La construcción de discursos a través de los medios de comunicación, a partir de las ideas que estos difunden (o implantan), sean estos escritos, orales, gráficos o digitales, no es algo nuevo. Constituye una problemática propuesta a la discusión hace tiempo, permitiéndonos repensarnos y reconstruirnos en relación a los imaginarios que generan esas ideas acerca de nuestra realidad y el mundo que nos rodea.
La cartografía, el método por excelencia de representación de los territorios, no es ajena a esta cuestión, ya que ha sido utilizada a lo largo de la historia no sólo como un poderoso medio de construcción de imaginarios sobre el espacio que habitamos, sino también de formación de poder sobre los mismos y como instrumento de validación de las lógicas dominantes en los territorios que representan.
¿Por qué no podríamos estar en el centro de nuestros mapas? ¿Quién dijo que el norte está arriba? Planisferio elaborado por IGN utilizando proyección Aitoff. |
En estas construcciones discursivas, la cuestión política cumple un rol fundamental. La construcción de los idearios sobre lo que es, y lo que no es, un territorio, opera en los sentidos de pertenencia, visibilización e invisibilización de actores sociales y sus lógicas, desde los antiguos reinos hasta nuestros días.
En la época de la conquista europea los adelantados eran acompañados por un relator de viajes que cartografiaba con detalle las tierras exploradas para su posterior dominación, dando a los mapas un uso militar y político clave. Otro ejemplo de ello, muy caro al sentimiento de nuestro país, y con el que se disputa cotidianamente la soberanía, es el caso Malvinas. Un ejercicio no tan consciente, pero sí practicado por muchos, casi instintivamente revisamos los mapas nacionales asegurándonos que ese territorio colonial reclamado al imperio británico sea reconocido como de soberanía argentina. Tenemos ejemplos cotidianos del castigo que implica para quienes no reparan en ello. Tan sólo en los últimos días una maestra fue denunciada por el CECIM por no revisar un mapa utilizado en el dictado de sus clases. En estos meses también ocurrió un escrache virtual al diseño de una camiseta de la selección de fútbol, realizado por algún español para una empresa extranjera, que aludía con la denominación sajona al archipiélago.
La consolidación de los estados nacionales utilizó los mapas como una forma de construcción del imaginario social sobre la nación. Un ejemplo sencillo y cercano es el mapa argentino tal como lo conocemos hoy, el cual recién tomó la forma que cualquier compatriota puede reconocer, con la generación del 80. Aparte del cierre del ciclo de disputas entre unitarios y federales, por el cual se buscaba consolidar una imagen de unidad territorial para el país; la mal llamada conquista del desierto, había anexado la mitad del territorio que se alzaba como la nueva nación Argentina y ese territorio debía ser validado. Se dice que la historia la escriben los que ganan y la cartografía es parte de ese proceso, llevando hasta el día de hoy al estudio en escuelas de mapas de pueblos originarios situados en un pasado remoto, pero no de su distribución actual como parte de la realidad del siglo XXI, invisibilizándolos y con ellos a sus luchas, sus reclamos y su propia identidad.
Plano general de la nueva linea de fronteras sobre la Pampa Elaborado por el Sargento Mayor Wysocki, Jordan por orden del Ministro de Guerra y Marina Coronel Adolfo Alsina. |
La cartografía goza no obstante de un prestigio en su representación del territorio que pocas veces objetamos en sus intencionalidades y los mensajes que transmite. El ocultamiento de los sectores populares, especialmente los más desprotegidos y el realce de los sectores más pujantes o poderosos; borrar del mapa al derrotado y reafirmar al ganador, es una práctica internalizada y se refleja en la construcción de mapas con técnicas tan simples como poner o quitar una referencia en el mismo, marcando qué hay y qué tiene mayor importancia con un simple cambio en el tamaño de letra o una omisión de representación con las más variadas fundamentaciones. ¿Cuántas veces hemos pasado por alto la ausencia de pueblos o barrios en un mapa sin cuestionarnos el por qué?. Esas representaciones forman parte de una construcción ideológica poderosa que determina y condiciona la concepción de nuestros espacios, su historia, el conocimiento que de ellos tenemos y consecuentemente nuestra identidad y accionar cotidiano.
Hasta el mapa miente titulaba Eduardo Galeano en su crítica referida a la proyección Mercator, de gran difusión en los planisferios de los sistemas escolares, implantando una visión eurocentrista del mundo. El escritor, con su síntesis y justeza de palabras, de la cual carezco, mostraba en un par de párrafos la fuerza de un dispositivo cartográfico para construir y transmitir por generaciones un imaginario de dominación.
Estas cuestiones solemos ponerlas a debate en la cátedra de cartografía de la carrera de Geografía, y en ese contexto, hace unos días un estudiante me comentó que quería acceder a unos mapas publicados por el Instituto Geográfico Nacional. El hecho que sea el ex Instituto Geográfico Militar no hace otra cosa que reforzar el planteo de la importancia político estratégica dada a la construcción de imaginarios y poder a través de la cartografía, lo cual no es obviamente exclusivo de nuestro país.
