#Músicaparaelencierro. Roberto I. Quesada nos trae otra vez al Vampiro alemán Klaus Schulze, el que quizás sea su disco más representativo. El octavo disco del maestro de la música electrónica cósmica, representante máximo de la Escuela de Berlín en los años 70 junto a Tangerine Dream, ícono indiscutido del Krautrock y la música experimetal en su segunda obra maestra después de su tributo a Wagner y una referencia indiscutida para adentrarnos a la amplia obra del Vampiro alemán. Aquí, uno de los máximos exponentes de la música electrónica y también del space rock, y de muchas otras vertientes experimentales, reunidas en una sola obra.
Artista: Klaus Schulze
Álbum: Mirage
Año: 1977
Género: Electrónica / Krautrock
Duración: 57:44
Referencia: Discogs
Nacionalidad: Alemania
Si hay algo que caracterizaba a la música alemana en la década de los 70 fue su alto grado de experimentación. Curiosamente en la movida del rock alemán, muy pocos grupos incluían lirica en sus composiciones -a excepción de Novalis o Eloy solo por mencionar algunos- casi la mayoría de estos "krautrockeros" se enfocaron más en la música de vanguardia, en la experimentación sónica, la musique concrete, la electrónica primitiva, tape musik y por supuesto la música cósmica [kosmische musik] en la cual Klaus Schulze ocupa un espacio altamente reconocido.
En enero de 1977 KS edita su segunda obra maestra, después del planeador tributo a Wagner, Timewind (1975), aunque en el medio esta "Moondawn" (1976) con matices más "rockeros" [de hecho, es el favorito de muchos progheads], sin embargo, este no posee la delicadeza ni el manejo de texturas musicales que están incrustadas en las dos piezas de Mirage.
En esta triada de discos hay muy poco del Schulze primigenio, no hay experimentos de órgano ni zumbidos psicodélicos, sino más bien existe una serie de paisajes épicos-meditativos-sinfónicos-electrónicos que se perciben nota a nota y donde cada persona pone de su parte para poder "interpretarlos". En palabras del mismo KS: "La música para mí, es una especie de fondo para un retrato mental donde cada persona hace su interpretación".
El disco motivo de este comentario, se divide en dos partes bastante diferenciadas pero que forman parte de un concepto tipo "viaje aterciopelado interplanetario a una galaxia desconocida donde existe un planeta gélido con un gran lago de cristal en medio de un clima invernal"...más o menos se podría definir así!. El manejo que hace Schulze de las capas de sonido es envolvente [esas notas sostenidas de Mellotron en el track 1], los tonos que identifican cada parte son electrónicos en demasía, las texturas musicales onduladas que dibujan tanto el Arp como el Mini-Moog son etéreas y en la primera sección del track 2 se percibe una clara influencia de Terry Riley/Steve Reich donde un minimalismo cadencioso y de ciencia ficción se hace presente.
Temas:
Velvet Voyage (28:20)
Crystal Lake (29:12)
Los primeros 6 minutos de "velvet voyage" evocan un poco a la parte media de "Echoes" de Pink Floyd, luego las texturas se van transformando en una especie de crescendo donde el dulce sonido de mellotron hace su parte; en el intermedio se comienza a percibir algunos motivos musicales del siguiente tema como por ejemplo la "signatura arpegiada".
Sin duda alguna "cristal lake" es uno de los mejores temas que ha compuesto Schulze en toda su carrera. Una extensa intro con sonido de glockenspiel electrónico que se realza por sus variaciones y loops, nos deja la cabeza fracturada [su sonido emula a cientos de vasos de cristal], para luego enfrascarnos en un suave y eterno recorrido con sonidos atmosféricos a base de moog y farfisa hasta llegar a una variación de la primera sección solo que más rápida. Que forma de usar el sequencer!!
Roberto I. Quesada
Cuando uno empieza a escuchar obras de este estilo musical que acuñaron los alemanes en los setenta, llámese krautrock en términos demasiado generales, Escuela de Berlín para ser más precisos, o música cósmica si hablamos en plata, la tendencia es pensar que todo suena muy parecido. La tendencia era publicar álbumes con un par de temas, cuatro o cinco como mucho, largos, de ritmo empecinado y orientados al trance. Y gustan, por supuesto, pero a la hora de la verdad hay que profundizar muy mucho en cada título, y en cada artista, para empezar a vislumbrar las diferencias entre unos y otros. Klaus Schulze se caracteriza, al menos a mi entender, por ser uno de los músicos del movimiento con más tendencia a la frialdad y a la creación de atmósferas inquietantes. También suele echar mano de algún instrumento acústico, sobre todo el violonchelo.
