Breve texto de Alberto Kornblihtt, único argentino miembro permanente de la Academia de Ciencias de Estados Unidos, director del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias e investigador superior del Conicet, quien no le rehuye a los debates que atraviesan la sociedad (como el aborto o el rol de la ciencia en el desarrollo político-económico) y quien nos dijera en referencia a los ajustes presupuestarios aplicados a la ciencia "la situación actual nos lleva a la muerte de la investigación experimental en Argentina", tratando de demostrar que no existe ningún país que haya podido prescindir de la ciencia y la tecnología para mejorar su situación. Aquí, otro aporte al pensamiento crítico que no es afín a los dogmas que provienen de universidades privadas, instituciones que –en general– carecen de reflexión científica, y no duda al referirse a la política del actual gobierno amarillo hacia la ciencia como "perversa".
Parte de su fantasía y cuento, de su impunidad y nobleza. La imagen que ilustra la nota corresponde a Nikita Golubev y Scott Wade, ellos son artistas que embellecen segmentos olvidados de la vida porque llevaron el "lavame sucio" a otro nivel: dibujan las carrocerías melancólicas de los autos sucios y las transforman en lienzos surrealistas. El arte no discrimina espacios, tiempos, contextos, es inapelable: agudiza sus sentidos hasta en las condiciones más adversas. Y en ese sentido, la ciencia se le puede parecer bastante...
"La verdad nace como herejía y muere como dogma". La frase de Umberto Eco se expande en el pizarrón que da la bienvenida a la oficina de Alberto Kornblihtt en la sede del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias del Conicet y la UBA, en Ciudad Universitaria. Le parece aberrante el discurso oficial que habla de reemplazar el "pensamiento crítico" por "optimismo". Experimentar, razonar, controlar. Eso es la ciencia para Kornblihtt, ferviente defensor de la ciencia básica: "Debe preguntarse cosas aún no respondidas. Eso no se lo podemos dejar al hemisferio norte porque, si no, nos van a vender cualquier cosa cuando nos quieran introducir tecnología".
Alberto Kornblihtt - Biólogo molecular argentino, Dr. en Ciencias Químicas, Lic. en Ciencias Biológicas. Investigador superior del Conicet, Docente en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Director del Instituto CONICET-UBA.
Parte de su fantasía y cuento, de su impunidad y nobleza. La imagen que ilustra la nota corresponde a Nikita Golubev y Scott Wade, ellos son artistas que embellecen segmentos olvidados de la vida porque llevaron el "lavame sucio" a otro nivel: dibujan las carrocerías melancólicas de los autos sucios y las transforman en lienzos surrealistas. El arte no discrimina espacios, tiempos, contextos, es inapelable: agudiza sus sentidos hasta en las condiciones más adversas. Y en ese sentido, la ciencia se le puede parecer bastante...
Alberto Kornblihtt (Buenos Aires; 30 de junio de 1954) es un biólogo molecular argentino, doctor en Ciencias Químicas y licenciado en Ciencias Biológicas que se desempeña como investigador superior del Conicet y docente universitario en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Es autor de más de 100 trabajos publicados en revistas internacionales que han recibido más de 10.000 citas y dictó numerosas conferencias y seminarios. Actualmente es el director del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias del CONICET-UBAWikipedia
"La verdad nace como herejía y muere como dogma". La frase de Umberto Eco se expande en el pizarrón que da la bienvenida a la oficina de Alberto Kornblihtt en la sede del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias del Conicet y la UBA, en Ciudad Universitaria. Le parece aberrante el discurso oficial que habla de reemplazar el "pensamiento crítico" por "optimismo". Experimentar, razonar, controlar. Eso es la ciencia para Kornblihtt, ferviente defensor de la ciencia básica: "Debe preguntarse cosas aún no respondidas. Eso no se lo podemos dejar al hemisferio norte porque, si no, nos van a vender cualquier cosa cuando nos quieran introducir tecnología".
Murió Viglietti. Murió Mercedes Sosa. Murieron Galeano y Fidel, y hace tiempo había muerto el Che. Murieron 30.000. Murió Santiago Maldonado.
Víctor Jara, Violeta Parra, Salvador Allende y Neruda están muertos en Chile. Murieron Hugo Chávez y Kirchner. Las madres y abuelas se irán muriendo de viejitas.
Serrat y Les Luthiers se reciclaron. Muchos, quizás la mayoría, se reciclaron. Yo no me reciclo, tú no te reciclas, él, ella y ellos se reciclan.
Vivimos tiempos de negación; tiempos de empresarios y de cínicos, de emprendedores exitosos. Tiempos de democracia dolorosa.
No son tiempos de generales como los de antes, villanos fácilmente identificables. Vienen a escarmentarnos, a quitarnos la épica. No sólo la contemporánea sino también la más lejana, la de los héroes escolares que habrían tenido culpa de ser revolucionarios. Tiempos de desgrasar de militancia, de campañas del desierto educativas. Tiempos de delación y de afirmaciones incomprobables emitidas con igual fuerza que las comprobadas. De invocaciones impúdicas a cadáveres congelados, de desfiles descarados de carapintadas. Tiempos de banalidad televisiva, de discursos presidenciales epidérmicos que degradan la política. De detenciones ilegales, de linchamientos mediáticos, de simulación de disturbios para justificar represiones. Tiempos en que muchos nos miran como a bichos raros que añoramos un pasado que no debe volver o que procuramos un futuro que, por rescatar ese pasado, no puede tener lugar. Tiempos de gatopardismo explícito, en que conservadores se reúnen en un partido con nombre de cambio, para no cambiar nada que no sea retroceder. Tiempos que buscan monocordia.
El voto popular ha elegido una Argentina atendida por sus dueños, un país-empresa donde los patrones prometen gobernarnos en equipo, con piedad y condescendencia festiva, siempre que aumenten sus enormes privilegios. Y quien no acepte la conciliación de clases es culpable de ahondar una grieta que daña el entusiasmo y el optimismo necesarios para adormecer conciencias.
En estos tiempos sucios, no nos queda otra cosa que hacer lo que nos enseñó la historia y nos cantó el uruguayo Daniel: ayúdeme compañero; ayúdeme, no demore, que una gota con ser poco con otra se hace aguacero.
Alberto Kornblihtt - Biólogo molecular argentino, Dr. en Ciencias Químicas, Lic. en Ciencias Biológicas. Investigador superior del Conicet, Docente en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Director del Instituto CONICET-UBA.
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