En 2006 el paradero del Yamaha CP de Charly era una incógnita. Hasta hace meses: un combo de casualidades hizo que se iniciara su fina restauración. Seguimos con la historia que hemos empezado ayer, sobre el susodicho Yamaha CP70 de Charly.
Por Roque Di Pietro
Durante 1987 el CP se guardó y todas sus prestaciones fueron reemplazadas por el sintetizador digital Yamaha DX7 (presente en el set de García desde los shows de Piano bar). Regresó en los primeros meses de 1988, en la despedida del ciclo Parte de la religión en Obras. No obstante, el CP de esos Obras tenía un tapizado color blanco (se lo puede ver en “Viernes 3 AM”, por ejemplo) y fue un préstamo de Fito Páez; no será la única vez que el rosarino le preste el Yamaha a su ídolo.
En 1989, el CP de Charly volvió a escena durante las presentaciones de Cómo conseguir chicas: lo utilizaba en el tema 1 del show, “De mí”, adelanto de su futuro álbum. En 1990, fue una presencia clave para los conciertos de Filosofía barata y zapatos de goma, otra vez en el Gran Rex. Lo utilizó hasta el verano de 1991 y luego, mientras su propietario iniciaba un proceso de rabiosa transición, a los Yamaha CP 70 literalmente lo mandaron a guardar. Pasaron Ferro 91, el regreso de Serú Girán (rarísimo que no haya considerarlo incluirlo teniendo en cuenta que es el instrumento que acompañó toda la carrera del cuarteto), Ferro 93 y el ciclo de composición y puesta en escena de La hija de la lágrima y el CP brilló por su ausencia. Luego se inició formalmente el período Say No More y un instrumento de estas características (recordemos que hay que afinarlo cada vez que se desarma) no parecía tener cabida en el sistema de ideas espontáneas que pregonaba el estatuto noventoso del artista bautizado concepto constante. Los pianos durmieron en la sala de Fitz Roy hasta que un hecho policial los puso en consideración pública: a principios de 1999 ocuparon ilegalmente la casa-sala de ensayo de Charly y, antes de ser desalojados, los intrusos se llevaron muchos equipos e instrumentos, entre ellos un CP. Se lo vio al piano en el noticiero de ATC, en la cobertura del allanamiento del aguantadero donde estaban los equipos robados de Fitz Roy. Las cámaras del canal estatal captaron el momento en que dos policías cargaron la parte del arpa del CP, unos 90 kilos en manos de la ley.
Comenta Gabriel Ganem, asistente y mano derecha de Charly García entre 1997 y 2005:
Ganem: Recuperamos el CP luego de que tomaran la sala. Charly tenía y tiene un relación de amor con ese piano. Era como tener el Steinway de la casa en el escenario. Pero había un tema operativo que complicaba su utilización, porque se movía y había que afinarlo y lo que se estaba buscando, o lo que Charly quería, era tener las cosas de un modo más simple. Prefirió dejar el Yamaha a resguardo, que no esté tan expuesto, no quería que salga de su sala. Hasta que en el 2001, cuando cumplió 50, quiso tener dos pianos de cola enfrentados en el escenario. Ahí usamos una carcasa de piano que nos prestó Fito, negra, que tenía el espacio para ponerle un teclado. Charly quería un piano de 7 octavas y usamos un Roland D-70. Y volvió el CP: sus prestaciones son irremplazables.
Fito no solo prestó la escenografía pianística para contener un teclado electrónico, sino que el Yamaha CP 70 que se utilizó en el Coliseo era también de su propiedad, probablemente el mismo que García usó en 1988, ahora tapizado de rojo para que combinara con la estética de su álbum Naturaleza sangre. Es el mismo CP 70 rojo que se usó durante el regreso de Sui Generis (2000-2001) y que se vio en los dos Luna Park de julio de 2002 con que García presentó Influencia. Nada es casualidad: era el regreso de García al Luna Park desde 1985 y decidió usar como piano principal al Yamaha, como en sus noches de gloria presentando Clics y Piano bar. Tampoco es casual que esos shows (en los que debutó oficialmente el trío chileno) hayan funcionado como una vuelta de página en el tormentoso capítulo Say No More.
En diciembre de 2003, García volvió al Luna Park para presentar Rock and roll yo y el CP 70 negro y propio volvió a escena. Allí se quedó durante casi todo el 2004 en el que se amalgamó a la perfección con el trío chileno y el trío de cuerdas dirigido por Alejandro Terán.
Ganem: Decidimos sacar a la cancha el CP. Se lo comenté a Charly y la única pregunta que me hacía, a modo de condición para usarlo, era “¿Está afinado?”. Era como tener la pelota del mundial. Así fue el regreso del CP 70 al escenario de Charly. Y ahí quedó, aunque muchas veces lo llevábamos de gira, pero como no conseguíamos afinador salíamos con un teclado y el piano quedaba guardado con el backline.
