un ejército
loco,
tenía veinte años y el pelo muy corto,
pero, mi amigo, hubo una confusión,
porque para ellos el loco era yo.
Es un juego simple el de ser soldado:
ellos siempre insultan, yo siempre callado.
Descansé muy poco y me puse malo,
las estupideces empiezan temprano.
Los intolerables no entendieron nada,
ellos decían "Guerra",
yo decía: "no, gracias".
Amar a la Patria bien nos exigieron,
si ellos son la Patria, yo soy extranjero.
Yo formé parte de un ejército loco,
tenía veinte años y el pelo muy corto,
pero mi amigo hubo una confusión,
porque para ellos el loco era yo.
Se darán cuenta que aquel lugar
era insoportable para alguien normal,
entonces me dije: "basta de quejarme, yo me
vuelvo a casa"
y decidí largarme.
Les grité bien fuerte lo que yo creía
acerca de todo lo que ellos hacían.
Evidentemente les cayó muy mal
y así es que me echaron del cuartel general.
Yo formé parte de un ejército loco,
tenía veinte años y el pelo muy corto,
pero, mi amigo, hubo una confusión,
porque para ellos el loco era yo.
Si todos juntos tomamos la idea
que la libertad no es una pelela
se cambiarían todos los papeles,
y estarían vacíos muchos más cuarteles,
porque a usar las armas bien nos enseñaron
y creo que eso es lo delicado,
piénselo un momento, señor general,
porque yo que usted me sentiría muy mal.
Yo formé parte de un ejército loco,
tenía veinte años y el pelo muy corto,
pero, mi amigo, hubo una confusión,
porque para ellos el loco era yo.
“Juan
Represión”
Juan Represión viste
un saco azul, triste
vive como pidiendo perdón
y se esconde a la luz del sol.
Juan Represión sabe
no hay nadie que lo ame
las balas que la gente tiene
lo asesinaron de pie.
Esta es la historia de un hombre
que supo muy pocas letras
y soñó con la justicia
de los héroes de historietas.
Y se disfrazó de bueno
con un disfraz de villano
y los malos de la historia
son los héroes cotidianos.
Pobre Juan, el odio te hace muy mal
y esperas a tu muerte
justo una madrugada
en manos de la misma sociedad.
Juan Represión sueña
poder ser invisible
no puede soportar la verdad
y el terror lo va a matar.
Juan Represión grita
Juan Represión llora
está tan loco el pobre
que hoy en la cárcel se encerró.
Esta es la historia de un hombre
que quiso ser sobrehumano
y la realidad, entonces
se le escapó de las manos.
Y ahora juega a los ladrones
junto con Batman y Robin
en un asilo de ancianos
con payasos y gusanos.
Pobre Juan
qué lastima me da
todos los reprimidos
seremos tus amigos
cuando tires al suelo
tu disfraz.
Como observamos, el estilo de
las letras era totalmente directo. García no tenía filtros: era un músico que
sentía y vivía la dictadura en carne propia, y no dudaba en plasmarlo en sus
canciones. Pero de esa manera, no podría lograr su objetivo: relatar la
realidad y destapar los ojos a la mayor cantidad de público posible. Entonces,
influenciado por las herramientas que le brindaba la poesía surrealista, como
la metáfora, decidió crear La máquina de Hacer Pájaros, una excelente banda de
rock progresivo, con sonidos nunca antes escuchados en el país, que relataban
cómo se vivía el día a día en la
Argentina dictatorial. Aunque también tuvo algunos problemas:
en su primer disco, titulado “La máquina de hacer Pájaros”, de 1976, García
incluía una polémica canción que también fue censurada: “Como mata el viento
norte”, la cual contenía un fragmento que no aprobó la mirada de los censores:
“Hoy es un buen día,
hay algo de paz,
la
tierra es nuestra hermana,
los asesinos son los demás”
La canción pudo finalmente
ser editada en el disco, pero sin la última oración. García comenzaba a usar
las crudas metáforas en plena dictadura, para lograr decir aquello que venía
diciendo, pero que no podía ver la luz.
Este hecho lo llevaría a cabo en su máxima expresión en su próximo
disco: “Películas”, de 1977.
