Cuando la política se rinde a los pies del capital y los seres humanos son reducidos a la categoría de consumidores y votantes, cuyos suculentos datos se almacenan en los frigoríficos de las redes sociales, el pueblo es amaestrado e imita, consciente o inconscientemente, al burro que intenta alcanzar la zanahoria.
Las usinas de propaganda macristan despliegan el fabuloso relato que se contrapone no solo con los indicadores adversos que presenta el cuadro económico-social sino además con las mismas acciones de toda la conducción de Corporación Cambiemos S.A. que ha planteado una suerte de teatralización de la política. La política pasó a ser un montaje donde el presidente Marioneta se sube a un set televisivo para "viajar en micro con los vecinos" o se saca una foto "espontánea" con su esposa andando en bicicleta en Nueva York. La práctica del timbreo o las fotos "casuales" de María Eugenia Vidal comprando en un supermercado o de Macri comprando un regalo en una juguetería para el día del niño son otros tantos ejemplos de la teatralización de la política.
En su obra "Psicopolítica" (cde la que ya hemos habldo) del filósofo surcoreano Byung Chul Han, que concede al "dataismo" la relevancia de una nueva religión, nos dice:
Hoy los "políticos" de Corporación Cambiemos S.A. acusan al elevado endeudamiento de su enormemente limitada libertad de acción, porque no es posible liquidar las deudas, se perpetua el estado de falta de libertad.
Las usinas de propaganda macristan despliegan el fabuloso relato que se contrapone no solo con los indicadores adversos que presenta el cuadro económico-social sino además con las mismas acciones de toda la conducción de Corporación Cambiemos S.A. que ha planteado una suerte de teatralización de la política. La política pasó a ser un montaje donde el presidente Marioneta se sube a un set televisivo para "viajar en micro con los vecinos" o se saca una foto "espontánea" con su esposa andando en bicicleta en Nueva York. La práctica del timbreo o las fotos "casuales" de María Eugenia Vidal comprando en un supermercado o de Macri comprando un regalo en una juguetería para el día del niño son otros tantos ejemplos de la teatralización de la política.
En su obra "Psicopolítica" (cde la que ya hemos habldo) del filósofo surcoreano Byung Chul Han, que concede al "dataismo" la relevancia de una nueva religión, nos dice:
"Ya no trabajamos para satisfacer nuestras necesidades, sino para el capital. El capital genera sus propias necesidades, que nosotros, de forma errónea, percibimos como propias (...) La política acaba convirtiéndose de nuevo en esclavitud. Se convierte en un esbirro del capital. ¿Queremos realmente ser libres?"
Hoy los "políticos" de Corporación Cambiemos S.A. acusan al elevado endeudamiento de su enormemente limitada libertad de acción, porque no es posible liquidar las deudas, se perpetua el estado de falta de libertad.
Ya no trabajamos para satisfacer nuestras necesidades, sino para el capital. El capital genera sus propias necesidades, que nosotros, de forma errónea, percibimos como propias, y la política acaba convirtiéndose de nuevo en esclavitud. Se convierte en un esbirro del capital.
El votante, en cuanto consumidor, no tiene interés real por la política (...) Sólo reacciona de forma pasiva a la política, refunfuñando y quejándose. Por otro lado, el filósofo Byung Chul Han señala que la empresa de datos Acxiom comercia con información personal de unos 300 millones de ciudadanos estadounidenses, esto es, prácticamente todos. Asegura que esa firma sabe más de los individuos que el FBI. En Argentina, tenemos el sofisticado y eficiente manejo del marketing político que despliega Durán Barba y cía. que, entre otras cosas, dispone de 163 millones de pesos solo para administrar las redes sociales. La palabra "relato", antaño noción predilecta del periodismo corporativo para definir los tiempos kirchneristas, hoy parece estar extraviada por los grandes medios y justo en un momento en que la discursividad oficial alcanza ribetes de cinismo mayúsculo entre maratones de promesas incumplidas y anuncios rimbombantes para celebrar la profundización de la dependencia semicolonial del país. Que el PRO ha montado un espectacular relato lo prueban la cantidad de ideas fuerza o significantes que pueden ser directamente asociados al marketing de los globos de colores. Probemos con un inventario tentativo: pobreza cero, sinceramiento económico, integración al mundo, el mejor equipo de los últimos 50 años, diálogo, cambio, unión de los argentinos, juntos podemos, pesada herencia, segundo semestre, brotes verdes, lluvia de inversiones, revolución de la alegría. Un bombardeo discursivo que pareciera de tintes tragicómicos pero evidencian en realidad el eterno "doblepensar" con los que se adiestra al pueblo:
- El "sinceramiento tarifario" significa no sincerar los costos de producción que permite conocer los niveles de rentabilidad de las empresas proveedoras de servicios.
- La tan mentada vuelta al mundo no es más que el realineamiento de la Argentina con el sistema rentístico financiero internacional.
- El combate a la pobreza quiere decir más de un millón y medio de nuevos pobres.
- La "reparación histórica" para los jubilados va en camino de provocar el desfinanciamiento del sistema solidario de jubilaciones y pensiones.
En el mundo PRO las mayorías aparecen simplemente como un número en una planilla de Excel. Son la variable de ajuste de los tecnócratas. Y lo peor es que están “aprendiendo sobre la marcha” (Aranguren dixit). Semejante escenario no puede sino ser contrarrestado con una importante maquinaria propagandística que intenta tapar como puede el ajuste sobre los sectores populares y las clases medias. Para explicar este comportamiento podríamos gastarnos en análisis sociológicos sobre los componentes de clase del gobierno de Cambiemos y las características de su modelo de acumulación. En este caso optamos por la síntesis: ¡Macri gato!.
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