Nunca olvidaré aquella noche de verano de 2013, en los Proms de la BBC, en que todo el Royal Albert Hall pareció despegar hacia las nubes. Tal fue la loca y extravagante exuberancia de esta obra del americano Frank Zappa, músico experimental, cineasta y activista.
No la había oído hasta entonces y la verdad es que nunca había esperado ver a Zappa en uno de los grandes templos de la música clásica. (En 1971 había sido prohibido precisamente en aquel mismo recinto, acusado de obscenidad: la actuación de la Aurora Orchestra en 2013 significó la primera vez que se oía su música allí desde entonces.)
Este inconformista autodidacta había empezado a coquetear con los géneros clásicos mientras estudiaba en la escuela secundaria. Entre sus influencias habría que citar a Ígor Stravinsky (29 de mayo), Anton Webern (15 de septiembre) y sobre todo la «salvaje mezcla de percusiones» de Edgard Varèse (6 de noviembre), cuya música había conocido por casualidad a los trece años, mientras leía una revista, y sobre la que dijo en cierta ocasión: «Me gusta muchísimo».
Enamorada de los ritmos contagiosos de esta pieza, quise saber más y me satisfizo descubrir que Zappa era admiradísimo, desde el punto de vista clásico, nada menos que por Don Música Clásica del Siglo XX y me refiero a Pierre Boulez (26 de marzo). Boulez lo apreciaba tanto que dirigió la grabación de todo un álbum de Zappa allá en 1984. Todo un escándalo,
¿verdad?
Clemency Burton-Hill
El video que debería haber estado en la publicación:
El video que debería haber estado en la publicación: https://www.youtube.com/watch?v=AyitnY3Rt9c
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