La Máquina de Hacer Pájaros en 1977
Un drama urbano: "Películas" de La Máquina de Hacer Pájaros
"El nuevo disco de La Máquina tiene una onda
urbana, porque habla de lo que le pasa a la gente de la ciudad..." (Charly García, Revista “El Expreso Imaginario”,
1977)
“Lo que le
pasa a la gente” comentaba el líder de la banda, Charly García, antes de su
lanzamiento. Y justamente, era eso lo que, tanto La Máquina de Hacer Pájaros,
como el movimiento del rock nacional en su totalidad, quería representar. Pero
había que buscarle una vuelta a la tuerca del testimonio que los jóvenes veían
y que no tenía espacio en lo que la sociedad, masivamente, consumía. García
había sido censurado, y aprendió una lección ¿era necesario ser tan directo
para decir las cosas? ¿Qué sentido tenía escribirlas de esa manera si el
pueblo, los destinatarios reales de estas ideas, no las recibirían? En el disco
que lanzó en 1977 junto a su banda, La Máquina de Hacer Pájaros (nombre inspirado en una
conocida historieta del dibujante Crist), demostró que era posible decirlo
todo, sin hacerlo directamente. La metáfora, incondicional aliada de ésta época
de García, hizo posible que, en palabras y en imagen, “Películas” fuera un
disco conceptualmente social, que criticaba duramente al gobierno dictatorial y
todo lo que su régimen implicaba: la falta de libertades, de expresión, el
moralismo, los secuestros estatales, y a la complicidad civil de la sociedad,
que no ejercía, en su gran mayoría, ningún tipo de resistencia frente a las
violaciones de sus derechos.
Antes de
adentrarse en el análisis de las líricas, hagamos un análisis del arte de tapa
y contratapa del disco:
La tapa nos sitúa en la puerta de un cine: la banda se
retira luego de ver la película del cineasta inglés Alfred Hitchcock, Trama
macabra (Family Plot). En una mezcla de suspenso y comedia, el director pone en
pantalla acciones que se relacionan directamente con la sociedad argentina de
la época, y con lo que García quería dar a conocer: mentiras, secuestros,
asesinatos y escenas confusas se plasman en este film que no fue inocentemente
electo. Un pequeño detalle que decía mucho, para empezar en el arte de tapa.
Y luego, la
calle. Ahí se puede ver un hombre con un cartel, fiel reflejo del hombre
promedio de la época. De traje, peinado con “gomina”, y de paso recto. Pero
tiene una particularidad: sus anteojos negros y su bastón denota que es ciego.
Se metaforiza la ceguera física, con la ceguera de no querer ver lo que estaba
pasando. De dejar que pasen las cosas sin hacer nada al respecto. Dura crítica
a lo que anteriormente se mencionaba: esa complicidad civil, consciente o
inconsciente, que gran parte de la sociedad argentina tuvo para con la Dictadura Militar.
En sus manos,
el ciego lleva una especie de cuadro que repite la secuencia una y otra vez.
Una secuencia infinita, que refleja la vida en un espejo que mantiene atrapada
a la realidad, a los hombres en sociedad, y no le permite avanzar, sino que
limita a permanecer siempre en el mismo lugar. Ésta secuencia se repite en la
contratapa del disco, pero de diferente manera.
Un televisor con un gato sobre él,
y una imagen repetida infinitamente donde un puño quiere destruir el
aparato eléctrico. La crítica al rol de la televisión, de los medios, en todo
esto. El ocultamiento y la complicidad que se tenía para mostrar sólo una parte
de una realidad construida, o tergiversar la historia, para que los “héroes
cotidianos” se conviertan en “los malos de la historia”, como cantaba García
años anteriores en Sui Géneris.
Y desde esa
negación, desde todas esas limitaciones que la mayoría de los sectores de las
sociedad argentina generaba, surge la pregunta que da cuerpo al disco: ¿Qué se
puede hacer salvo ver películas? Metafóricamente, lo que García preguntaba, es
qué se podía hacer más que quedarse en la casa, de brazos cruzados, alienado
por una televisión que buscaba mantener entretenidos a los espectadores entre
programas de entretenimiento (como los Almuerzos de Mirtha Legrand) o películas
de temáticas extranjeras, como las clásicas western (conocidas en el país como
“Cowboys”).
