Y volvemos a hablar, luego de mucho tiempo, de esa enorme agrupación española llamada Kotebel, uno de los principales referentes dentro de la Música Progresiva en Hispanoamérica, y esta vez de la mano de Rockarte que animó el arte de tapa de "Cosmology", uno de sus ambiciosos trabajos, basado en la representación musical de 4 concepciones del Cosmos: El Universo Geocéntrico (la Tierra como centro del universo y Dios como una entidad antropomórfica), el Universo Mecánico (el cosmos es una maquinaria compleja formada por partes que interactúan de acuerdo a leyes físicas. Dios no existe), el Universo Entramado (en lugar de entidades aisladas, en realidad estamos todos "conectados") y Lo Uno (más que "conectados" en realidad somos uno. Como olas en el mar). Todo hablado desde la música, y en este caso, también desde lo visual, gracias a nuestro querido Rockarte...
Y para hablar sobre el disco... ¿quién mejor que nuestro eterno comentarista involuntario de siempre?. Y luego la animación de Rockarte, que es por lo que creamos este posteo.
Y para hablar sobre el disco... ¿quién mejor que nuestro eterno comentarista involuntario de siempre?. Y luego la animación de Rockarte, que es por lo que creamos este posteo.
Esta ocasión es muy especial como lo son todas en las que aprovechamos el momento para hablar de KOTEBEL, una de las bandas indiscutiblemente punteras de la vanguardia progresiva española desde hace muchísimosaños. Bueno, es que el grupo es de por sí una especie de institución de estricta y genial creatividad musical a nivel internacional.
“Cosmology” es el título de su más reciente obra fonográfica, la cual lleva consigo en buena medida el impulso de los dos discos precedentes (“Ouroboros” del año 2009 y “Concerto For Piano And Electric Ensemble” del año 2012) mientras traza algunos senderos nuevos dentro de la bien establecida provincia musical que define la ambiciosa esencia estética de KOTEBEL. El disco en cuestión ha sido publicado en el pasado mes de julio. La continua alineación de Carlos Franco Vivas [batería y percusión], César García Forero [guitarras], Jaime Pascual Summers [bajo], Adriana Nathalie Plaza Engelke [piano y teclados] y Carlos Guillermo Plaza Vegas [teclados] gesta e instaura un bloque sonoro rotundamente prolijo bajo unas coordinadas estilísticas que ya conocemos bien quienes hemos disfrutado a rabiar de sus trabajos anteriores, pero además, el flautista Omar Acosta se hace presente en el disco como invitado especial y recurrente. Sus insumos son muy bienvenidos al entramado sonoro de la banda, aportando colores adicionales que realzan algún motif pro aquí, creando un solo saltarín por allá, o simplemente complementándose plenamente con la orquestación grupal en algún momento especialmente solemne: la flauta se adapta muy bien a las circunstancias del momento, como ya sabíamos desde siempre quienes estamos familiarizados con los discos de KOTEBEL entre el 2003 y el 2006 (inolvidable “Omphalos”, ¿a que sí?). Adelantamos desde ya que el resultado de “Cosmology” nos sigue dando motivos de sobra para considerar a KOTEBEL como una entidad proveedora de mágicos goces melómanos, pero mejor es que pasemos ahora a revisar los detalles del repertorio del disco en cuestión, ¿vale?
Ocupando un espacio de poco menos de 8 ½ minutos, ‘Post Ignem’ da inicio a las cosas con una levemente predominante aura de mística solemnidad, pero ésta se acomoda grácilmente a un despliegue ecléctico de atmósferas que abarcan también grooves saltarines de personalidad fusionesca, momentos marcados por una sobria lobreguez y despliegues de envolvente lirismo, siendo así que el conjunto sonoro ostenta una señorial corpulencia. Gran inicio de álbum. Más adelante tenemos dos composiciones del guitarrista García Forero: ‘Mishima’s Dream’ y ‘Dante’s Paradise Canto XXVIII’ (siendo esta última una versión remaesterizada del proyecto de COLOSSUS “Dante’s Paradiso”). La pieza que porta en su título el nombre del alucinado y torturado genio Yukio Mishima muestra desde el inicio una garra sólida bajo la guía de la guitarra. La cadencia general de la pieza es razonablemente comedida, siendo así que la dupla rítmica saca buen provecho de la vitalidad autoconstreñida del momento para sostener con pulso firme las labores de los teclados y la de la propia guitarra. El tenor grisáceo del pasaje final parece retratar el negro umbral de la muerte hacia el cual se enrumbó orgulloso el espíritu conflictuado que tanta gloria dio a la narrativa japonesa del siglo XX. Por su parte, el tema con título dantesco, que dura poco más de 7 ¼ minutos, ostenta una parsimonia elegante y sobria, siendo así que las guitarras eléctrica y acústica se encargan de sostener la ingeniería global que el grupo articula con magnífica precisión en torno a los motivos centrales sucesivos. Los juegos armónicos y las capas son los aportes fundamentales de los teclados por lo que se pueda resaltar ante nuestros oídos la labor de la dupla rítmica, la cual está a cargo de reflejar el despliegue místico de la maquinaria del Más Allá. El breve solo de guitarra que emerge a partir de la barrera del quinto minuto y tres cuartos añade un poco de musculatura al asunto, aunque sin trastocar un milímetro del equilibrio general que se labra con finísima sensibilidad entre los instrumentistas. En medio de estas dos piezas se sitúa ‘A Bao A Qu’, un hermoso ejercicio de fusión progresiva sostenido sobre un esquema rítmico ágil y complejo. El matrimonio de los fraseos de la guitarra y las capas de teclado exhibe una majestuosidad juguetona sin llegar a lo trivial, siempre manteniendo un talante de impoluto señorío y luminoso carisma.
