La Muerte de la Verdad: Sobre Nietzsche, la Neobarbarie, los Terraplanistas y la Zanahoria de un Mañana Mejor
"Seguimos viviendo en un mundo irracional, donde la más mortal arma terrestre sigue siendo la estupidez". Así definió Eliseo Subiela la vigencia de "Hombre mirando al sudeste", veintiséis años después de su estreno. Estupidez necesaria para instalar el neoliberalismo en las distintas latitudes del globo, y que puede observarse en la total irracionalidad que vemos en el funcionamiento de los mercados. Y aquí volvemos sobre el hecho de que hace pocos días se hizo la primera convención de terraplanistas argentinos, la supuesta muerte de la verdad a manos de la crueldad (y estupidez) neoliberal y la necesidad de implementar un sistema de verdadero pensamiento crítico en una sociedad estupidizada, donde la tecnologización del pensamiento mágico no solamente no nos hace más sabios, sino por el contrario, nos hace cada vez más estúpidos y fáciles de dominar. Relacionada con la nota de Ricardo Aronskind que publicaramos ayer, aquí va otra muestra de la increíble fanatización de la idiotez y supersticiones en las mentes de todos nosotros.
Mientras el Felino Macri pelea por mejorar una imagen cada vez más asfixiada por la economía y el descontento social, volvió de hechar tierra para sepultar la verdad, y dejar su huella en una de las tantas empresas que visitó para felicitarlos y desearles "éxito". Se trata de la firma Noroghi, visitada por Macri en septiembre y cerrada por su dueño en enero. Tras prometer aumentar la planta de empleados, el empresario dejó de pagar los sueldos y ahora todos están virtualmente despedidos. Esa es la diferencia entre la posverdad y la verdad cruda y neta. Y ahí nos damos cuenta del verso duranbarbeano que dice que "la verdad no existe".
Y así es como "la verdad" se nos cae encima, como les cayó a los trabajadores las paredes de la escuela que estaban construyendo (que debería convertirse en la escuela Primaria Nº11 de Villa Soldati, pensada para paliar la falta de vacantes que sufren los habitantes de la zona sur de la Ciudad) ¿quizás lo que cayó fue el intento de crear una educación de mentira?. Esta es la verdad tangible, que duele en nuestra carne, nuestra piel y nuestros huesos, y no un invento de TV o una campaña de la red. Y hay mucha diferencia aunque muchos aún no logren discernir entre lo que perciben y lo que les inventan en sus dulces cabecitas.
Y es que no solamente hay condiciones para que desde los laboratorios se ensayen campañas donde se fabriquen lavadoras de cabezas, al fin de cuentas las huestes amarillas tienen que intentar captar el voto en condiciones desfavorables, con una gestión espantosa y sin indicadores positivos para ofrecer, que sean además perceptibles para el común de la gente en su vida cotidiana. Eso es entendible, lo peor es que hay quienes están sedientos de ser víctimas de ese engaño. de cualquier engaño, el tema es ser engañado. Ya lo dijo muy bien Durán Barba: "El electorado está compuesto por simios con sueños racionales que se movilizan emocionalmente. Las elecciones se ganan polarizando al electorado, sembrando el odio hacia el candidato ajeno… Es clave estudiar al votante común, poco informado, ese que dice “no me interesa la política”. El papel de los medios es fundamental, no hay que educar a la gente. El reality show venció a la realidad..."
De cara a las elecciones de éste año, el panorama es crítico para el amarillismo: el ajuste es impiadoso, los indicadores económicos son catastróficos, sus consecuencias sociales (en términos de deterioro del poder adquisitivo de los salarios, y perspectivas de pérdidas de empleos) aun peores, y para empeorar las cosas, el delicado equilibrio financiero alcanzado a fuerza de destrozar toda actividad productiva parece a punto de romperse nuevamente; con otra corrida cambiaria de alcances y magnitud imprevisible. En ese marco, no extraña que el gobierno apele a desvirtuar los datos concretos de la realidad, a tapar lo que no puede mostrar, tal como lo indicaba la arenga presidencial en el Congreso, y lo están mostrando las piezas de imaginería surgidas de la maquinaria comunicacional oficialista, que apela al "voto sufrimiento": una especie de llamado a la abnegación ciudadana, a la comprensión de la necesidad de hacer ciertos sacrificios hoy, para poder asegurarse mañana un futuro venturoso. Ni más ni menos que el viejo cuento del neoliberalismo, de la zanahoria de un mañana mejor, atada al extremo del palo del ajuste cruel, en el presente.
