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Edición Rockarte
Orc: Freak noise gruñón, grasoso y contemplativo.
La
frenética guitarra de John Dwyer explota en los tímpanos. En “The
Static God”, la canción que abre Orc, suena como al irritante aleteo de
un mosquito que merodea el rostro de un cuerpo inerte. La bestia
esculpida en piedra cobra vida y sopla unos versos para espantar
temporalmente al molesto insecto. “Ah, pardon me. Do you have a
cigarette. For me I think. I don't know, I don't know. What's it like?”.
El
vocalista y cerebro de Oh Sees, anteriormente Thee Oh Sees (The Oh
Sees, The Ohsees, Orange County Sound, OCS, y primero Orinoka Crash
Suite) proyecta su personalidad gnómica en esta su decimonovena
producción de estudio.
En absoluta consonancia con el título, el
álbum es gruñón, por momentos agresivo y, grasoso. Garage punk y freak
noise bien logrado. Orc es el primer lanzamiento discográfico con el
nuevo nombre de la agrupación. Ello pese a que desde hace tres años se
renovó prácticamente toda la alineación. Se compone de 10 tracks y está
firmado por el propio sello discográfico de Dwyer, Castle Face Records.
Entre
teclados juguetones y synths ligeros, “Nite Expo” parece el tema idóneo
para una aventura arcade de elevado riesgo. Más gutural y salvaje,
"Animated Violence" explora las regiones de la fuerza destructiva
(pulsión de muerte en Freud).
"Keys to the Castle" es una larga
pieza de 8:10 minutos con interesantes coros femeninos, al principio.
Hacía la mitad se transforma en una pseudo balada medieval con claros
matices espaciales. Ésta, la cuarta canción, es una bisagra hacia una
segunda parte más reflexiva.
El proyecto musical que, durante casi ocho años fue de un solo miembro, celebra con esta placa dos décadas de existencia. "Fue hace mucho. Fue en Long Island, supongo. Obtuve mi grabadora de cuatro canales, me la obsequió una novia. Fue un gran regalo y ella era grandiosa, siempre daba buenos regalos. A esa grabadora le di muchos usos. Hice mis primeras experiencias de músico joven y escribí todas mis canciones. Me dediqué a esa grabadora durante mucho tiempo. Los primeros meses fue para aprender cómo grabar. Fue hace mucho, y fue algo muy diferente de lo que hago ahora", revela John Dwyer (Revista Indie Rocks!; número 94, pp.36).
Constancia y determinación debe ser la bandera de este talentoso músico. 14 años y 17 álbumes separan a 1 (2003) de Orc (2017). Podemos hablar de maduración aunque, para ser más precisos, se trata de exploración. Dwyer es un personaje que no teme experimentar; basta echarse un clavado a su amplia discografía –ello sin contar su faceta más personal como Damage Bug–.
La segunda mitad de Orc es relativamente más lenta. "Jettison" – "Cadaver Dog" – "Paranoise" son un interesante combo en el que la bestia de piedra vuelve a su estado contemplativo. El ogro de ríspida textura contempla desde lo alto de una torre el desenvolvimiento de una raza frágil. El alter ego que recupera Dwyer para esta placa, por supuesto antecede a las caricaturas de J. R. R. Tolkien. Los versos, por momentos confusos, son honestos. La voz gutural y los particulares gritos chillantes del vocalista destacan con mucho mayor brillo respecto de entregas anteriores.
"Cooling Tower" es divertida. "Drowned Beast" es una sátira al psychedelic folk sin mayores pretensiones. Para terminar en contrapunto, la poderosa guitarra –comparada con el aleteo del mosquito– va extinguiendo su frecuencia e intensidad en "Raw Optics", el track que concluye. Las percusiones quedan solas y hacía el cierre regresa agotada, en un último suspiro alcanza a esbozar una sonrisa sarcástica. Después, la bestia queda petrificada, otra vez.
https://ohsees.bandcamp.com/album/orc
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