La canción
de nombre homónimo, es el corte del disco. Se encuentra justo en la mitad, para
despedir los disparadores que se cuelan a lo largo de todo el disco. Al igual
que el resto de las canciones, “¿Qué se puede hacer salvo ver películas?” tiene
una especie de subtítulo. “5 Óscars de la Academia y del Ciclón” fue el elegido en este,
parodiando a la entrega de premios estadounidense al cine.
Ella es una actriz,
se seca y mira el mar, se viste de plata,
nadie la viene a buscar,
no espera que toquen el timbre
se monta en un convertible
y se va, ya verán.
¿Que se puede hacer salvo ver películas?
sueño con la actriz que se seca y mira el mar,
mi corazón es de ella,
mi mente está en las estrellas.
Sobre la
T.V. se duermen mis dos gatos
salgo a caminar para matar el rato
y de pronto yo la veo entre los autos
justo cuando la luz roja cierra el paso
me acercaré al convertible,
le diré: "quiero ser libre, llévame, por
favor"
¿Que se puede hacer salvo ver películas?
Quien relata
la canción es el espectador de una película. El dueño del televisor de la
contratapa, que se encuentra frente a la pantalla y casi por necesidad,
confunde la ficción con la realidad. Se sitúa dentro de la película, que ya
conoce de memoria (“y se va/ ya verán”) y vive esa sueño como una realidad. La
paranoia, tal vez algo autorreferencial de parte de García (había sido detenido
y amenazado decenas de veces) lo obliga al personaje a un encierro que tiene
escapatoria, únicamente, en su mente. Y allí está, en una película junto a una
actriz que escapaba. (“No espera que toquen timbre / se monta en su convertible
/ y se va”) ¿De qué escapaba? ¿Quién podría tocarle el timbre? Para 1977, era
alto el número de desapariciones que el gobierno de facto se había cargado. Y
mucha gente del ámbito de Charly García, había sufrido secuestros y
desapariciones. Entonces, la actriz venía a representar eso: a la gente que
estaba siendo buscada, a los que arrancaban de sus casas brutalmente para ser
interrogados y tal vez, nunca jamás se volvería a saber de ellos. A los que se
iban, a los que obligadamente el exilio era la única respuesta. Y luego, ya
como protagonista de esa realidad ficcionada, García, lanzaría un grito de
auxilio: “me acercaré al convertible / le diré quiero ser libre / llévame, por
favor”. Pedía lugar en ese auto.
Musicalmente,
la canción contiene pasajes de rock progresivo y fusión con el jazz, concepto
que se extiende a lo largo de todo el disco. En la época, las “canciones de
protesta” eran generalmente asociadas a lo acústico, como León Gieco o Miguel
Cantilo (en Pedro y Pablo). García ya había desmitificado ese concepto en
“Pequeñas anécdotas sobre las instituciones” de 1974, y aquí lo vuelve a romper
con sonidos, e incluso instrumentos totalmente innovadores para la Argentina. Fue
tan sorprendente como bien recibido entre el público, que aceptó rápidamente y
de buena manera este cambio de conceptos que la banda propuso.
A pesar de
toda esta feroz crítica metafórica, la canción en la que García más se desnuda
y muestra su temor a lo que sucedía, es sin dudas, “Hipercandombé”. Como lo
indica su brillante subtítulo, es verdaderamente un “Grito milenario del Río de
la Plata”.
Cuando la noche te hace desconfiar
yendo por el lado del río,
la paranoia es quizás
nuestro peor enemigo.
Cubrís tu cara y tu pelo también
como si tuvieras frío
pero en realidad
te querés escapar de algún lío.
¡Dejenme en paz!
¡no quiero más!
No hay esperanza en la ciudad.
Mi amada está lejos de acá
en un país hipernatural.
Cuando la luz de gas y alquitrán
cubra tu cuerpo podrido
toda tu caretez, mi amigo, no tendrá sentido
y si te asusta este canto final
o no le encuentras sentido
podés cambiar el dial
y escuchar algo más divertido.