Para quien lo desconozca, el IGN es la autoridad cartográfica máxima de nuestro país, y ello implica que todo mapa publicado en referencia a nuestros territorios debería ser supervisado por la entidad estatal. Pero lo importante en nuestro caso está en que el IGN es quien genera la cartografía oficial que funciona como una guía u orientación para el resto de la cartografía. Es decir, quien quiera encontrar la cartografía validada más precisa y completa recurrirá al mismo.
La consulta del estudiante versaba sobre un atlas histórico que publica el instituto en su sitio oficial, el cual, con gran calidad de imagen y estética ofrece algunos mapas antiguos publicados por la entidad. Al ingresar, como hacemos la mayoría, me dirigí a los territorios más conocidos y me puse a mirar los mapas de la provincia de Buenos Aires. El primero de ellos, era un mapa físico político de 1893 en el que me detuve brevemente en las tramas urbanas y la representación selectiva de algunos elementos distintivos de la geomorfología. El segundo, un mapa de 1907, no me resultó muy novedoso, salvo por una referencia en el partido de La Plata, en el que se apuntaba con tipografía grande y mayúscula CAPITAL, un término que en mi imaginario hizo ruido brevemente, ya que crecí con el concepto de Capital Federal y recuerdo ver los mapas en los que esa palabra se reservaba para la actual CABA. Capital, no suele ser una referencia para mi ciudad, como tampoco lo es la mención a su condición de cabecera de provincia; lo ha sido siempre para el territorio porteño. El peso de la gran metrópolis siempre ha dejado a la sombra a los y las platenses y bonaerenses. El tercer mapa, de 1926, quizá por su estética recargada lo pasé de largo.
Atlas de Cartografía histórica IGN - Mapa de la Pcia. de Buenos Aires 1907. Acercamiento a la Plata. |
Sin embargo, fue el cuarto mapa el que realmente llamó mi atención, no por la estética o los datos, ya que es muy similar a otros más recientes que aún hoy visten las oficinas públicas de la provincia, pero elaborados por la Dirección de Geodesia, autoridad cartográfica provincial hasta hace pocos años. El mapa en cuestión fue elaborado por el Ejército Argentino en 1953 y al acercarme al AMBA, algo me resultó raro. En seguida noté que era: LA PLATA, no tenía la misma tipografía que el resto del mapa, sino que el nombre estaba escrito con rotulador, al acercarme más confirmaba que estaba hecho sobre un sector que con claridad había sido borrado previamente.
Atlas de Cartografía histórica IGN - Mapa de la Pcia de Buenos Aires 1953. Acercamiento a la Plata. |
Los mapas cuentan historias, y también las ocultan. A estas alturas más de un/a peronista ya habrá anticipado el motivo de este escrito. La ciudad fundada por Dardo Rocha, un año antes a la edición del mapa fue rebautizada bajo el nombre de Eva Perón en homenaje a la abanderada de los humildes tras su fallecimiento. La misma ciudad en que se casaron Juan Domingo Perón y Evita y que contara con emblemas del peronismo como la República de los Niños. Esa denominación sería adoptada por la Universidad local, los clubes y entidades que incorporaban a la ciudad en su nombre. Así, por ejemplo, la UNLP por aquellos años pasó a llamarse Universidad Nacional de Eva Perón, en el mismo período histórico que los estudios superiores comenzaron a ser de acceso libre y gratuito.
En 1955, tras el derrocamiento del General Perón, la Junta Consultiva Nacional, formada bajo la dictadura cívico militar encabezada por Lonardi y Aramburu, establecería la prohibición del uso de los nombres de los líderes del movimiento peronista. La proscripción del peronismo y la persecución a sus militantes, sus logros y sus símbolos, se ejecutó sin ningún ocultamiento. La oligarquía venía a poner las cosas en su lugar y entre ellas la capital bonaerense debía recuperar su nombre fundacional. La grosería de borrar el topónimo EVA PERÓN en el impreso en lugar de modificar la nomenclatura en la transparencia que se elaboraba como una capa de dibujo a superponer, igual que lo hacemos hoy digitalmente en los sistemas de información geográfica habla por sí misma. Da cuenta de la intencionalidad de construir una identidad del territorio tal como lo concebía la dictadura y suprimir la identidad nacional y popular a la que venía a combatir, también muestra su pretendida impunidad en el acto deliberado de intentar “borrar al peronismo del mapa”.
Fuentes Consultadas:
Atlas de Cartografía Histórica de la República Argentina – Instituto Geográfico Naciona – IGN. Disponible en https://www.ign.gob.ar/cartografia-historica/
Cartografía histórica argentina – Archivo General de la Nación Disponible en https://www.argentina.gob.ar/interior/archivo-general/cartografia-historica
David Rumsey Map Collection – Disponible en https://www.davidrumsey.com/
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