Mirage podría considerarse un álbum de una segunda etapa dentro de su trayectoria personal, bastante menos oscurantista que sus primeros trabajos Irrlicht y Cyborg; incluso algo tardío respecto a los trabajos más representativos del movimiento, como los pertenecientes a los "años rosas" de Tangerine Dream. No obstante, Mirage no tiene nada que ver con lo que ya tramaba la troupe de Edgar Froese de cara a los ochenta, o Jean Michel Jarre encerrado en casa con sus trastos. Se trata de un trabajo muy electrónico, un juego constante entre ambientes estáticos bien trabajados y ritmos de secuenciador (mitades primera y segunda respectivamente del primer tema, Velvet Voyage), y lentos y fascinantes fraseos cristalinos (segunda pieza, Crystal Lake). Cada uno de los dos temas de Mirage está dividido en distintos movimientos que difícilmente puede uno ir distinguiendo según los escucha.
Velvet Voyage se compone en teoría de los sub-temas 1984, Aeronef, Eclipse, Evasion, Lucid Interspace y Destination Void, mientras que Crystal Lake contendría Xylotones, Chromewaves, Willowdreams, Liquid Mirrors, Springdance y A Bientot. La edición en CD de 2005 incluye un tema extra, In Cosa Crede Chi Non Crede?, que no formaría parte del álbum estrictamente hablando. La verdad es que los fans no se pueden quejar de los remasters de esta discografía, ya que suelen meterles estos temas inéditos que rondan la media hora o más. A eso le llamo yo "bonustrack".
Comentado Mirage, y para concluir, quizá valdría la pena explicar a los neófitos qué tienen de bueno o de interesante estos álbumes tan raros de música electrónica, que tanto se alejan de la música convencional de hoy en día, incluso de la electrónica del momento. Lo que a mi me gusta es tanto los álbumes en sí como las cosas a las que te obligan. Te obligan a relajarte previamente (ojo, no es música de relax) para apreciarlos, porque no son álbumes que contengan detalles: son todo detalles acumulados, puras sutilezas técnicas más allá de melodías o estribillos. Hay que estar tranquilo, libre de obligaciones y totalmente entregado para juzgar con justicia uno de estos trabajos, y no vale andar leyendo revistas o cosas así mientras se escuchan. No sirven como música de fondo para ninguna otra cosa, porque para dejarlos entrar en nuestra mente exigen dedicación absoluta durante el tiempo que duran. Cada álbum y la situación a la que nos invita, esa es la experiencia completa. Quizá sea por la vida tan ajetreada que llevamos muchos, por lo que estos pequeños refugios artísticos nos son tan preciados.
Y bueno, hay mucha gente que ha escrito sobre este disquito que hoy presentamos en el blog cabezón.
Mirage es un trabajo dividido en dos suites radicalmente distintas entre sí. La cara A del viejo vinilo la ocupa "Velvet Voyage", dividida a su vez en seis partes tituladas "1984", "Aeronef", "Eclipse", "Exvasion", "Lucid Interspace" y "Destination Void". Se trata de una magnífica pieza ambiental de una bella intensidad y estatismo hasta su ecuador. A partir de ahí, se empieza a dibujar un brillante fondo secuencial que nos prepara para la auténtica revelación del disco que es su segunda cara. La segunda suite, de casi media hora de duración, lleva el evocador título de "Crystal Lake" y se divide también en otros seis segmentos bajo los títulos de "Xylotones", "Chromewaves", "Willowdreams", "Liquid Mirrors", "Springdance" y "A Bientot".
"Crystal Lake" es uno de esos títulos que podría justificar toda una carrera, aunque el autor (que no es el caso) no hubiese compuesto una sola nota más. Se trata de un éxtasis de secuencias sintéticas de una sensibilidad exquisita. Una obra hipnótica, alejada del potente Schulze de "Moondawn" o "Timewind" con sus arrebatadores lineas de bajo. Sonidos cristalinos, reflejo del título de la pieza entrelazados en una interminable danza electrónica que, al igual que ocurre en los clásicos de la escuela minimalista norteamericana, con muy ligeras variaciones de unos compases a los siguientes, va transformandose continuamente en una pieza nueva.
Pero lo mejor para hacerse una idea de lo que estamos hablando es escucharlo. La edición original de "Mirage" contaba con esos 2 temas pero es fácil hoy hacerse con la edición remasterizada de 2005 en la que se incluye un tema extra grabado en la misma época que el disco y titulado "In Cosa Crede Chi Non Crede?"
Mirage posee todos los ingredientes que caracterizan la obra de Schulze durante los años 70, en especial en la etapa cumbre de la era analógica cuando toda la parafernalia instrumental había alcanzado su pico.
