Para cerrar con el cuarteto de discos de Rubén Blades y Seis/Son del Solar que veníamos comentando hace algunas semanas, tenemos una placa fabulosa: el Live! con versiones de los discos anteriores del combo, tal como deben ser: en vivo y bailando. Los conciertos de los que se han tomado estos cortes sucedieron en el Lone Star Roadhouse de Nueva York, el 29 y 30 de octubre de 1989, y en ellos tenemos a esa gran banda en pleno interpretando lo más bailable de su producción y aumentando un tema que no había grabado Son del Solar, el mismísimo ultrahit de Blades y de la salsa en general, ¡“Pedro Navaja”! El compositor comprometido aparece aquí abanderando sin tapujos sus ideas, apenas unas semanas antes de que el gringo loco de aquellos días (no muy diferente que el de ahora) decidiera invadir Panamá.
Artista: Rubén Blades y Son del Solar
Álbum: Live!
Año: 1990
Género: Son / salsa / fusión funk
Duración: 1:14:01
Nacionalidad: Panamá, Puerto Rico, EUA
Si “la música en vivo siempre es mejor”, como decían Madaleno y Daniel Pérez Arcaraz, conductores de un viejo programa de la TV mexicana, El club del hogar, el son en vivo es siempre muchísimo mejor. Una música que mueve al baile logra, en el concierto, en el dancing club, en el cabaret, donde sea, una conexión especial entre músicos y público. A través del baile, la gente se hace partícipe y confabula con los músicos la maravilla de las notas entrelazadas y el ritmo. Ningún ejemplo como este discazo de Blades y los del Solar. Además, el registro contiene momentos en que don Rubén conversa demostrando que es un enorme showman además de compositor, actor y cantante, incluyendo alguna mención a cierto percance que sucedió a alguien del público y que el artista tiene el decoro de mantener presente y comentarlo en el escenario. Pero de las anécdotas que narra, es divertidísima la que introduce “Pedro Navaja”: cuenta que cuando la presentó (a Fania) fue rechazada porque era muy larga y eso, apoyado en el éxito rotundo que acompañaría a la versión que grabó con Willie Colón, le da pie para burlarse de las decisiones que toman los ejecutivos de las empresas, en este caso una disquera, bromeando (y guardando las proporciones del caso: “no es que yo me ponga en esa categoría”, justifica) sobre qué le hubiera pasado al Quijote si los editores de Cervantes hubieran sido esos ejecutivos: “¡Hubiera salido un pasquín!”
Pero vamos a la música: la grabación abre con “Decisiones”, la rola humorística que cuenta las peripecias de tres indecisos aparecida originalmente en Buscando América. A diferencia de la versión en estudio, acá el arranque es un dueto baladero de teclado y trombón sobre el que truena el combo con una energía de percusiones que sólo anuncia lo que será el disco. En esta ejecución en vivo no sólo los músicos le meten más candela que en el estudio; el propio Rubén improvisa comentarios, bromas, juegos que vuelven el todo más vital.
En segundo lugar, “Cuentas del alma” (de Escenas) nos regresa al momento más experimental de Blades con los Seis. Es una tremenda fusión son/rock/funk en la que la batería marca el paso para esta profunda canción sobre el amor y la ausencia. También aquí se siente a un Rubén más dispuesto a improvisar fuera del marco del original y definitivamente la orquesta suena más poderosa siendo Son que siendo Seis, especialmente en el puente instrumental que conduce al solo de piano de Oscar Hernández. Si ya conocíamos al enorme pianista que es, aquí está otra prueba de que es capaz de hacer del teclado un tambor que navega sobre el mar alocado del funk. Hay que poner atención en los timbales de Ralph Irizarry porque aquí se transforman en redobles de batería propios de un gran jam.
