La desobediencia civil es un acto profundamente ético, fundamentalmente un acto moral. La historia de la humanidad tiene varios ejemplos de revoluciones, disturbios y revueltas contra los gobiernos cuando este último actúa de forma que causa una explosión de la impaciencia y de descontento generalizado. Así que desde hace siglos esta es una de las formas más radicales de expresar la opinión de la sociedad y demandar algo. Sin embargo, algo nuevo está apareciendo bajo el sol. De pronto Chile ha salido del silencio y ha emprendido una lucha franca y decidida contra el modelo neoliberal que le está costando tan caro, es una clara disputa: el pueblo contra las corporaciones. De hecho, al pueblo le cuesta vidas, ojos y una profunda frustración por la traición de sus cuadros políticos, históricamente responsables por el colapso social y económico en donde se encuentra actualmente. Lo que fue el modelo latinoamericano –gracias a una bien montada campaña internacional de imagen- ha mostrado todas sus hilachas, y resurge no una simple revuelta, sino una nueva clase de revolución que es de esperar resuene en otros puntos. Una revolución no de ideas, sino una revolución guiada por las necesidades, por el descreimiento y también guiada por el corazón.
Las manifestaciones de los últimos meses en Chile, Ecuador, Perú, Colombia, Haití, e incluso Irak, Irán y Francia han adquirido un carácter insurreccional por sus dimensiones y la amplitud de sus reclamos. Muchos pensarían que estos movimientos no tienen un hilo conductor y que todos obedecen a causas distintas.
Los detonadores, en cada caso, parecerían ser muy distintos. Pero un análisis más cuidadoso permite identificar varias raíces comunes, en las que se mezclan las políticas de austeridad, una profunda desigualdad, el dominio del capital financiero y la concentración de poder de mercado en pocas corporaciones. Son los rasgos definitorios de esta etapa del capitalismo que se ha denominado neoliberalismo.
No se detendrá la marea revolucionaria que está en marcha como expresión de la desesperación de las mayorías oprimidas. Pero aún esto no será suficiente ya que la dirección adecuada de ese proceso no ocurrirá por la sola mecánica de la “práctica social”. Salir del campo de la necesidad al campo de la libertad por medio de la revolución es el imperativo de ésta época en la que el ser humano ha quedado clausurado.Silo
Las futuras revoluciones, si es que irán más allá de los cuartelazos, los golpes palaciegos, las reivindicaciones de clase, o de etnia, o de religión, tendrán que asumir un carácter transformador incluyente sobre la base de la esencialidad humana.
(...) Y esa revolución, por insignificante que sea el lugar en que se produzca, comprometerá la esencialidad de todo ser humano. La revolución mundial no puede ser planteada en términos de éxito sino en su real dimensión humanizadora.
Es claro que una crisis nos abre las puertas de un posible cambio de dirección, ya que es entonces cuando surge la reflexión humilde en reemplazo de la lejana soberbia. Es en situaciones de crisis en que nos acordamos más fácilmente de Dios o de nuestro Guía Interno y nos prometemos afanosamente correcciones de rumbo. Para transformarse, un individuo debe estar en condición inestable susceptible al cambio. Nuestro problema es la proporción entre la crisis y la habilidad de transformarla en útil para el ser humano, y es en ese sentido en que se dan nuestras propuestas de fondo.Silo
Desde otro punto de vista, tenemos que admitir que en principio el desorden no nos gusta, pero hagamos memoria y veremos que también las mejores situaciones conllevan crisis que normalmente las acompañan. El dar a luz es una crisis que nos da la posibilidad de un hijo, un examen de grado es una crisis que nos da la posibilidad de un título universitario.
El sociólogo y analista político chileno Ricardo Balladares así lo sintetiza: "Por todo el país se han extendido masivas, constantes e intensas movilizaciones que demandan la socialización de la riqueza, derechos sociales y una nueva constitución que los consagre. Chile no solo despertó de un largo letargo inducido por una transición pactada sino que, además, se levantó con una propuesta clara y concreta para evolucionar a un modelo económico y social que beneficie a todos los habitantes del país sin discriminación alguna. A saber, una Asamblea Constituyente para un nuevo Chile".
