26 de abril Capricho en la menor, op. 1 n.º 24 Niccolò Paganini (1782-1840) Los compositores suelen dedicar sus obras a personas concretas: clientes, mecenas, amantes, amistades, familia, incluso animales de compañía. (Se cuenta, aunque no está demostrado, que el famoso «Vals del minuto» de Chopin se llamó inicialmente «Vals del perrito», por haberse dedicado a Marqués, el animal de compañía de George Sand, amante del compositor.) Sin embargo, cuando el virtuoso violinista italiano Paganini publicó sus 24 Caprichos, se los dedicó agli artisti, «a los artistas», sin referirse a nadie en particular. Todo muy encantador y democrático, si no fuera porque hay que ser un artista de talento excepcional para tocarlos. Paganini, una de las primeras superestrellas clásicas, escribía música para tocarla él en conciertos, así que no es de extrañar que estas piezas sean tan difíciles. Los caprichos, diabólicamente exigentes desde el punto de vista técnico, pero también llenos de ingenio