Todos en el blog sabemos que el mantenimiento de archivos para descarga directa tiene sus problemas. Una cuenta en Mega puede llenarse rápido y, si el propietario se descuida, el link se cae. Mucho peor sucede con servicios de almacenamiento más antiguos, ninguno de los cuales sostiene los archivos y nos deja con gran cantidad de links rotos o caídos. Ni qué decir de las velocidades de descarga; la de Mega puede ser óptima pero las de otros servicios nos obligan a esperar largas horas para completar algún archivo o conjunto de archivos. Por eso es que muchos de los links de posts antiguos en el blog ya no funcionan y tenemos muchas solicitudes de resubida para discos que ya no están disponibles. Nos ha empezado a suceder incluso con aquellos links que ya hemos ido sumando en la biblioteca sonora desde que abandonamos la costumbre de compartirlos en los comentarios de los posts, cuando estuvimos bajo acoso y amenaza de denuncia y cierre del blog. También sucede con Mega, sin duda el mejor de los servicios de almacenamiento de hoy, que se alcanza rápidamente un límite de uso de ancho de banda y debemos esperar un día para descargar algo.
El fantasma del link caído
En fin; dado que ejercemos nuestro derecho de acceso a la información (un derecho humano fundamental) en contra de los intereses comerciales de empresas que se escudan tras el mito de la propiedad intelectual, y lo hacemos apelando a un acto de desobediencia civil, los materiales que compartimos en Cabeza de Moog no están siempre disponibles. También se nos ha complicado el acceso a partir de nuestra decisión de llevar de una manera más segura nuestro proceso a través de la suscripción a la lista de correo para obtener acceso a la biblioteca sonora. La cantidad de comentarios en posts y mensajes en la lista pidiendo explicaciones sobre el procedimiento es representativa de esto. Si recibimos 10 consultas como esa en una semana, debe haber hasta 50 visitantes nuevos del blog por semana que no se pronuncian: simplemente se van, frustrados por no poder acceder a la música, y seguro no vuelven.
La alternativa BitTorrent
De ahí que los miembros de la comunidad hayan propuesto en la lista de correos otras alternativas. Una de ellas es el uso de la tecnología bitorrent para compartir archivos sin la mediación de un servidor, es decir, mediante un procedimiento p2p (peer to peer; literalmente “de par a par” o de usuario a usuario). En las líneas siguientes de este post explicamos un poquito, para quienes no lo conocen en qué consiste y cómo se usa el protocolo torrent.
Los procedimientos p2p tienen muchas ventajas; la principal es, precisamente, que no existe la necesidad de almacenar el contenido en un servidor o “nube” desde el que otros pueden realizar la descarga. De esta manera, por ejemplo, desaparece el problema de perder el acceso al contenido cuando la fuerza bruta estatal que protege al capital logra cerrar servidores y servicios de almacenamiento como sucedió en su momento con Megaupload, el caso más sonado de años anteriores.
La tecnología p2p tiene ya más de 20 años de historia. Uno de sus pioneros más famosos fue Napster, aquel programita que te instalabas y te permitía descargar archivos mp3 (también flamantes por entonces y aún no cabalmente analizada la pérdida de audio que su método de compresión opera), de uno en uno y mediante la conexión directa con otro usuario que tenía el archivo en su computadora. Mientras funcionó, Napster fue una fiesta aunque fuera muy difícil, por ejemplo, completar un álbum equis o incluso una canción equis si el usuario del que dependía tu descarga se desconectaba y luego ya no volvía a aparecer. Pero Napster no logró sobrevivir el acoso de la industria: fue finalmente cerrado. Otros servicios similares empezaron a aparecer (limewire, kazaa, emule, etc.), pero fue el desarrollo del protocolo bittorrent, a principios de 2001, lo que permitió una nueva vida al intercambio de archivos p2p. Y ahí está, gozando de muy buena salud.