Y esa demanda gutural, visceral, se palpa en la calle. El pueblo se expresa en carteles, banderas, a viva voz, en las paredes, que ya no parecen dejar espacio para más. Consignas sociales, políticas, artísticas que abarrotan los muros. Así como atestadas de tropas, vallas, tanques, sofisticados carros de represión en las alamedas.
En ese sentido, quería compartir las reflexiones del humanista islandés Petur Gudjonsson que enfoca la revuelta desde un nuevo punto de vista...
Un nuevo paisaje mental está surgiendo en Chile
No hay nada nuevo en el cambio de paisajes. Eso sucede durante la vida del individuo, cuando se es niño pequeño se tiene un cierto paisaje y otro diferente cuando se es adolescente y así sucesivamente.
Si le preguntaras a un adolescente si le gusta jugar en la caja de arena, te miraría de una manera extraña porque jugar en un arenero no encaja con su nuevo paisaje.
No son sólo los individuos los que cambian los paisajes. También la sensibilidad de un país, por ejemplo, de naciones o de grupos de personas cambia y en un momento dado rechazan ciertas cosas que antes aceptaban.
En las revoluciones se aceptan cosas que nunca antes fueron y después de las revoluciones ocurre lo mismo: las cosas que sucedieron antes ya no encajan.
Estos son los cambios mecánicos de los paisajes dentro de nosotros. También podríamos llamarlo un tipo diferente de sensibilidad, algo así como un espacio donde algunas cosas encajan y otras no. Ahora parece haber, sin embargo, una apertura para un paisaje completamente nuevo que tiene que ver con algo más profundo: el ser humano manifestándose.
En otras palabras, es como si lo humano, profundamente así, comenzara a volverse normal y algo que se desea.
Esto está sucediendo ahora mismo en Chile, no a través de intenciones personales, no a través de la meditación, sino más bien algo que sucedió y que hizo que la gente de esta cultura se conectara profundamente entre sí. Sí, protestaban contra un sistema opresivo, pero era mucho más que eso. Esto se puede ver observando cómo la gente se ha tratado y se trata unos a otros… con amabilidad, con ayuda, disfrutando de la compañía de los demás, relacionándose con los vecinos y con otros, algo que antes no sucedía.
Toda esa protesta es llevada adelante en su mayoría de modo no violento y también a veces sin miedo. Cuánto tiempo durará eso es difícil de decir, pero ya ha habido algo que es como el anticipo de algo por venir. Lo que está sucediendo ahora mismo en Chile, donde la gente se relaciona de manera diferente entre sí, la forma en que se ven y se sienten, es lo que va a suceder en cada país en los próximos 3 o 4 años.
Habrá un levantamiento en el que la gente estará harta de un sistema opresivo que ahora mismo no encaja, que ya no se corresponde con un nuevo paisaje. En este nuevo paisaje no encajan presidentes, políticos, empresarios, figuras religiosas, pertenecen a un viejo paisaje. Así que en Chile no sólo están tratando de deshacerse del presidente, están tratando de deshacerse del sistema, del sistema neoliberal.
Eso es aparentemente lo que está sucediendo, pero más allá de eso y lo que realmente lo está impulsando es otra cosa, algo que desde muy dentro del ser humano quiere romper con la pérdida, algo esencial que pone en marcha este fenómeno. Lo que está sucediendo en Chile es algo que va más allá de las intenciones personales, quizás una intención profunda, que quizás no se perciba como tal. Por esa razón, puede que no dure mucho tiempo. Entonces, habrá un recuerdo de un nuevo paisaje y luego algo más viejo, algo que realmente no encaja.