Hemos dejado para este momento de la reseña a la serie de piezas 2-5, o sea, los cuatro temas que conforman la ‘Cosmology Suite’. El primero de ellos – compuesto por Adriana Plaza – se titula ‘Geocentric Universe’ y está bastante metido en una línea de trabajo jazz-progresiva donde se conjugan ágilmente los aires del jazz y la vitalidad estilizada de lo sinfónico. La amalgama de los instrumentos revela una complicidad bastante sólida dentro de un foco creativo que parece centrarse principalmente en lo rítmico y las cadencias bajo la guía imponente del piano. Es generalmente la flauta quien elabora los recursos de colorido más llamativos durante el desarrollo temático, mas cerca del final la guitarra eléctrica crea uno de sus solos más vibrantes de todo el disco. Luego sigue ‘Mechanical Universe’, pieza que se orienta por un dinamismo de etéreas densidades y exquisitas tensiones a través de motifs delicadamente articulados en torno a estándares del rock-in-opposition y la fusión latina. Además, los ornamentos modernistas que emulan misteriosas maquinarias proyectan muy bien la imagen mental de una maquinaria que organiza las fuerzas periódicas del cosmos. ‘Entangled Universe’ se acerca más a la candidez palaciega de la primera pieza de la suite pero ostenta una personalidad propia basada en una misteriosa aureola que sabe alimentarse apropiadamente de los diversos momentos de cautivador swing jazzero dentro de la ecuación temática en curso. La presencia de otros pasajes marcados por una ingrávida serenidad estimula eficazmente las instancias de sofisticación sonora diseñadas para la ocasión. El empleo de contrapuntos permite a la pieza preservar un punche consistente. La suite se completa con ‘Oneness’, que porta sobre sí la compleción de toda la magnificencia que se había estado germinando y desarrollando en la sucesión de las secciones precedentes. El pasaje inicial de piano empuja sutilmente la gradual armazón de los efluvios temáticos a ser armonizados en una aristocrática ingeniería de elegantes sonoridades. Los múltiples teclados se amalgaman sin hacerse absorbentes y los vuelos de la flauta gestan vibraciones melódicas perfectamente delineadas. A mitad de camino, la intensidad se erige como astuta monarca de la situación, la cual transita desde el terreno del jazz-fusión hasta el sinfonismo de tenor solemne, y con solemnidad nos referimos a una mezcla de gravedad y majestad. Mirando la secuencia seguida por este concepto de seguimiento de paradigmas cosmológicos, vemos que el grupo ha seguido una ilación que se inicia por una preocupación por el centro del bloque planetario (primero la Tierra, luego el Sol), para luego centrarse en su estructura integral (primero, la noción un entramado general, luego, la de una unidad orgánica): sería como un tránsito de la mirada que primero se fija en lo físico y lo mecánico, y luego vira hacia una observación de la razón de ser de su totalidad.