El protocolo BitTorrent
BitTorrent, protocolo diseñado por Bram Cohen, funciona a través de la descarga de un archivo .torrent muy pequeñito (descarga directa instantánea) que contiene metadatos del contenido del torrent propiamente dicho e indicaciones de cómo conectarse a él. Recientemente se puede evitar incluso la descarga directa del archivo .torrent mediante los “magnet links”, identificados con el icono de un imán que al darle click disparan el lanzamiento del software que maneja la descarga y subida del torrent, el cual debes haber instalado previamente en tu computadora. Es decir, no descargas directamente desde la web en navegador sino que localizas ahí tu torrent y lo descargas a través de otro software.
El protocolo bittorrent se convirtió rápidamente en el medio más utilizado para la descarga de archivos o grupos de archivos grandes; es por ello que la mayor parte del tráfico torrent es material de cine y TV; en segundo lugar software (todas las distros Linux, por ejemplo, se pueden descargar más rápidamente vía torrent que de manera directa), música, etc.
Cómo funciona
Así, para usar torrents lo primero que hay que hacer es instalar un software especializado. Los sistemas operativos Linux suelen traer incorporado ya el software; por ejemplo aquellas distros basadas en el entorno de escritorio KDE incluyen el software libre Ktorrent que es ligero y eficiente… ¡y libre! Los usuarios de sistemas windows o mac deben descargar e instalar un software específico, de los que hay diversas opciones que ofrecen versiones gratuitas (con publicidad y límites) o comerciales. En estos sistemas operativos el µTorrent es uno de los más usados. Otros, también disponibles para ambas plataformas, son BitComet y el propio BitTorrent, basado en el original, aunque este, tras haber sido adquirido por una de esas superempresas viene lleno de publicidad y candados para muchas de las funciones que permiten acceder a materiales que la gran industria no desea que obtengas gratis (y además está tratando de sumarse a la onda streaming (el horrible Spotify para audio, o el simpático Netflix para video). Si usas windows o mac, µTorrent Basic puede ser la mejor opción; es ligero, gratuito y sencillo de utilizar.
Ya instalado el software hay que buscar los torrents para descargar. Hay diversos índices de torrents donde buscar, entre los que The Pirate Bay (TPB) es el más famoso, aunque como vive bajo constante acoso policial, suele caerse con frecuencia, en lo que sus operadores lo mueven de lugar en una interminable cacería (en el momento en que escribo esta nota, TPB está inaccesible, pero al rato vuelve). Hay otros que se pueden encontrar en Torrentfreak, un portal que le sigue la pista al protocolo y mantiene noticias sobre el mismo. En los índices como TPB se acumulan datos sobre los torrents y se obtiene acceso a la descarga directa del archivo .torrent o al enlace magnético que disparará tu cliente torrent para la descarga.
Semillas y sanguijuelas
Una vez iniciada esta, la red te pondrá en contacto con tantos usuarios como haya descargando y compartiendo (ambas funciones son simultáneas en el protocolo) el archivo que buscas. Hay dos tipos de usuarios: seeders (sembradores o semillas) y leechers (descargadores o sanguijuelas). Aunque desde el momento que descargas un bloque del archivo ya lo estás también compartiendo, mientras no lo completes eres un leecher. Los seeders son: a) el creador del torrent, aquel que lo inicia (lo armó en su propia computadora y lo puso a disposición; el software torrent que uses te permite hacer eso), y b) los usuarios que lo han descargado completo y lo mantienen a disposición de los otros leechers.
Entre más usuarios (leechers y sobre todo seeders) compartan un archivo, más rápida será la descarga. En ocasiones vas por alguna rareza que solo tiene uno o dos seeders y puede ser que tu archivo demore hasta semanas en descargar; no es raro que te encuentres con archivos cuyo sembrador original dejó de compartirlo antes de que alguien más lo completara y habrá varios leechers compartiéndolo incompleto; te quedarás en 90% del archivo y ya no pasará de ahí. Pero si vas por algo muy taquillero, lo obtienes casi de inmediato, dependiendo de tu propio ancho de banda. Por ejemplo, al día siguiente de la emisión de un nuevo episodio de Game of Thrones, lo encontrarás en los torrents con miles de seeders y hasta decenas de miles de leechers y lo podrás ver de inmediato.
