El monstruo enjaulado, es quizás el fenómeno que todas las personas tenemos el agrado en algún momento de vivir y convivir.
Foucault quiso dejarnos en claro que la cuestión residía en el poder. Pero al pasar mencionó que por más esposas que mantengamos en nuestro cuerpo, siempre podíamos tener una decisión.
Este disco de Leo Fernandez es una necesaria decisión que, para mi gusto, nos desvela con una guitarra inquietante, que parece de a poco despertar de esa jaula en la que estaba encerrada.
A veces no queda claro la necesidad de explicar la libertad, pero si sentimos lo que sucede cuando ella no está. Ya que, de esta manera, todo se vuelve desolador y tensionante.
Y a veces el arte, la guitarra y la música nos da eso contrario que por lo general se cree, nos regala un momento de tensión, del cual no podemos desprendernos. Un trabajo de escucha que necesita de un colectivo para empezar a describir el sonido de otra manera.
El arte también tensa.
Vivimos acostumbrados a los ruidos y sonidos que nos rodean contantemente en nuestro andar.
Nos juntamos con personas que de cierta manera se encuentran contemplando las mismas frustraciones y angustias, que nosotros mismos tenemos.
Pero, aun así, en la retórica de estos años, hemos resistido, y resistimos con un verbo recurrente y convergente para un grupo no tan selecto, no tan minoritario, de personas que se conmueven a la hora de escuchar y sentir algo que en el mejor de los casos es original y autentico (decir verdadero nos llevaría para otros mundos no menos deseables).
El arte tensa, y no es una afirmación. Es una práctica cotidiana, intensa y sensibilizadora, de las que hacemos casi rutinariamente, cuando no nos damos cuenta, cuando siempre hay alguien que mira a un costado.
La empatía cero, con la que convivimos en estos tiempos de modernidad y en política de cotillón, nos llevó a abismos de los cuales pensábamos que no regresaríamos. Tensar, se transformó en una salida por el mundo de la salud que no pretendía curar.
Al final, pareciera que tenemos cariño por costumbre más que por afecto y eso nos marca, a fuego considerablemente placentero.
En la aventura de explorar el desierto nos topamos con un disco que permite cierto alivio a la cotidianeidad. Una búsqueda sin encuentro, pero con presunción de amor. Porque en cierta medida, cuando rompemos los géneros, nos encontramos con que quizá es tiempo de llamar a las cosas por los sentimientos que producen más allá de sus nombres. Y eso tensa.
https://open.spotify.com/album/6myhLs6dv8AEf1bVd8oqwI?si=yijw0YzVSTe9qvS-b9P7cA
Foucault quiso dejarnos en claro que la cuestión residía en el poder. Pero al pasar mencionó que por más esposas que mantengamos en nuestro cuerpo, siempre podíamos tener una decisión.
Este disco de Leo Fernandez es una necesaria decisión que, para mi gusto, nos desvela con una guitarra inquietante, que parece de a poco despertar de esa jaula en la que estaba encerrada.
A veces no queda claro la necesidad de explicar la libertad, pero si sentimos lo que sucede cuando ella no está. Ya que, de esta manera, todo se vuelve desolador y tensionante.
Y a veces el arte, la guitarra y la música nos da eso contrario que por lo general se cree, nos regala un momento de tensión, del cual no podemos desprendernos. Un trabajo de escucha que necesita de un colectivo para empezar a describir el sonido de otra manera.
El arte también tensa.
Vivimos acostumbrados a los ruidos y sonidos que nos rodean contantemente en nuestro andar.
Nos juntamos con personas que de cierta manera se encuentran contemplando las mismas frustraciones y angustias, que nosotros mismos tenemos.
Pero, aun así, en la retórica de estos años, hemos resistido, y resistimos con un verbo recurrente y convergente para un grupo no tan selecto, no tan minoritario, de personas que se conmueven a la hora de escuchar y sentir algo que en el mejor de los casos es original y autentico (decir verdadero nos llevaría para otros mundos no menos deseables).
El arte tensa, y no es una afirmación. Es una práctica cotidiana, intensa y sensibilizadora, de las que hacemos casi rutinariamente, cuando no nos damos cuenta, cuando siempre hay alguien que mira a un costado.
La empatía cero, con la que convivimos en estos tiempos de modernidad y en política de cotillón, nos llevó a abismos de los cuales pensábamos que no regresaríamos. Tensar, se transformó en una salida por el mundo de la salud que no pretendía curar.
Al final, pareciera que tenemos cariño por costumbre más que por afecto y eso nos marca, a fuego considerablemente placentero.
En la aventura de explorar el desierto nos topamos con un disco que permite cierto alivio a la cotidianeidad. Una búsqueda sin encuentro, pero con presunción de amor. Porque en cierta medida, cuando rompemos los géneros, nos encontramos con que quizá es tiempo de llamar a las cosas por los sentimientos que producen más allá de sus nombres. Y eso tensa.
https://open.spotify.com/album/6myhLs6dv8AEf1bVd8oqwI?si=yijw0YzVSTe9qvS-b9P7cA
muy bueno e interesante tu texto, ahora voy por la musica
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