La sigue otro de los grandes temas de Buscando América: “El padre Antonio y el monaguillo Andrés”, aquel dedicado a los curas libertarios que han caído en América Latina a manos del oscuro poder, basada en la tragedia de monseñor Romero. “Al padre lo halló la guerra un domingo en misa...” dice esta fusión-conga que crece en vivo si se la compara con el original, no sólo por la vivacidad de la ejecución sino porque extiende el mensaje aprovechando la situación de concierto: “Suenan las campanas por la libertad de mi América”. Y en esto estaremos siempre de acuerdo con don Rubén mientras lo vemos salir sobre un sabroso compás de seis octavos.
Sobre los aplausos Rubén inicia una narración para presentar la siguiente rola: “Cuando yo escribí esta canción originalmente, me dijeron que esta canción nunca iba a tener éxito en la compañía (cuyo nombre no voy a mencionar ahora) porque era una canción muy larga”, y actúa al personaje imaginado: “Oye, Cervantes, chico, quítale un poco de hojas a eso, que eso está muy grueso. La gente no va a leer eso. La parte de la Dulcinea sí me la dejas ahí, a la gente le gusta eso, pero lo demás… ¡Sancho Panza! ¡Quita a ese tipo de ahí, chico! ¡Quién quiere ver a un gordo ahí!” Pedro Navaja resultó uno de los mayores éxitos en la historia de la música popular afrocaribeña. Y, con todo respeto al admirado Willie Colón, esta versión de Son del Solar es mucho mejor que la original. “A ver quién se acuerda de la letra”, reta Rubén a un público que corea íntegra la historia del bandido newriqueño. Los arreglos son los de Colón, pero aquí tiene mucho más dinamismo, tanto en la velocidad como en la interpretación, además de que al final los clásicos pregones –“la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios”–, que presiguen al borracho bamboleante son muy divertidos.
El disco incluye “Todos vuelven” (de Buscando América), el vals peruano de César Miró, himno de los migrantes, en versión sonera extraordinaria, y luego la sigue la divertida “Canción del final del mundo” (Escenas). Como no tengo el original del disco Agua de luna (1987) de Rubén y los Seis, no lo hemos comentado. Aquí hay una muestra de su contenido: “Ojos de perro azul”, dedicada al relato del mismo título de Gabriel García Márquez, es un son fabuloso y en esta versión en vivo también, Rubén se extiende en los pregones. Lo más destacado de este tema son las figuras en tumbao con que abre y cierra, podría asegurar que están entre los momentos más luminosos de esa gran banda que son los del Solar.
“Buscando América”, ese himno, se extiende en el concierto casi tres minutos más que la versión original, aunque parte de ese tiempo es una intervención de Blades, en español y en inglés, que aclara que se refiere al continente pues, claro, el disco original no dejó de ser leído por el mercado estadounidense como una referencia al país que carece de nombre y decidió expropiar el que es de todos nosotros.
El cierre del disco es “Muévete”, el songo de Escenas que Blades tomó prestado de los Van Van (y le cambió la letra, como ya comentamos en el post de ese disco). Destaca en el final el solo de batería de Robert Ameen y luego la forma en la que Blades va presentando a los músicos de la banda: en un largo fade out, cada ejecutante deja de tocar en el compás en que es mencionado su nombre, hasta quedar solo Rubén, un cencerro que marca la clave y la despedida. Se extraña, sin embargo que no se hubiera incluido ningún tema de Antecedente (nos hubiera encantado una versión en vivo de “Contrabando” o “La marea”).
Sólo seis semanas después de estos conciertos; días apenas luego de que las grabaciones fueran masterizadas para poner el disco en el mercado, Bush el viejo, entonces presidente de los Estados Unidos, ordenó la invasión de Panamá. “Operación Causa Justa” llamó a la intervención ilegal y asesina con la que decidió destronar al asesino Noriega, títere que él mismo había encumbrado (cuando era director de la CIA) en el poder de la nación istmeña y que se le había “salido de control”. El 20 de diciembre de 1989, cincuenta días después de que Rubén afirmara ante su público que “En Latinoamérica matan a la gente pero no matan a la idea”, los batallones de seals y marines desembarcaron en Panamá y desataron una violencia que acabaría con la vida de cientos de inocentes, desplazaría a miles más y hundiría al pequeño país centro-sudamericano en una crisis sin fondo. Quizá fue ese hecho lo que decidió a Rubén, el abogado, a incursionar en la política, llegando a postularse a la presidencia en 1994 (quedó tercero de siete candidatos, con un 20% de los votos) y fungiendo como ministro de turismo entre 2004 y 2009.