El manejo de los archivos a través de bloques permite también la reanudación de la descarga en el punto que la dejaste si por alguna razón te desconectaste de la red. Tu cliente torrent irá acomodando los bloques (algunos ofrecen en la configuración la separación de espacio en disco para reducir los riesgos de fragmentación) y repartiéndolos, y al terminar un archivo revisará su integridad que viene indicada por un código tipo checksum en el archivo .torrent de metadata.
Ética torrent
Pero hay una ética en la red torrent, una red (muy anarquista) basada en la buena voluntad y en la solidaridad de quien tiene el contenido, que dictan la necesidad de que por cada torrent subas al menos tanta información como bajaste (además este comportamiento tiene la función técnica de mantener la red saludable). Y aquí es donde se rompe un poco el ciclo solidario. Muchísimos usuarios dejan de compartir el torrent tan pronto lo han completado. Así, si el archivo que descargas pesa 500 mb, el comportamiento solidario te pide que no lo borres hasta que hayas subido 500 mb o más a otros usuarios, obteniendo una tasa de compartición de valor 1 o más. Si de los 500 lo borras al haber subido sólo 250, la tasa de ese torrent será de 0,5; estás chupando más de lo que ofreces, sanguijuela. Los índices como TPB indican siempre (aunque no con total exactitud) cuántos seeders y cuántos leechers hay en el enjambre de un archivo.
Muchas redes torrent son de acceso restringido (te tienes que suscribir y pasar a formar parte de una red restringida, como nuestra lista de correos) y en ellas se lleva una supervisión de ese comportamiento. Si la red descubre que dejas de compartir antes de alcanzar tasa de 1 (lo cual es posible a través de los trackers que organizan la información) te castigará restringiendo tu acceso al índice o incluso sacándote de la red. Así, si vas a usar el protocolo torrent, tienes que estar dispuesto a sembrar el archivo hasta alcanzar al menos tasa 1 aunque cuando lo completaste tu tasa iba apenas en 0,1 (caso muy común).
Torrents cabezones
Así, ante el ofrecimiento de algunos de los miembros de la lista cabezona de poner archivos en protocolo torrent (asegurando que mantendrán la siembra en línea), aunque muchos preferimos la descarga directa, especialmente de Mega, pensamos que es una alternativa que debíamos incluir por lo que pronto estaremos poniendo en la biblioteca sonora cabezona links magnéticos, al menos aquellos que nos vienen compartiendo algunos cabezones (ustedes saben quiénes son).
Obviamente, el tráfico vía torrent, que es inmenso (en ciertos momentos puede superar en número de usuarios a youtube y a facebook; se dice que hasta el 40% del tráfico de datos por internet se da vía torrent) es una afrenta para quienes detentan el poder basado en la falacia de la “propiedad intelectual”, e invierten más de lo que dicen que pierden por piratería en lobby gubernamental para encarcelar a todos los usuarios torrent. Por eso el acoso incesante a TPB; otros índices torrent han caído, como fue el caso del excelente ExtraTorrent en 2017. Por ello, si vives en Europa, Japón o los EEUU, conviene que te conectes a la red torrent a través de un VPN (Virtual Private Network) que te vuelva anónimo e irrastreable en la red abierta. Si no, te cae la ley por andar de buena gente. Tengo la impresión de que en América Latina, sólo hay cierto riesgo en la Argentina; acá en el Perú se puede torrentear sin miedo.
El protocolo bittorrent es un protocolo cabezón: usémoslo siempre pensando en compartir.
La tecnología p2p tiene ya más de 20 años de historia. Uno de sus pioneros más famosos fue Napster, aquel programita que te instalabas y te permitía descargar archivos mp3 (también flamantes por entonces y aún no cabalmente analizada la pérdida de audio que su método de compresión opera), de uno en uno y mediante la conexión directa con otro usuario que tenía el archivo en su computadora. Mientras funcionó, Napster fue una fiesta aunque fuera muy difícil, por ejemplo, completar un álbum equis o incluso una canción equis si el usuario del que dependía tu descarga se desconectaba y luego ya no volvía a aparecer. Pero Napster no logró sobrevivir el acoso de la industria: fue finalmente cerrado. Otros servicios similares empezaron a aparecer (limewire, kazaa, emule, etc.), pero fue el desarrollo del protocolo bittorrent, a principios de 2001, lo que permitió una nueva vida al intercambio de archivos p2p. Y ahí está, gozando de muy buena salud.