El "sacrificio" es, según el diccionario, la ofrenda a una deidad en señal de homenaje o expiación; la matanza de animales o de personas; el peligro o trabajo graves a que se somete una persona; y, por último, la acepción más benévola de todas: el acto de abnegación por la vehemencia del amor. Recordemos el sacrificio más famoso de todos: Dios pidiéndole a Abraham que sacrifique a su propio hijo para que le demostrara su obediencia.
¿Cuál de todas estas nos está pidiendo el gobierno a los argentinos?,¿es el sacrificio un concepto político? ¿O efectivamente solo puede ser, lo sacrificial, un acto de fe? ¿El presidente quiere que lo amemos? ¿Que lo obedezcamos? ¿Que le entreguemos nuestros derechos civiles y sociales como expiación de tanta joda loca como tener vacaciones pagas, obra social, comer un asadito con vino el domingo?...
Aquí, otra nota relacionando boludeces de mentes afiebradas con cuestiones sociales que competen a nuestras vidas... al fin de cuentas, no parece tan alejada las ideas de los terraplanistas que aún sostienen, irracionalmente, que la tierra es plana.
Referido a este tema, copio parte de la interesantísima nota que inspiró este comentario, tomado de la columna del programa de radio La Otra Y para escuchar el programa completo, clickeen acá...
Terraplanismo, macrismo y muerte de la verdad
Mientras el Felino Macri pelea por mejorar una imagen cada vez más asfixiada por la economía y el descontento social, volvió de hechar tierra para sepultar la verdad, y dejar su huella en una de las tantas empresas que visitó para felicitarlos y desearles "éxito". Se trata de la firma Noroghi, visitada por Macri en septiembre y cerrada por su dueño en enero. Tras prometer aumentar la planta de empleados, el empresario dejó de pagar los sueldos y ahora todos están virtualmente despedidos. Esa es la diferencia entre la posverdad y la verdad cruda y neta. Y ahí nos damos cuenta del verso duranbarbeano que dice que "la verdad no existe".
Hace pocos días se hizo la primera convención de terraplanistas argentinos. Es un grupo de papanatas que sostienen que la Tierra es plana y que existe una conspiración a nivel internacional para ocultarlo. Comentábamos esto en el comienzo de nuestra emisión más reciente de La otra.-radio. Los terraplanistas no son el único grupo oscurantista de los que proliferan en el siglo xxi. Se me ocurrió que puede resultar sorprendente que en el momento de máxima tecnologización de la vida humana estos grupos oscurantistas encuentren tantos adherentes. Pensándolo bien no es tan sorpresivo: depender de la tecnología no nos hace más racionales, como podrían haber creído los positivistas del siglo xix. Al contrario, es posible que la eficacia de la técnica pueda acrecentarse totalmente disociada de la capacidad humana del discernimiento, puesto que el objeto de la técnica no es la verdad sino la eficacia.Oscar Cuervo
Y así es como "la verdad" se nos cae encima, como les cayó a los trabajadores las paredes de la escuela que estaban construyendo (que debería convertirse en la escuela Primaria Nº11 de Villa Soldati, pensada para paliar la falta de vacantes que sufren los habitantes de la zona sur de la Ciudad) ¿quizás lo que cayó fue el intento de crear una educación de mentira?. Esta es la verdad tangible, que duele en nuestra carne, nuestra piel y nuestros huesos, y no un invento de TV o una campaña de la red. Y hay mucha diferencia aunque muchos aún no logren discernir entre lo que perciben y lo que les inventan en sus dulces cabecitas.
Y es que no solamente hay condiciones para que desde los laboratorios se ensayen campañas donde se fabriquen lavadoras de cabezas, al fin de cuentas las huestes amarillas tienen que intentar captar el voto en condiciones desfavorables, con una gestión espantosa y sin indicadores positivos para ofrecer, que sean además perceptibles para el común de la gente en su vida cotidiana. Eso es entendible, lo peor es que hay quienes están sedientos de ser víctimas de ese engaño. de cualquier engaño, el tema es ser engañado. Ya lo dijo muy bien Durán Barba: "El electorado está compuesto por simios con sueños racionales que se movilizan emocionalmente. Las elecciones se ganan polarizando al electorado, sembrando el odio hacia el candidato ajeno… Es clave estudiar al votante común, poco informado, ese que dice “no me interesa la política”. El papel de los medios es fundamental, no hay que educar a la gente. El reality show venció a la realidad..."