Diez años después de la invasión (diez años después de los conciertos que hoy comentamos), Rubén dedicó por fin una canción a esos hechos: “20 de diciembre” del disco Tiempos (1999); una excelente producción solista, diversa y sentida, más próxima al folclor latinoamericano, que ya traeremos más adelante a Cabeza de Moog.
¡A bailar, cabezonxs! (disculpen mi errático postear y andarles siempre debiendo discos).
Lista de Temas:
1.Decisiones
2. Cuentas del alma
3. El padre Antonio
4. Pedro Navaja
5. Todos vuelven
6. La canción del final del mundo
7. Ojos de perro azul
8. Buscando América
9. Muévete
Alineación:
- Oscar Hernández / piano
- Mike Viñas / bajo
- Ralph Irizarry / timbales
- Edwin “Eddie” Montalvo / congas
- Arturo Ortiz / sintetizadores
- Robert Ameen / batería
- Roger Páiz / bongós
- Marc Quiñones / congas
- Ángel “Papo”Vásquez, Reinaldo Jorge, Leopoldo Pineda / trombones
y Rubén
Artista: Rubén Blades y Son del Solar
Álbum: Live!
Año: 1990
Género: Son / salsa / fusión funk
Duración: 1:14:01
Nacionalidad: Panamá, Puerto Rico, EUA
Si “la música en vivo siempre es mejor”, como decían Madaleno y Daniel Pérez Arcaraz, conductores de un viejo programa de la TV mexicana, El club del hogar, el son en vivo es siempre muchísimo mejor. Una música que mueve al baile logra, en el concierto, en el dancing club, en el cabaret, donde sea, una conexión especial entre músicos y público. A través del baile, la gente se hace partícipe y confabula con los músicos la maravilla de las notas entrelazadas y el ritmo. Ningún ejemplo como este discazo de Blades y los del Solar. Además, el registro contiene momentos en que don Rubén conversa demostrando que es un enorme showman además de compositor, actor y cantante, incluyendo alguna mención a cierto percance que sucedió a alguien del público y que el artista tiene el decoro de mantener presente y comentarlo en el escenario. Pero de las anécdotas que narra, es divertidísima la que introduce “Pedro Navaja”: cuenta que cuando la presentó (a Fania) fue rechazada porque era muy larga y eso, apoyado en el éxito rotundo que acompañaría a la versión que grabó con Willie Colón, le da pie para burlarse de las decisiones que toman los ejecutivos de las empresas, en este caso una disquera, bromeando (y guardando las proporciones del caso: “no es que yo me ponga en esa categoría”, justifica) sobre qué le hubiera pasado al Quijote si los editores de Cervantes hubieran sido esos ejecutivos: “¡Hubiera salido un pasquín!”
Pero vamos a la música: la grabación abre con “Decisiones”, la rola humorística que cuenta las peripecias de tres indecisos aparecida originalmente en Buscando América. A diferencia de la versión en estudio, acá el arranque es un dueto baladero de teclado y trombón sobre el que truena el combo con una energía de percusiones que sólo anuncia lo que será el disco. En esta ejecución en vivo no sólo los músicos le meten más candela que en el estudio; el propio Rubén improvisa comentarios, bromas, juegos que vuelven el todo más vital.