El protocolo BitTorrent
BitTorrent, protocolo diseñado por Bram Cohen, funciona a través de la descarga de un archivo .torrent muy pequeñito (descarga directa instantánea) que contiene metadatos del contenido del torrent propiamente dicho e indicaciones de cómo conectarse a él. Recientemente se puede evitar incluso la descarga directa del archivo .torrent mediante los “magnet links”, identificados con el icono de un imán que al darle click disparan el lanzamiento del software que maneja la descarga y subida del torrent, el cual debes haber instalado previamente en tu computadora. Es decir, no descargas directamente desde la web en navegador sino que localizas ahí tu torrent y lo descargas a través de otro software.
El protocolo bittorrent se convirtió rápidamente en el medio más utilizado para la descarga de archivos o grupos de archivos grandes; es por ello que la mayor parte del tráfico torrent es material de cine y TV; en segundo lugar software (todas las distros Linux, por ejemplo, se pueden descargar más rápidamente vía torrent que de manera directa), música, etc.
Cómo funciona
Así, para usar torrents lo primero que hay que hacer es instalar un software especializado. Los sistemas operativos Linux suelen traer incorporado ya el software; por ejemplo aquellas distros basadas en el entorno de escritorio KDE incluyen el software libre Ktorrent que es ligero y eficiente… ¡y libre! Los usuarios de sistemas windows o mac deben descargar e instalar un software específico, de los que hay diversas opciones que ofrecen versiones gratuitas (con publicidad y límites) o comerciales. En estos sistemas operativos el µTorrent es uno de los más usados. Otros, también disponibles para ambas plataformas, son BitComet y el propio BitTorrent, basado en el original, aunque este, tras haber sido adquirido por una de esas superempresas viene lleno de publicidad y candados para muchas de las funciones que permiten acceder a materiales que la gran industria no desea que obtengas gratis (y además está tratando de sumarse a la onda streaming (el horrible Spotify para audio, o el simpático Netflix para video). Si usas windows o mac, µTorrent Basic puede ser la mejor opción; es ligero, gratuito y sencillo de utilizar.
Ya instalado el software hay que buscar los torrents para descargar. Hay diversos índices de torrents donde buscar, entre los que The Pirate Bay (TPB) es el más famoso, aunque como vive bajo constante acoso policial, suele caerse con frecuencia, en lo que sus operadores lo mueven de lugar en una interminable cacería (en el momento en que escribo esta nota, TPB está inaccesible, pero al rato vuelve). Hay otros que se pueden encontrar en Torrentfreak, un portal que le sigue la pista al protocolo y mantiene noticias sobre el mismo. En los índices como TPB se acumulan datos sobre los torrents y se obtiene acceso a la descarga directa del archivo .torrent o al enlace magnético que disparará tu cliente torrent para la descarga.
Semillas y sanguijuelas
Una vez iniciada esta, la red te pondrá en contacto con tantos usuarios como haya descargando y compartiendo (ambas funciones son simultáneas en el protocolo) el archivo que buscas. Hay dos tipos de usuarios: seeders (sembradores o semillas) y leechers (descargadores o sanguijuelas). Aunque desde el momento que descargas un bloque del archivo ya lo estás también compartiendo, mientras no lo completes eres un leecher. Los seeders son: a) el creador del torrent, aquel que lo inicia (lo armó en su propia computadora y lo puso a disposición; el software torrent que uses te permite hacer eso), y b) los usuarios que lo han descargado completo y lo mantienen a disposición de los otros leechers.
Entre más usuarios (leechers y sobre todo seeders) compartan un archivo, más rápida será la descarga. En ocasiones vas por alguna rareza que solo tiene uno o dos seeders y puede ser que tu archivo demore hasta semanas en descargar; no es raro que te encuentres con archivos cuyo sembrador original dejó de compartirlo antes de que alguien más lo completara y habrá varios leechers compartiéndolo incompleto; te quedarás en 90% del archivo y ya no pasará de ahí. Pero si vas por algo muy taquillero, lo obtienes casi de inmediato, dependiendo de tu propio ancho de banda. Por ejemplo, al día siguiente de la emisión de un nuevo episodio de Game of Thrones, lo encontrarás en los torrents con miles de seeders y hasta decenas de miles de leechers y lo podrás ver de inmediato.
