Joseph Canteloube nació este día en el seno de una familia arraigada desde hacía mucho en la región francesa de Auvernia, así que quizá no sea de extrañar que dedicara gran parte de su vida a coleccionar, arreglar, transcribir y orquestar la música popular de su tierra.
Al igual que Bartók y otros, creía fervientemente que «las canciones campesinas a menudo llegan al nivel del arte más puro desde el punto de vista del sentimiento y la expresión», y como era consecuente con sus ideas, promovía el valor inherente y la belleza excepcional de aquellas allí donde iba.
Por ejemplo, en 1941, durante la ocupación alemana, Canteloube colaboró con el gobierno de Vichy y preparó numerosas emisiones radiofónicas de música folclórica nacional con el tenor Christian Selva. La radio fue la plataforma perfecta para difundir la música popular de las regiones francesas y elevar la moral de la ciudadanía.
No olvidó mientras tanto el gran proyecto de su vida: compilar las canciones de Auvernia. Reunidas entre 1924 y 1955, pintan de un modo encantador los paisajes naturales y tradiciones de Auvernia con colores orquestales superrománticos y textos en occitano, el dialecto local. La colección transmitió a millones de personas el sonido del folclore francés y las rústicas melodías de la región.
Esta canción, una pastorela, es seguramente la más etérea. Si pueden reservar seis o siete minutos para su uso personal, cierren los ojos y déjense transportar. Si no, escúchenla como telón de fondo de cualquier pequeño idilio de la vida moderna.
Clemency Burton-Hill
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