Los últimos 3 minutos del disco están ocupados por otra composición de Natalia Plaza, ‘Paradise Lost’: su talante es opaco y triste, cargado de una emotividad elegíaca que se revela a las mil maravillas en esa combinación de parcos acordes de piano y nocturnales ornamentos de sintetizador. El lamento solitario del Ángel Caído que aún no saca fuerzas de flaqueza para erigirse en el recio enemigo de su Creador, la asfixiante atmósfera de oscuridad y aislamiento en el que por ahora no hay manera de encontrar la realidad afirmativa del propio yo. Una ingeniosa manera de poner el broche final a un disco tan intenso y fastuoso como “Cosmology”, un disco fabuloso que es perfectamente digno del atavismo vigente de KOTEBEL. No somos los primeros en decir, con ocasión de este nuevo disco, que KOTEBEL es una figura grandiosa y grandilocuente dentro de la escena progresiva española y el gran escenario progresivo mundial, y de hecho, no es la primera vez que decimos esto... ¿pero cómo evitar repetirlo cuando nos toca reseñar un disco así de excelso?
Calificación: 9,5/10
“Cosmology” es el título de su más reciente obra fonográfica, la cual lleva consigo en buena medida el impulso de los dos discos precedentes (“Ouroboros” del año 2009 y “Concerto For Piano And Electric Ensemble” del año 2012) mientras traza algunos senderos nuevos dentro de la bien establecida provincia musical que define la ambiciosa esencia estética de KOTEBEL. El disco en cuestión ha sido publicado en el pasado mes de julio. La continua alineación de Carlos Franco Vivas [batería y percusión], César García Forero [guitarras], Jaime Pascual Summers [bajo], Adriana Nathalie Plaza Engelke [piano y teclados] y Carlos Guillermo Plaza Vegas [teclados] gesta e instaura un bloque sonoro rotundamente prolijo bajo unas coordinadas estilísticas que ya conocemos bien quienes hemos disfrutado a rabiar de sus trabajos anteriores, pero además, el flautista Omar Acosta se hace presente en el disco como invitado especial y recurrente. Sus insumos son muy bienvenidos al entramado sonoro de la banda, aportando colores adicionales que realzan algún motif pro aquí, creando un solo saltarín por allá, o simplemente complementándose plenamente con la orquestación grupal en algún momento especialmente solemne: la flauta se adapta muy bien a las circunstancias del momento, como ya sabíamos desde siempre quienes estamos familiarizados con los discos de KOTEBEL entre el 2003 y el 2006 (inolvidable “Omphalos”, ¿a que sí?). Adelantamos desde ya que el resultado de “Cosmology” nos sigue dando motivos de sobra para considerar a KOTEBEL como una entidad proveedora de mágicos goces melómanos, pero mejor es que pasemos ahora a revisar los detalles del repertorio del disco en cuestión, ¿vale?
Ocupando un espacio de poco menos de 8 ½ minutos, ‘Post Ignem’ da inicio a las cosas con una levemente predominante aura de mística solemnidad, pero ésta se acomoda grácilmente a un despliegue ecléctico de atmósferas que abarcan también grooves saltarines de personalidad fusionesca, momentos marcados por una sobria lobreguez y despliegues de envolvente lirismo, siendo así que el conjunto sonoro ostenta una señorial corpulencia. Gran inicio de álbum. Más adelante tenemos dos composiciones del guitarrista García Forero: ‘Mishima’s Dream’ y ‘Dante’s Paradise Canto XXVIII’ (siendo esta última una versión remaesterizada del proyecto de COLOSSUS “Dante’s Paradiso”). La pieza que porta en su título el nombre del alucinado y torturado genio Yukio Mishima muestra desde el inicio una garra sólida bajo la guía de la guitarra. La cadencia general de la pieza es razonablemente comedida, siendo así que la dupla rítmica saca buen provecho de la vitalidad autoconstreñida del momento para sostener con pulso firme las labores de los teclados y la de la propia guitarra. El tenor grisáceo del pasaje final parece retratar el negro umbral de la muerte hacia el cual se enrumbó orgulloso el espíritu conflictuado que tanta gloria dio a la narrativa japonesa del siglo XX. Por su parte, el tema con título dantesco, que dura poco más de 7 ¼ minutos, ostenta una parsimonia elegante y sobria, siendo así que las guitarras eléctrica y acústica se encargan de sostener la ingeniería global que el grupo articula con magnífica precisión en torno a los motivos centrales sucesivos. Los juegos armónicos y las capas son los aportes fundamentales de los teclados por lo que se pueda resaltar ante nuestros oídos la labor de la dupla rítmica, la cual está a cargo de reflejar el despliegue místico de la maquinaria del Más Allá. El breve solo de guitarra que emerge a partir de la barrera del quinto minuto y tres cuartos añade un poco de musculatura al asunto, aunque sin trastocar un milímetro del equilibrio general que se labra con finísima sensibilidad entre los instrumentistas. En medio de estas dos piezas se sitúa ‘A Bao A Qu’, un hermoso ejercicio de fusión progresiva sostenido sobre un esquema rítmico ágil y complejo. El matrimonio de los fraseos de la guitarra y las capas de teclado exhibe una majestuosidad juguetona sin llegar a lo trivial, siempre manteniendo un talante de impoluto señorío y luminoso carisma.