En octubre de 2004 el CP y su dueño sortearon un tour de force inolvidable en el estadio de Ferro y bajo una lluvia torrencial. Ubicado en un escenario B al que se accedía a través de una pasarela, el Yamaha estaba desprotegido de cualquier resguardo y el diluvio le caía de manera contundente. Hasta allí fue García, no solo para seguir tocando bajo la lluvia (y nada menos que “Seminare”) sino para subirse encima del instrumento (nada raro, es lo que hizo desde el preciso momento en que lo compró) y entregar unas de las escenas más conmovedoras de la música popular de este rincón del mundo: las 10 millones de reproducciones de este video en YouTube en apenas dos años así lo indican. ¿Hubo riesgo de electrocución? “No”, aclara Gabriel Ganem. “Ya sabíamos que iba a llover y conectamos el piano con dos baterías de 9v en sincro. Charly usó todo inalámbrico. El CP 70 tiene como una cuerina, solo se mojó el teclado y sí quedó con mucha humedad. En los días posteriores lo dejamos en el sol y secó todo”.
El CP apareció por última vez en un escenario de García en la séptima función del ciclo Kill gil – Olvidate del rock nacional, realizado en La Trastienda y que puede entenderse como el fin de una era en la carrera y la vida del artista.
El año anterior había ocurrido otro episodio clave en diversas direcciones: la venta de la sala de Fitz Roy para terminar de mezclar Kill gil junto a Andrew Oldham en Nueva York. Mucho de lo que había en ese lugar fue a parar a un depósito de la calle Moreno, en el barrio de Balvanera. Allí quedó el arpa de uno de los dos Yamaha, guardado durante casi una década y media. Pocos años antes, en el 2003, el otro CP (posiblemente el comprado en el 78, el que tiene el bigote pintado) guardado en el anvil histórico de Serú Girán fue depositado en el taller del restaurador y afinador Roberto Rovira, que lo guardó y esperó instrucciones. En algún momento, Rovira envió algún mensaje hacia Coronel Díaz a la espera de alguna indicación, pero fue en vano: no hubo señales que le dijeran qué hacer con el legendario instrumento que se encontraba en precarias condiciones. Rovira lo dejó en un rincón y continuó con sus cosas. “El piano que me dejaron a mí estaba muy castigado, especialmente en la electrónica, con la plaqueta partida por la mitad y fuera del piano”, recuerda Rovira.
Cuando en el segundo semestre de 2020 la cuarentena se relajó en Capital Federal, Roberto Rovira fue a la casa del pianista Guido Spina a afinarle el instrumento. Spina, aplicado investigador de la obra de Charly García (probablemente pueda tocar de corrido todo su songbook, arreglos originales incluidos), hizo lo que todos los fans de este músico hacen en situaciones cotidianas: intentar llevar cualquier conversación —musicales o no— hacia Charly García. Fue en ese momento cuando Rovira le comentó a Spina que tenía en su taller desde hacía años el Yamaha de Charly. Spina pidió pruebas. Rovira sacó su celular y le mostró fotos: allí estaba el piano con el célebre bigote pintado por Calamaro. Más pruebas: la tecla del Re3 rota. CP 70 ya hay muchos en el país, solo uno tiene un Re descascarado y un bigote de dos colores en el lugar donde los japoneses estamparon su marca.
A continuación, la información del paradero del CP llegó a Gabriel Ganem, quien, si bien dejó de trabajar formalmente con Charly en 2005, nunca abandonó el contacto con Coronel Díaz. Ganem envío el mesaje: “Está el CP en lo de Rovira, listo para ser restaurado”. Poco después, el artista conocido como Charly García le respondió a su antiguo asistente: “Encontraste el tesoro. Recuperalo que lo quiero usar”.
Aprobado el presupuesto, Roberto Rovira y su hijo Andrés (con vuelo propio en la profesión) pusieron manos a la obra y en algo más de un mes el Yamaha CP 70 volvió a la vida. Eso sí: ahora es una combinación de los dos pianos que supo integrar el set de instrumentos Charly.
“Por suerte se conservaban las cuatro patas del instrumento”, describe Rovira padre. “Pero tuvimos que mandar a fabricar tres de los cuatro encastres e hicimos con un tubo de acero los refuerzos a las patas. También faltaban los ganchos para acoplar la parte del arpa con el teclado, que conseguimos con un fabricante local, Cuca Mamut. Reconstruimos el pedal, desde cero, fue lo último que hicimos. El sistema de apagadores estaba muy bien y la máquina se desarmó por completo. Había varios martillos rotos, unos cuantos se pudieron arreglar, pero otros no. Entonces Andrés fabricó una media docena de los cabezales que faltaban y para los palitos de los martillos faltantes se adaptaron unas piezas de un Steinway que había en el taller al que se le habían reemplazado todas las piezas. La regulación está hecha, falta hacer la varilla que conecta el pedal con el piano. Y no mucho más”.
En cualquier momento el Yamaha CP 70 regresa a Coronel Díaz o, mejor aún, viajará directo al estudio donde se dice que el artista graba nuevo material para un próximo disco.
A nadie debería llamarle la atención la materialización de un par de nuevos milagros en la Galaxia García.
Roque Di Pietro - Periodista y escritor. Autor de "Esta noche toca Charly" (Gourmet Musical).
Hace poco apareció en unos videos del zorro donde se puede ver el Re3 roto lo usó en el CKK 70 años.
ReplyDeleteNo sabía que tenía dos, eso explica por qué en Luna Park 83 no se ve la tecla rota, es el 'segundo'.
Y el moog donde estará??
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