¿Qué tiene de especial Chile? Básicamente, tres cosas: El país se incendió desde el norte hasta la mayoría de las ciudades del sur, espontáneamente, sin coordinación, y un país que es tan largo como Estados Unidos es ancho, o sea, 4.500 km.
En segundo lugar, la protesta ha durado semanas y, a pesar de las represiones, sigue existiendo el mismo gran clima emocional y relaciones positivas.
Tercero, porque Chile es el lugar con menos probabilidades de tener un despertar espiritual. Si puede suceder allí, ocurrirá en todas partes.
¿Qué pasaría si hubiera un gran número de nosotros en diferentes partes de Chile? Tal vez más gente se daría cuenta de que no sólo están rechazando un sistema opresivo, sino que además verían que algo realmente fantástico y positivo está a punto de manifestarse.
De esta manera aparecería un nuevo horizonte, un nuevo tipo de futuro y el pueblo de Chile y luego de otros lugares estaría trabajando para estar allí. Tener un significado, como ser más humano. Sintiendo lo que hay profundo en ellos, trascendental e inmortal y que tendrá el mayor de los pesos. La gente se dará cuenta de que tendrá que trabajar en ello para que sea más permanente.
De esta manera se dará dirección y sentido a este nuevo paisaje que la joven generación está empezando a sentir en todas partes. Si bien el paisaje no se ha manifestado plenamente, muchos de ellos parecen perdidos, sin esperanza, mientras que definitivamente no se adhieren a los elementos del paisaje antiguo.
Estos jóvenes ahora pueden esperar un futuro hermoso y significativo a medida que la mente se abre.
Petur Gudjonsson
Aqui se respira lucha
La fase crepuscular del capital durará todavía muchos años, pero serán años de grandes sacudidas políticas y sociales, dado que las contradicciones del capital explotarán en crisis prolongadas. La esencia de la nueva época ya no será el capital, sino la lucha por la libertad y la justicia.
Humanizar es salir de la objetivación para afirmar la intencionalidad de todo ser humano y el primado del futuro sobre la situación actual. Es la imagen y representación de un futuro posible y mejor lo que permite la modificación del presente y lo que posibilita toda revolución y todo cambio. Por consiguiente, no basta con la presión de condiciones oprimentes para que se ponga en marcha el cambio, sino que es necesario advertir que tal cambio es posible y depende de la acción humana. Esta lucha no es entre fuerzas mecánicas, no es un reflejo natural, es una lucha entre intenciones humanas. Y esto es precisamente lo que nos permite hablar de opresores y oprimidos, de justos e injustos, de héroes y cobardes. Es lo único que permite practicar con sentido la solidaridad social y el compromiso con la liberación de los discriminados sean éstos mayorías o minorías.Silo
Y mientras los gobiernos y las corporaciones del mundo empiezan a temer por el "síndrome chileno", nosotros vemos con alegría cómo defender la vida se transforma en un imperativo urgente. Defenderla de la rapiña empresaria, de la violencia capitalista y patriarcal, que pone en peligro nuestro futuro y nuestra existencia. Y no solo la vida de nuestra especie esta en juego, sino la todas las demás con las que compartimos el ecosistema.
Quienes alentamos la evolución humana, vemos con expectación eso que comenzó en Chile y está a punto de extenderse...
Para recuperar una mística social revolucionaria imprescindible, que vaya más allá de la mera mejora de condiciones objetivas de vida, quizás las fuerzas evolutivas deban retomar, de manera creativa el mito del "hombre" nuevo. Ese "ser humano nuevo", que no será producto de condiciones futuras, sino condición simultánea para que aquéllas finalmente se produzcan.
Es hora sí, de reemprender con fuerza y en unidad, el camino de humanizar el mundo. Acaso los momentos más oscuros, sean apenas la antesala del ansiado mundo nuevo.
Es hora sí, de reemprender con fuerza y en unidad, el camino de humanizar el mundo. Acaso los momentos más oscuros, sean apenas la antesala del ansiado mundo nuevo.
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