De cara a las elecciones de éste año, el panorama es crítico para el amarillismo: el ajuste es impiadoso, los indicadores económicos son catastróficos, sus consecuencias sociales (en términos de deterioro del poder adquisitivo de los salarios, y perspectivas de pérdidas de empleos) aun peores, y para empeorar las cosas, el delicado equilibrio financiero alcanzado a fuerza de destrozar toda actividad productiva parece a punto de romperse nuevamente; con otra corrida cambiaria de alcances y magnitud imprevisible. En ese marco, no extraña que el gobierno apele a desvirtuar los datos concretos de la realidad, a tapar lo que no puede mostrar, tal como lo indicaba la arenga presidencial en el Congreso, y lo están mostrando las piezas de imaginería surgidas de la maquinaria comunicacional oficialista, que apela al "voto sufrimiento": una especie de llamado a la abnegación ciudadana, a la comprensión de la necesidad de hacer ciertos sacrificios hoy, para poder asegurarse mañana un futuro venturoso. Ni más ni menos que el viejo cuento del neoliberalismo, de la zanahoria de un mañana mejor, atada al extremo del palo del ajuste cruel, en el presente.
El "sacrificio" es, según el diccionario, la ofrenda a una deidad en señal de homenaje o expiación; la matanza de animales o de personas; el peligro o trabajo graves a que se somete una persona; y, por último, la acepción más benévola de todas: el acto de abnegación por la vehemencia del amor. Recordemos el sacrificio más famoso de todos: Dios pidiéndole a Abraham que sacrifique a su propio hijo para que le demostrara su obediencia.
¿Cuál de todas estas nos está pidiendo el gobierno a los argentinos?,¿es el sacrificio un concepto político? ¿O efectivamente solo puede ser, lo sacrificial, un acto de fe? ¿El presidente quiere que lo amemos? ¿Que lo obedezcamos? ¿Que le entreguemos nuestros derechos civiles y sociales como expiación de tanta joda loca como tener vacaciones pagas, obra social, comer un asadito con vino el domingo?...
Aquí, otra nota relacionando boludeces de mentes afiebradas con cuestiones sociales que competen a nuestras vidas... al fin de cuentas, no parece tan alejada las ideas de los terraplanistas que aún sostienen, irracionalmente, que la tierra es plana.
Referido a este tema, copio parte de la interesantísima nota que inspiró este comentario, tomado de la columna del programa de radio La Otra Y para escuchar el programa completo, clickeen acá...
Terraplanismo, macrismo y muerte de la verdad
Hace pocos días se hizo la primera convención de terraplanistas argentinos. Es un grupo de papanatas que sostienen que la Tierra es plana y que existe una conspiración a nivel internacional para ocultarlo. Comentábamos esto en el comienzo de nuestra emisión más reciente de La otra.-radio. Los terraplanistas no son el único grupo oscurantista de los que proliferan en el siglo xxi. Se me ocurrió que puede resultar sorprendente que en el momento de máxima tecnologización de la vida humana estos grupos oscurantistas encuentren tantos adherentes. Pensándolo bien no es tan sorpresivo: depender de la tecnología no nos hace más racionales, como podrían haber creído los positivistas del siglo xix. Al contrario, es posible que la eficacia de la técnica pueda acrecentarse totalmente disociada de la capacidad humana del discernimiento, puesto que el objeto de la técnica no es la verdad sino la eficacia.Oscar Cuervo
De manera que la multiplicación de los oscurantistas en la era digital sería un corolario esperable, una vez que se volvió parte del sentido común la doctrina nietzscheana de que la verdad no existe y todo es interpretación, así como los diversos modos de interpretacionismo y la vulgata foucaultiana que reduce la verdad a una construcción social resultante de las relaciones de poder. Si todo es interpretación, la esfericidad de la Tierra bien podría ser una interpretación impuesta por el poder científico dominante y los terraplanistas harían uso de su libertad de enarbolar una disidencia astronómica reivindicable. Una derivación algo farsesca de todos los relativismos y constructivismos postmodernos: la Tierra no es esférica sino que depende de cómo la diversidad de los terráqueos quiera que sea. El detalle más curioso es que la convención de terraplanistas argentinos se hizo en la localidad de... ¡Colón!
Nuestro columnista brasileño, Henrique Júdice, nos dice que en Brasil los terraplanistas están desde hace tiempo, ya que ese país hace mucho que importa cualquier locura conspiranoica proveniente de EEUU. Hasta el punto de que quien encabeza la facción iluminista del gabinete de Bolsonaro, el Ministro de Ciencia y Tecnología, que fue astronauta y vio la Tierra desde el espacio, se desespera ante la convicción que manifiesta otra ministra de ese gabinete que adhiere al terraplanismo. Nada raro en un gobierno que triunfó con la ayuda de las más aberrantes fake news que, después de todo, son interpretaciones. Acá no tenemos teraplanistas en el gobierno, pero hay gente que cree en las cosas que dice Lilita Carrrió, de manera que tan lejos no estamos.