El manejo de los archivos a través de bloques permite también la reanudación de la descarga en el punto que la dejaste si por alguna razón te desconectaste de la red. Tu cliente torrent irá acomodando los bloques (algunos ofrecen en la configuración la separación de espacio en disco para reducir los riesgos de fragmentación) y repartiéndolos, y al terminar un archivo revisará su integridad que viene indicada por un código tipo checksum en el archivo .torrent de metadata.
Ética torrent
Pero hay una ética en la red torrent, una red (muy anarquista) basada en la buena voluntad y en la solidaridad de quien tiene el contenido, que dictan la necesidad de que por cada torrent subas al menos tanta información como bajaste (además este comportamiento tiene la función técnica de mantener la red saludable). Y aquí es donde se rompe un poco el ciclo solidario. Muchísimos usuarios dejan de compartir el torrent tan pronto lo han completado. Así, si el archivo que descargas pesa 500 mb, el comportamiento solidario te pide que no lo borres hasta que hayas subido 500 mb o más a otros usuarios, obteniendo una tasa de compartición de valor 1 o más. Si de los 500 lo borras al haber subido sólo 250, la tasa de ese torrent será de 0,5; estás chupando más de lo que ofreces, sanguijuela. Los índices como TPB indican siempre (aunque no con total exactitud) cuántos seeders y cuántos leechers hay en el enjambre de un archivo.
Muchas redes torrent son de acceso restringido (te tienes que suscribir y pasar a formar parte de una red restringida, como nuestra lista de correos) y en ellas se lleva una supervisión de ese comportamiento. Si la red descubre que dejas de compartir antes de alcanzar tasa de 1 (lo cual es posible a través de los trackers que organizan la información) te castigará restringiendo tu acceso al índice o incluso sacándote de la red. Así, si vas a usar el protocolo torrent, tienes que estar dispuesto a sembrar el archivo hasta alcanzar al menos tasa 1 aunque cuando lo completaste tu tasa iba apenas en 0,1 (caso muy común).
Torrents cabezones
Así, ante el ofrecimiento de algunos de los miembros de la lista cabezona de poner archivos en protocolo torrent (asegurando que mantendrán la siembra en línea), aunque muchos preferimos la descarga directa, especialmente de Mega, pensamos que es una alternativa que debíamos incluir por lo que pronto estaremos poniendo en la biblioteca sonora cabezona links magnéticos, al menos aquellos que nos vienen compartiendo algunos cabezones (ustedes saben quiénes son).
Obviamente, el tráfico vía torrent, que es inmenso (en ciertos momentos puede superar en número de usuarios a youtube y a facebook; se dice que hasta el 40% del tráfico de datos por internet se da vía torrent) es una afrenta para quienes detentan el poder basado en la falacia de la “propiedad intelectual”, e invierten más de lo que dicen que pierden por piratería en lobby gubernamental para encarcelar a todos los usuarios torrent. Por eso el acoso incesante a TPB; otros índices torrent han caído, como fue el caso del excelente ExtraTorrent en 2017. Por ello, si vives en Europa, Japón o los EEUU, conviene que te conectes a la red torrent a través de un VPN (Virtual Private Network) que te vuelva anónimo e irrastreable en la red abierta. Si no, te cae la ley por andar de buena gente. Tengo la impresión de que en América Latina, sólo hay cierto riesgo en la Argentina; acá en el Perú se puede torrentear sin miedo.
El protocolo bittorrent es un protocolo cabezón: usémoslo siempre pensando en compartir.
¿como me sumo a la lista? hay algunos discos que me encantaron.
ResponderEliminarHola Aldo: seguí los pasos que constan aquí, y lee bien el mensaje de bienvenida: https://cabezademoog.blogspot.com/p/por-si-algun-dia-no-estamos-aca.html
EliminarHola yo estoy buscando la segunda temporada de sylvan y no lo encuentro ni por torrent si alguien me ayuda
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