Philip Zimbardo, psicólogo social de la Universidad de Stanford, llevó a cabo en el año 1969 el siguiente experimento: Abandonó un coche en las descuidadas calles del Bronx de Nueva York con las placas de matrícula arrancadas y las puertas abiertas, y esperó a ver que sucedía. Pasaron tan solo diez minutos y comenzaron a robar sus componentes, mientras que tres días más tarde no quedaba nada que tenga valor. Luego de esto, lo que quedaba del vehículo empezó a ser destrozado. La segunda parte del experimento consistió en dejar un vehículo en condiciones parecidas en un barrio rico de Palo Alto, California. Allí no pasó nada y el auto estuvo intacto durante una semana. Zimbardo decidió hacer algunos pequeños destrozos al vehículo y esa fue la "señal" para que los honrados vecinos californianos hagan lo mismo que los del Bronx: comenzaron a saquearlo. Este experimento dio paso a la teoría de las "ventanas rotas", elaborada por James Wilson y George Kelling: si la ventana de un edificio aparece rota y no es arreglada con premura, no pasará mucho tiempo para que el resto de los cristales corran la misma suerte.
Por Horacio Pili
¿Cuál sería la explicación? Seguramente es divertido romper cristales, pero principalmente la razón es que la primera ventana rota deja un mensaje: "Aquí no hay nadie que cuide de esto". Por analogía desde hace ya más de 50 años a nuestra sociedad le viene sucediendo lo mismo en el devenir de su cotidianeidad.
A partir de un conocido experimento del psicólogo de Berkeley Phillip Zimbardo en 1967, los autores planteaban que el desorden y la criminalidad formaban parte de una cierta secuencia social, de modo que si una ventana se deja sin reparar, el resto de las ventanas pronto estarían rotas. Que el control social era tan importante como las reglamentaciones formales, y que la permisividad de determinadas conductas “incívicas” o “desviadas” conducían al colapso de los controles comunitarios, convirtiendo una comunidad en zona vulnerable a la “invasión criminal”. Su propuesta, de gran impacto en la comunidad científica, fue extensamente desarrollada en 1996 por sus colega G. Kelling y Catherine M. Coles en “Fixing Broken Windows: Restoring Order and Reducing Crime in Our Communities”.
Los medios de comunicación han tomado simbólicamente la forma del auto abandonado, donde todo el mundo lo naturaliza. Pero la gran diferencia radica en que los medios poseen vida y gran poder de influencia sobre nuestras psiquis, y han logrado que hayamos desistido de pensar, de leer, de investigar y juzgar por nosotros. Se dice, se discute y fundamenta en base a lo que se ve por TV o se escucha por radio. Repetimos a pie juntilla lo visto y escuchado. Somos el instrumento más eficaz y gratuito en esto de naturalizar un vidrio roto, es decir, dar por palabra única y santa lo que a diario nos venden.
Hay un muy rico dialogo de la weichafe Moria Millan y la antropóloga Rita Segato donde el intercambio de opiniones se basa en la actual decadencia de occidente, donde la derrota del patriarcado es la antesala para la desestabilización del estado como forma jurídica actual, y que las/os verdaderos protagonistas y artífices de este profundo cambio serán aquellas personas de dos espíritu de acuerdo a la cultura mapuche. Valga esto de ejemplo como manera de explicitar cómo tenemos que actuar como pueblo. Darnos cuenta que somos por que el otro es.
Es la comunidad la que nos da existencia y somos cada uno de nosotros los que hacemos vivir a la comunidad. No seamos el pueblo de Hamelin detrás del flautista.
Horacio Pili - Instructor de Formación Profesional, Sub jefe de área Centro de Formación Laboral N° 401 Tres Arroyos.
Horacio Pili - Instructor de Formación Profesional, Sub jefe de área Centro de Formación Laboral N° 401 Tres Arroyos.
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