La temática
es similar al tema anterior: los puntos más importantes que toca aquí son la
paranoia, la persecución, el miedo a salir a la calle y no saber con certeza si
regresarías con vida. El hartazgo de esa presión que no lo dejaba vivir en paz,
y lo mantenía encerrado. Y sobre el final, la crítica al “caretaje”, a lo
superficial, a las caretas que la sociedad tenía. A los que tenían miedo de
hablar, en vez de enfrentarse al opresor gobierno militar. Si no te gusta,
cambiá. Pero pensalo. Era el mensaje con que García, casi en tono enojado,
cerraba la canción. Primero, la paranoia. Tal vez el sentimiento más recurrente
que pasaba por Charly en el momento. Años más tarde, el mismo García contaría
que en la época recibía llamados anónimos amenazándolo “si no se dejaba de
joder”. “Cubrís tu cara / y tu pelo también / como si tuvieras frío / pero en
realidad te querés escapar de algún lío”. Otra vez, escapando. No mostrándose,
escondiéndose, tratando de no ser reconocido. El pelo largo era otro de los
motivos por los cuales los militares perseguían a los jóvenes, y García no era
la excepción. Además de todo el contenido de sus letras, desde su estética
también decía algo. Estaba en contra de todo lo que el sistema quería para
controlar a la sociedad. Y nuevamente, un grito de auxilio, de aire fresco:
“¡Déjenme en paz! / ¡no quiero mas!”. Un García cansado de todo lo que lo
rodeaba, que ya no sentía esperanzas en la ciudad.
Pero al
dejar un mensaje tan nihilista, negativo, intentó contrarrestarlo con “No te
dejes desanimar”. Tal vez un poco contradictorio, pero en esta canción, García
pide no bajar los brazos y seguir peleando. Seguramente, apuntando a públicos
diferentes en cada canción: al “caretaje” en Hipercandombé y a los “del palo”
en “No te dejes desanimar”: “No te dejes desanimar / no te dejes matar / quedan
tantas mañanas por andar”. Un empujón anímico entre tantas pálidas.
Para ir
finalizando el concepto del disco, creo que es importante remarcar una de las
canciones en las cuales se hace una crítica total al moralismo, o en este caso,
a la doble moral de muchos miembros de la sociedad. En especial, a los civiles.
“El vendedor de las muñecas de plástico” tiene como subtítulo “No hay nada
mejor que una nena de goma” y encierra conceptos muy importantes para terminar
de entender el disco. El rol de la mujer, bastardeada por el machismo que
implica una dictadura de tal envergadura, y que la pone en un papel de “objeto”
sexual obediente. También, de forma satírica, se refiere a las perversiones que
todos tenemos, pero que muchos esconden. Aquellos que externamente se muestran
como seres política y moralmente correctos pero que esconden los más oscuros
sentimientos. La voz del vendedor que intenta proveer a la sociedad de
“muñequitas”, de mujeres que no piensen y que sólo obedezcan al hombre en
relación patriarcal.
Compren mi muñeca inflable,
la más dulce y la más amable.
De las jugueterías, terror,
de las industrias del amor.
Siempre sonríe, siempre de buen humor
como las chicas que se pasan
los días en las confiterías.
Cómprese hoy
una linda mujer que no piense ni coma
No piense más señor
que no hay nada mejor que una nena de goma.
Las hay con labios gigantes
también con pechos brillantes
no oculte más su perversión
acá le doy la solución.
Hay un modelo para cada moral
haga la prueba llévelo hasta su hogar
va a ver que se la queda.
Cómprese hoy
una linda mujer que no piense ni coma
No piense más señor
que no hay nada mejor que una nena de goma.
A diferencia de
los anteriores materiales discográficos de Charly García, “Películas” no sufrió
ningún tipo de censura. García encontró la fórmula para poder escupir todo lo
que le pasaba sin ser detectado por los censores militares. Nadie podía
recortarle nada, ya que directamente nunca los nombraba. Una especie de Tato Bores
musical, casi intocable por la sutileza en la que contaban el día a día, la
vida cotidiana. Este disco abrió un abanico increíble de metáforas que luego se
repetirían, tanto en la misma obra de García como influenciando a otros
artistas. “Canción de Alicia en el País”, perteneciente al álbum de Serú Girán
de 1980, fue tal vez la cúspide de García en la utilización de esta
herramienta: logra una fusión impecable entre la Argentina dictatorial y
el país de Alicia creado por Lewis Carroll en 1865.
Una vez más, la
cultura venció a la ignorancia. La maña a la fuerza. La inteligencia dejó en
ridículo a una cruenta dictadura que no pudo jamás interponer su cabeza a las
armas. Será porque, como dijo Groucho Marx, “Inteligencia militar son dos
términos opuestos”.
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