En segundo lugar, “Cuentas del alma” (de Escenas) nos regresa al momento más experimental de Blades con los Seis. Es una tremenda fusión son/rock/funk en la que la batería marca el paso para esta profunda canción sobre el amor y la ausencia. También aquí se siente a un Rubén más dispuesto a improvisar fuera del marco del original y definitivamente la orquesta suena más poderosa siendo Son que siendo Seis, especialmente en el puente instrumental que conduce al solo de piano de Oscar Hernández. Si ya conocíamos al enorme pianista que es, aquí está otra prueba de que es capaz de hacer del teclado un tambor que navega sobre el mar alocado del funk. Hay que poner atención en los timbales de Ralph Irizarry porque aquí se transforman en redobles de batería propios de un gran jam.
La sigue otro de los grandes temas de Buscando América: “El padre Antonio y el monaguillo Andrés”, aquel dedicado a los curas libertarios que han caído en América Latina a manos del oscuro poder, basada en la tragedia de monseñor Romero. “Al padre lo halló la guerra un domingo en misa...” dice esta fusión-conga que crece en vivo si se la compara con el original, no sólo por la vivacidad de la ejecución sino porque extiende el mensaje aprovechando la situación de concierto: “Suenan las campanas por la libertad de mi América”. Y en esto estaremos siempre de acuerdo con don Rubén mientras lo vemos salir sobre un sabroso compás de seis octavos.
Sobre los aplausos Rubén inicia una narración para presentar la siguiente rola: “Cuando yo escribí esta canción originalmente, me dijeron que esta canción nunca iba a tener éxito en la compañía (cuyo nombre no voy a mencionar ahora) porque era una canción muy larga”, y actúa al personaje imaginado: “Oye, Cervantes, chico, quítale un poco de hojas a eso, que eso está muy grueso. La gente no va a leer eso. La parte de la Dulcinea sí me la dejas ahí, a la gente le gusta eso, pero lo demás… ¡Sancho Panza! ¡Quita a ese tipo de ahí, chico! ¡Quién quiere ver a un gordo ahí!” Pedro Navaja resultó uno de los mayores éxitos en la historia de la música popular afrocaribeña. Y, con todo respeto al admirado Willie Colón, esta versión de Son del Solar es mucho mejor que la original. “A ver quién se acuerda de la letra”, reta Rubén a un público que corea íntegra la historia del bandido newriqueño. Los arreglos son los de Colón, pero aquí tiene mucho más dinamismo, tanto en la velocidad como en la interpretación, además de que al final los clásicos pregones –“la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios”–, que presiguen al borracho bamboleante son muy divertidos.
El disco incluye “Todos vuelven” (de Buscando América), el vals peruano de César Miró, himno de los migrantes, en versión sonera extraordinaria, y luego la sigue la divertida “Canción del final del mundo” (Escenas). Como no tengo el original del disco Agua de luna (1987) de Rubén y los Seis, no lo hemos comentado. Aquí hay una muestra de su contenido: “Ojos de perro azul”, dedicada al relato del mismo título de Gabriel García Márquez, es un son fabuloso y en esta versión en vivo también, Rubén se extiende en los pregones. Lo más destacado de este tema son las figuras en tumbao con que abre y cierra, podría asegurar que están entre los momentos más luminosos de esa gran banda que son los del Solar.
“Buscando América”, ese himno, se extiende en el concierto casi tres minutos más que la versión original, aunque parte de ese tiempo es una intervención de Blades, en español y en inglés, que aclara que se refiere al continente pues, claro, el disco original no dejó de ser leído por el mercado estadounidense como una referencia al país que carece de nombre y decidió expropiar el que es de todos nosotros.
El cierre del disco es “Muévete”, el songo de Escenas que Blades tomó prestado de los Van Van (y le cambió la letra, como ya comentamos en el post de ese disco). Destaca en el final el solo de batería de Robert Ameen y luego la forma en la que Blades va presentando a los músicos de la banda: en un largo fade out, cada ejecutante deja de tocar en el compás en que es mencionado su nombre, hasta quedar solo Rubén, un cencerro que marca la clave y la despedida. Se extraña, sin embargo que no se hubiera incluido ningún tema de Antecedente (nos hubiera encantado una versión en vivo de “Contrabando” o “La marea”).
