#porlalibre episodio 11. Esta semana abordamos la robótica aplicada al contenido —y a sus candados—. Máquinas, software y algoritmos hoy peinan las redes digitales en busca de a quién demandar; se utiliza software para detectar plagios en las universidades y centros de investigación, como se emplea para recorrer YouTube íntegro en busca de algún videíto que desconectar. Y pronto este panorama llegará al choque con los otros bots: los que producen el contenido en este mundo en que un algoritmo y el big data ya son capaces de escribir mejor que tú. ¡Pasen a escuchar!
Si antes el autor agraviado por los malvados piratas tenía que andar buscando manualmente a sus agresores, hoy lo hace un software que, además, también genera automáticamente los documentos necesarios para iniciar los procesos de demanda legal. Que la tecnología sirve a los intereses de los poderosos es casi una perogrullada; ponerla a perseguir piratería y otros usos “indebidos” de la información era cuestión de (poco) tiempo. Se trata de los “copyright bots” que andan por ahí cazando usos “no autorizados” de contenido, y que son capaces de llegar a situaciones francamente de comedia robótica (como la posibilidad de que una persona se demande a sí misma).
Del otro lado del espectro tecnológico, en la era del big data, las reglas que codifican el lenguaje pueden ser usadas por la máquina para generar contenido que puedas leer (ya en 2016 el Washington Post generaba más de 800 artículos automáticamente, es decir, sin que interviniera un ser humano en la investigación ni la redacción de la nota). Programas como Quill o Heliograph pueden generar “artículos bien escritos y bien fundamentados” (lo que definitivamente supera las capacidades de muchos periodistas).
¿Cómo resistirnos a esto? “Es el momento de la poesía”, dice @AlxRubio: “retar al lenguaje, descomponerlo, revolverlo, experimentarlo y llevarlo más allá de las máquinas”. ¡Pasen a escuchar!
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