Júdice nos cuenta que la parte del gabinete de Bolsonaro más vinculada a las iglesias evangélicas sostiene la necesidad de que en las escuelas se enseñe el creacionismo y ahora ya van por la enseñanza de la Tierra plana. Según él en Brasil hay una explicación para esto que no se aplica tanto a Argentina. En su país nunca hubo una democratización efectiva de la enseñanza pública, por lo que se pasó bruscamente de un estado de analfabetismo hasta una cultura televisiva y luego digital, sin haber atravesado una etapa de la cultura letrada. Es cierto que en Argentina, sobre todo en Buenos Aires, hay una extensa tradición de ilustración y escuela pública que proviene ya desde el siglo xix. Tan cierto como que el macrismo quiere terminar con esa tradición.
De manera que la multiplicación de los oscurantistas en la era digital sería un corolario esperable, una vez que se volvió parte del sentido común la doctrina nietzscheana de que la verdad no existe y todo es interpretación, así como los diversos modos de interpretacionismo y la vulgata foucaultiana que reduce la verdad a una construcción social resultante de las relaciones de poder. Si todo es interpretación, la esfericidad de la Tierra bien podría ser una interpretación impuesta por el poder científico dominante y los terraplanistas harían uso de su libertad de enarbolar una disidencia astronómica reivindicable. Una derivación algo farsesca de todos los relativismos y constructivismos postmodernos: la Tierra no es esférica sino que depende de cómo la diversidad de los terráqueos quiera que sea. El detalle más curioso es que la convención de terraplanistas argentinos se hizo en la localidad de... ¡Colón!
Nuestro columnista brasileño, Henrique Júdice, nos dice que en Brasil los terraplanistas están desde hace tiempo, ya que ese país hace mucho que importa cualquier locura conspiranoica proveniente de EEUU. Hasta el punto de que quien encabeza la facción iluminista del gabinete de Bolsonaro, el Ministro de Ciencia y Tecnología, que fue astronauta y vio la Tierra desde el espacio, se desespera ante la convicción que manifiesta otra ministra de ese gabinete que adhiere al terraplanismo. Nada raro en un gobierno que triunfó con la ayuda de las más aberrantes fake news que, después de todo, son interpretaciones. Acá no tenemos teraplanistas en el gobierno, pero hay gente que cree en las cosas que dice Lilita Carrrió, de manera que tan lejos no estamos.
Júdice nos cuenta que la parte del gabinete de Bolsonaro más vinculada a las iglesias evangélicas sostiene la necesidad de que en las escuelas se enseñe el creacionismo y ahora ya van por la enseñanza de la Tierra plana. Según él en Brasil hay una explicación para esto que no se aplica tanto a Argentina. En su país nunca hubo una democratización efectiva de la enseñanza pública, por lo que se pasó bruscamente de un estado de analfabetismo hasta una cultura televisiva y luego digital, sin haber atravesado una etapa de la cultura letrada. Es cierto que en Argentina, sobre todo en Buenos Aires, hay una extensa tradición de ilustración y escuela pública que proviene ya desde el siglo xix. Tan cierto como que el macrismo quiere terminar con esa tradición.
Júdice piensa que los EEUU exportan pseudociencias y fanatismos religiosos porque el establishment estadounidense no puede afrontar sus debilidades incrementando el nivel de conocimiento de su propia población, ya que si este nivel aumentara, si el pueblo norteamericano fuera más consciente y menos alienado de lo que es, el sistema mismo no sería capaz de sostenerse. Así lo resuelve exportando sus debilidades y volviendo a los otros países más débiles que ellos. (Se me ocurre ahora que el cine norteamericano sería en parte un vehículo de esta neobarbarie, pero no lo digo porque algunos allegados cinéfilos pueden sentirse ofendidos).
Si la tesis de Júdice es compatible con el crecimiento de pseudociencias en la Argentina, podemos explicar en qué sentido el gobierno cambiemita se ha abierto al mundo del siglo xxi, en el que la verdad no existe y todo es interpretación. Durán Barba, Alejandro Rozitchner o Elisa Carrió, sin ser miembros de las iglesias evangélicas, son entusiastas promotores del pensamiento mágico que se huele en los desvaríos de los discursos presidenciales. Una vez más, la víctima sacrificial el la verdad.
Con la misma soltura con que alguien afirma que la Tierra es plana, puede otro cualquiera decir que Cristina se robó dos PBI y habrá oyentes dispuestos a creerlo.
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