Nacido en Río Cuarto, Córdoba, en 1940, Quiroga formó Vox Dei en 1967, junto a Ricardo Soulé, Rubén Basoalto y Juan Carlos Godoy. La banda destacó por ser precursora del rock en español, fusionando letras poéticas con melodías voladoras. A lo largo de su carrera, Quiroga participó en más de 20 discos, incluyendo proyectos como Willy Quiroga Project, y colaboró con artistas destacados del género.
Además de la música, Quiroga incursionó en el cine, participando en la película Pájaros volando. Su último show fue en julio de 2024, marcando el cierre de una carrera que abarcó décadas y dejó una huella imborrable en la historia del rock argentino.
Willy Quiroga, héroe de la clase trabajadora del rock argentino
Por Guillermo E. Pintos
El bajista y cantante de Vox Dei, una banda de rock y blues del Sur del Gran Buenos Aires que se ganó un lugar en la cultura popular argentina, deja su huella en una historia que sigue escribiéndose
La primera clase del rock argentino que formatea la cultura popular desde hace 60 años, tiene un origen geográfico que determinó, también, algunos de sus intereses estéticos y discursivos. Almendra y Manal se formaron en centros sociales y económicos de la ciudad de Buenos Aires (Belgrano-Nuñez en el caso de la banda de Luis Alberto Spinetta, plenamente beatle en sonido y poesía; el centro bohemio de la Avenida Corrientes y alrededores para el trío de Javier Martínez, con el primer blues porteño que resonaba a tango).
En esa camada, hubo otras dos bandas que publicaron sus primeros discos más o menos al mismo tiempo, en un intenso período de tiempo entre 1969 y 1970, y que también dejaron huella. Arco Iris -donde brillaba un jovencito Gustavo Santaolalla- venía del Oeste del Gran Buenos Aires (Ciudad Jardín, El Palomar) con la onda hippie-comunitaria y folk para sus canciones e ideología. Y Vox Dei, desde el Sur del conurbano (Quilmes), con un tipo de rock duro que sintonizaba con el sentimiento de la clase trabajadora en esos años de agitación social en Argentina, una subcultura hecha de jeans, asfalto y trenes para llegar al centro de la gran ciudad. Ahí estaba Willy Quiroga.
Vox Dei representó esa estética, ese sonido y un mensaje de libertad, con el acento puesto en las pequeñas cosas del barrio. Y un contenido espiritual-religioso presente desde su nombre (Vox Dei, en latín “la voz de Dios”). Willy Quiroga tocaba el bajo y cantaba, Ricardo Soulé brillaba en la guitarra y voz, y Rubén Basoalto era la pared percusiva que sostenía la potencia de ese rock suburbano de pocas sonrisas y mucha actitud. Así se presentó Vox Dei en la incipiente escena del rock argentino de aquellos años fundacionales.
La anécdota de la formación de Vox Dei es ilustrativa al respecto. Quiroga conoció a Soulé en un club de barrio de Berazategui, donde el guitarrista ya se hacía notar por la calidad de su interpretación en guitarra y voz. Para ese tiempo, Quiroga tenía un dúo de lo que entonces se daba en llamar “folclore moderno” (muy de moda en esos momentos): eran Los Chúcaros e interpretaban zambas y chacareras. “Cuando empecé a tocar, todavía no existía el rock”, recordó en una entrevista.
Vox Dei en los años 80: de izquierda a derecha, Rubén Basoalto, Ricardo Soulé y Willy Quiroga |
El sonido-Vox Dei era rock y blues en esencia, liso y llano, palo y a la bolsa. Bajo, batería y guitarra, a todo volumen y cantado por hombres de voz grave, pero con el toque lírico que se transmitía en ciertas armonías vocales y una mirada particular del mundo, en plena etapa de utopías y sueños de convivencia pacífica. El siguiente paso, hacer un álbum conceptual y titularlo La Biblia, los hizo notar. El proyecto enfrentó críticas iniciales, pero también contó con el respaldo del Arzobispado argentino, que recomendó a los jóvenes escuchar el disco. La obra marcó un antes y un después para la banda. Todavía suena en la radio.
Willy Quiroga era el bajista de pelo largo y barba negros, con sombrero y lentes, el hombre que mantenía firme la base rítmica junto a Rubén Basoalto. Al costado, Ricardo Soulé a cargo de la guitarra y la voz principal, aportaba el color y la estética del héroe rockero. Juntos, hicieron historia. Hoy, una parte de esa historia parte a la inmortalidad del rock argentino de todos los tiempos.
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