Hemos dejado para este momento de la reseña a la serie de piezas 2-5, o sea, los cuatro temas que conforman la ‘Cosmology Suite’. El primero de ellos – compuesto por Adriana Plaza – se titula ‘Geocentric Universe’ y está bastante metido en una línea de trabajo jazz-progresiva donde se conjugan ágilmente los aires del jazz y la vitalidad estilizada de lo sinfónico. La amalgama de los instrumentos revela una complicidad bastante sólida dentro de un foco creativo que parece centrarse principalmente en lo rítmico y las cadencias bajo la guía imponente del piano. Es generalmente la flauta quien elabora los recursos de colorido más llamativos durante el desarrollo temático, mas cerca del final la guitarra eléctrica crea uno de sus solos más vibrantes de todo el disco. Luego sigue ‘Mechanical Universe’, pieza que se orienta por un dinamismo de etéreas densidades y exquisitas tensiones a través de motifs delicadamente articulados en torno a estándares del rock-in-opposition y la fusión latina. Además, los ornamentos modernistas que emulan misteriosas maquinarias proyectan muy bien la imagen mental de una maquinaria que organiza las fuerzas periódicas del cosmos. ‘Entangled Universe’ se acerca más a la candidez palaciega de la primera pieza de la suite pero ostenta una personalidad propia basada en una misteriosa aureola que sabe alimentarse apropiadamente de los diversos momentos de cautivador swing jazzero dentro de la ecuación temática en curso. La presencia de otros pasajes marcados por una ingrávida serenidad estimula eficazmente las instancias de sofisticación sonora diseñadas para la ocasión. El empleo de contrapuntos permite a la pieza preservar un punche consistente. La suite se completa con ‘Oneness’, que porta sobre sí la compleción de toda la magnificencia que se había estado germinando y desarrollando en la sucesión de las secciones precedentes. El pasaje inicial de piano empuja sutilmente la gradual armazón de los efluvios temáticos a ser armonizados en una aristocrática ingeniería de elegantes sonoridades. Los múltiples teclados se amalgaman sin hacerse absorbentes y los vuelos de la flauta gestan vibraciones melódicas perfectamente delineadas. A mitad de camino, la intensidad se erige como astuta monarca de la situación, la cual transita desde el terreno del jazz-fusión hasta el sinfonismo de tenor solemne, y con solemnidad nos referimos a una mezcla de gravedad y majestad. Mirando la secuencia seguida por este concepto de seguimiento de paradigmas cosmológicos, vemos que el grupo ha seguido una ilación que se inicia por una preocupación por el centro del bloque planetario (primero la Tierra, luego el Sol), para luego centrarse en su estructura integral (primero, la noción un entramado general, luego, la de una unidad orgánica): sería como un tránsito de la mirada que primero se fija en lo físico y lo mecánico, y luego vira hacia una observación de la razón de ser de su totalidad.
Los últimos 3 minutos del disco están ocupados por otra composición de Natalia Plaza, ‘Paradise Lost’: su talante es opaco y triste, cargado de una emotividad elegíaca que se revela a las mil maravillas en esa combinación de parcos acordes de piano y nocturnales ornamentos de sintetizador. El lamento solitario del Ángel Caído que aún no saca fuerzas de flaqueza para erigirse en el recio enemigo de su Creador, la asfixiante atmósfera de oscuridad y aislamiento en el que por ahora no hay manera de encontrar la realidad afirmativa del propio yo. Una ingeniosa manera de poner el broche final a un disco tan intenso y fastuoso como “Cosmology”, un disco fabuloso que es perfectamente digno del atavismo vigente de KOTEBEL. No somos los primeros en decir, con ocasión de este nuevo disco, que KOTEBEL es una figura grandiosa y grandilocuente dentro de la escena progresiva española y el gran escenario progresivo mundial, y de hecho, no es la primera vez que decimos esto... ¿pero cómo evitar repetirlo cuando nos toca reseñar un disco así de excelso?
Calificación: 9,5/10
Y a continuación, el arte de Rockarte:
Texto expandido de la entrada: https://fb.watch/nWtUybrIt1/
Edición Rockarte
- Web oficial: https://www.kotebel.com/e-store/cosmology.php
- Bandcamp: https://kotebel-music.bandcamp.com/album/cosmology
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