Sólo seis semanas después de estos conciertos; días apenas luego de que las grabaciones fueran masterizadas para poner el disco en el mercado, Bush el viejo, entonces presidente de los Estados Unidos, ordenó la invasión de Panamá. “Operación Causa Justa” llamó a la intervención ilegal y asesina con la que decidió destronar al asesino Noriega, títere que él mismo había encumbrado (cuando era director de la CIA) en el poder de la nación istmeña y que se le había “salido de control”. El 20 de diciembre de 1989, cincuenta días después de que Rubén afirmara ante su público que “En Latinoamérica matan a la gente pero no matan a la idea”, los batallones de seals y marines desembarcaron en Panamá y desataron una violencia que acabaría con la vida de cientos de inocentes, desplazaría a miles más y hundiría al pequeño país centro-sudamericano en una crisis sin fondo. Quizá fue ese hecho lo que decidió a Rubén, el abogado, a incursionar en la política, llegando a postularse a la presidencia en 1994 (quedó tercero de siete candidatos, con un 20% de los votos) y fungiendo como ministro de turismo entre 2004 y 2009.
Diez años después de la invasión (diez años después de los conciertos que hoy comentamos), Rubén dedicó por fin una canción a esos hechos: “20 de diciembre” del disco Tiempos (1999); una excelente producción solista, diversa y sentida, más próxima al folclor latinoamericano, que ya traeremos más adelante a Cabeza de Moog.
¡A bailar, cabezonxs! (disculpen mi errático postear y andarles siempre debiendo discos).
Lista de Temas:
1.Decisiones
2. Cuentas del alma
3. El padre Antonio
4. Pedro Navaja
5. Todos vuelven
6. La canción del final del mundo
7. Ojos de perro azul
8. Buscando América
9. Muévete
Alineación:
- Oscar Hernández / piano
- Mike Viñas / bajo
- Ralph Irizarry / timbales
- Edwin “Eddie” Montalvo / congas
- Arturo Ortiz / sintetizadores
- Robert Ameen / batería
- Roger Páiz / bongós
- Marc Quiñones / congas
- Ángel “Papo”Vásquez, Reinaldo Jorge, Leopoldo Pineda / trombones
y Rubén
Y pa' cerrar, una reseña de afuera:
En AllMusic, por Evan C. Gutierrez:
All Rubén Blades fans know his wizardry in the studio to be beyond comparison in the salsa world. Though some artists have difficulty making the transition from studio to stage, Blades takes on the challenge like a champ. His prowess as a live performer is in equal proportion to his inventive studio presence. The only disappointing aspect of his 1990 release, Rubén Blades y Son del Solar...Live!, is that it's Blades' only live in concert performance in his large discography. Backed up by the 11-piece band Son de Solar, Blades concentrates on repertoire that pleasingly mixes material from recent collaborations with the band, Agua de Luna and Buscando América, and his days with Fania. The play list is one crowd-pleaser after another, including recent hits like "Ojos de Perro Azul" and classics like "Pedro Navaja." Though favoring a now dated synth-heavy sound, the musical performances are so powerful that they must have shaken the club to its foundation. Son de Solar are themselves an amazing conflagration of Latin star power, including pianist Oscar Hernandez, timbalero Ralph Irizarry, Marc Quiñones, and drummer Robby Ameen. The pedigree of musicianship shows through in the flawless, achingly funky grooves and virtuosic solos. Blades proves himself not only to be a master musician, but also a wonderful communicator and entertainer, as is evident in his often humorous interactions with the crowd. The unacquainted will be won over, and dedicated fans will hear their beloved cantante as never before.
Excelente post amigo para mi este disco es una obra maestra!!! Vale destacar que de este disco fue eliminada "clarooscuro" y "patria" temas que ya están en YouTube y son excelentes versiones en vivo lo invito a escucharlas.. Saludos desde Venezuela 🇻🇪
ReplyDeleteSaludos Eduardo!
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