De usar solo órgano eléctrico para su debut Irrlicht en 1972, pasó en apenas cinco años a manejar una paleta sonora de amplias posibilidades, que en este álbum estuvo compuesta por un A.R.P Odissey, un A.R.P 2600 con secuenciador, dos Mini Moogs, un Micro Moog, un Poly Moog, un Moog CIIA con cuatro unidades y dos secuenciadores, un E.M.S. Synthi “A”, un Farfisa String Orchestra, un Farfisa Syntoschestra, un Farfisa Professional Duo Organ, tres teclados Crumar, dos P.P.C Synthi con secuenciador computarizado, doce filtros de octavas marca Moog, dos grabadores/reproductores de cinta marca Revox A77 Dolby con control de velocidad para eco, una unidad de Reverb A.K.G BX20 y otra BX15, un Phaser Compact “A” construido especialmente para él y un computador de voz con 100 diferentes sonidos de voces.
En otras palabras, el sueño de cualquier músico electrónico de la época y probablemente del siglo 21 también. Probablemente, un joven productor actual, que ha hecho carrera solo en la era digital, se le dificultaría manejar correctamente todo ese arsenal, para lo cual se debía poseer, además de las habilidades de músico, conocimientos técnicos.
Schulze fue en aquellos años el más osado de los músicos de cualquier rama de la música al retar de manera decidida las recomendaciones que indicaban que cada lado de un disco de vinilo no debería exceder de los 20 minutos.
La razón era y sigue siendo meramente técnica ya que un LP está compuesto por un surco en forma de espiral que la aguja debe leer y si el espacio se acorta se corre el riesgo que una aguja mal calibrada o de baja calidad brinque.
Desafiando dichas recomendaciones, llevó al extremo la duración de los lados de sus discos, componiendo temas que en varios casos se acercaban o llegaban a la media hora de duración. El sonido siempre fue de altísima calidad.
Es imposible disfrutar y comprender la música de Klaus Schulze sin dedicarle el tiempo que merece en condiciones adecuadas. Mirage consta de dos largas e hipnóticas composiciones, obras maestras de la música planeadora, cósmica y psicotrónica, y ambas se encuentran entre lo más delicado que ha compuesto.
Los 28 minutos, 18 segundos de “Velvet Voyage” se toman toda la cara A (divididas en 6 partes no tan fácil de distinguir), y a través de ese tiempo el autor nos hace viajar por parajes maravillosos que comienzan con un simple sintetizador y terminan con una muy bien urdida telaraña sonora que nos envuelve y trasporta en un viaje aterciopelado.
Es una de las obras más delicadamente desarrollada de su vasta obra y representa uno de los puntos álgidos de la electrónica de los 70.
Al darle vuelta al LP (ritual único), nos encontramos con los casi 30 minutos de “Crystal Lake” (subdividida también en seis partes), prístina composición que comienza con un sonido limpio, casi celestial, que poco a poco va siendo envuelto por capas de sintetizadores hasta convertirse en una sinfonía electrónica de alto contenido emocional.
Casi a los 18 minutos surge sutilmente el distintivo sonido del secuenciador para irse y regresar en el tramo final, recurso que comenzó a utilizar de manera notable en la obra maestra Timewind (1975).
Sin dudarlo, Mirage (cuyo título completo incluye el subtítulo Un paisaje electrónico invernal) podría ser considerado una de las obras cumbres de la electrónica, uno de los viajes cósmicos más placenteros que se hayan compuesto.
Klaus lo dedicó a su hermano Hans Dieter Schulze, quien murió durante la grabación. La reedición en CD de 2005, que fue la primera de la serie a cargo de Revisited Records, contiene el tema extra “In cosa crede chi non crede?”, otros 20 maravillosos minutos en alfombra mágica grabados seis meses antes y que fueron la base para para “Destination Void”, parte final de “Velvet Voyage”.
Klaus Schulze, el Wagner de la Electrónica, estaba en un momento particularmente creativo, con todavía varios discos únicos por llegar. Este en particular es un excelente punto de inicio para quienes aún no hayan descubierto el espléndido universo musical de este berlinés que cumplió 70 años en 2017.
Juan Carlos Ballesta
Lista de Temas:
1. Velvet Voyage (28:20) :
- a) 1984
- b) Aeronef
- c) Eclipse
- d) Exvasion
- e) Lucid Interspace
- f) Destination Vold
1. Crystal Lake (29:12) :
- a) Xylotones
- b) Chromwave
- c) Willowdreams
- d) Liquid Mirrors
- e) Springdance
- f) A Bientot
Alineación:
- Klaus Schulze / ARP Odyssey & 2600, Minimoog, Micromoog, Polymoog, Moog CIIS, EMS Synthi A, Farfisa String Orchestra & Syntorchestra, PPG Synthi, Farfisa organ, Crumar keyboards, computer sequencer, Fx, producer
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