Los políticos, los jueces y los dueños de las corporaciones saben que
hay un límite para el ajuste. Lo que no saben es dónde está. El juego
de las corporaciones, de los políticos y jueces afines, consiste en
aumentar las ganancias y los privilegios hasta llegar a ese límite.
Saben o presienten que si sobrepasan los límites pueden encontrar
desgracias. Hubo revueltas, revoluciones, guerras civiles y hasta
guerras mundiales que lo enseñan. Pero no se detienen, deben maximizar
sus ganancias y privilegios hasta donde puedan (¡Así de rudimentario y
destructivo es el dogma capitalista!). Y la nave va, como diría Federico
Fellini.
Y van todos. Los que juegan, los que padecen, y los que resisten. El
presidente Milei, que ha trabajado y trabaja para las corporaciones, es
de los que juegan, e intuye que encontrará su límite a principios del
invierno -de ahí probablemente surja su anunciado Pacto de Mayo-. No hay
mucho tiempo, pero no es poco. El juego consiste en llegar hasta el
límite acumulando ganancias, tardar lo más que se pueda. Y luego pactar o
dejar el lugar a otros jugadores. Mientras las corporaciones se
enriquecen crece la desigualdad y la pobreza; y el pueblo -que no juega-
padece, resiste, busca una salida. Pero no hay una salida desde el
capitalismo. La concentración de la riqueza excluye su distribución, y
la consecuencia es la pobreza. No hay solución. Entonces la pregunta
estratégica que se hacen los gobiernos neoliberales es: ¿Cómo hacer para
no llegar pronto al límite y acumular más?
El Gobierno de los engaños
Una de las respuestas son los engaños. Ménem, el ídolo de Milei, fue un
maestro del engaño. Hay varios engaños. Uno: Convencer al pueblo de que
se está luchando por él y por su bienestar, cuando en realidad se lo
está esquilmando. Otro: Crear un enemigo principal y muy poderoso que es
necesario odiar y vencer. Milei inventó la casta política, un derivado
de la clase política (que por cierto tiene su lado corrupto), para
conseguir seguidores, y ocultar al principal y más poderoso enemigo del
pueblo que son las corporaciones. Otro: Insistir en que la situación
económica, provocada por la casta es muy grave y que se deberán hacer
muchos sacrificios. Y predecir que finalmente aparecerá la luz al final
del camino -como dijo hace años Gabriela Michetti, la ex vicepresidenta
de Macri-. Y los sacrificios aparecieron: aumentos exorbitantes de los
alimentos, los transportes, la luz, la nafta, la medicina prepaga, los
alquileres, las tasas de interés, y de todos los precios en general.
Esto se debe al déficit fiscal creado por la casta, explica Milei. Pero
no cuenta que los grandes aumentos suceden durante su mandato, después
de haber devaluado el peso un 108% frente al dólar oficial, y después de
haber autorizado los aumentos a las corporaciones mediante un decreto
de necesidad y urgencia, el DNU 70/2023. Otro engaño: La riqueza del
país y el bienestar general dependen de la libre empresa, dice Milei
refiriéndose a las corporaciones y a los latifundistas. Y entonces les
baja las tasas y los impuestos, también por DNU, para que aumenten sus
ganancias. Otro engaño: La historia de que hace más de cien años, en los
tiempos del presidente general Julio A Roca, Argentina era la primera
potencia mundial donde crecía próspera la libre empresa generando
riquezas para todos sin intervención estatal. Y el engaño de Milei sigue
con la idea de que ha sido la casta política con su corrupción quien
nos ha apartado del bienestar haciendo crecer al Estado y limitando a la
libre empresa; y remata con el anuncio de que podemos volver a esa
época dorada de los años de Roca suprimiendo a la casta y sus
corrupciones (y dirigidos por él, Javier Milei).
Lejos de ser la primera potencia mundial, Argentina en los tiempos de
Roca era una colonia inglesa. Había una economía de extracción,
desigualdad y pobreza. ¡Y la propia familia Roca funcionaba como una
casta política! Era un clan corrupto, denunciado incluso por Domingo F
Sarmiento, que cobraba coimas por favores a la élite agroganadera y a
las empresas inglesas. Pero, además, dejando por un momento de lado la
verdad histórica, ¿no es alucinatorio intentar con decretos y leyes
volver a un supuesto país de 120 años atrás? Para lograrlo también
habría que cambiar las circunstancias. ¿Querrá Milei retrotraer el mundo
120 años atrás?
En realidad, se trata de otro engaño (tal vez alucinatorio), parecido al
de la pureza de la raza aria, que infla los egos nacionalistas,
cohesiona a las masas detrás de un líder y distrae de lo concreto. ¿Pero
qué es lo concreto?
La Ley Ómnibus y el DNU 70/23
Lo concreto son las leyes y decretos emitidos para pagar el fraude de la Deuda Externa al FMI, aumentar las ganancias de las corporaciones, y disminuir los derechos y los ingresos de la mayor parte de la población. Es decir: para transferir los ingresos de los sectores medios y pobres hacia los ricos. Milei envió al Congreso el proyecto de la Ley Ómnibus, llamada oficialmente y en consonancia con la Constitución de Alberdi de 1853: “Bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos”. Este proyecto, que toca muchos temas y está más articulado que la Constitución de Alberdi, otorga, entre otras cosas, poderes extraordinarios al Presidente ante lo que considera una situación de emergencia, limita los ingresos de los jubilados, castiga la protesta social, y propone la privatización de 36 empresas estatales, que pasarían a las corporaciones. (¿A la libertad de cuáles argentinos se referirá Milei?). La Cámara de diputados fue desguazando este proyecto de ley artículo por artículo. Y Milei, que estaba entonces en Israel, cita un pasaje bíblico. Se imagina a sí mismo como Moisés bajando del monte Sinaí con las tablas de la ley recién recibidas del cielo, y entonces, a la distancia, ve al pueblo y a los diputados entregados al populismo y adorando ídolos falsos, Moisés enojado rompió las tablas -según la Biblia-, y él, también enojado, ordena retirar el proyecto de ley de la Cámara de diputados. (¡Increíble la analogía y la autopercepción del personaje!).
Milei no consigue imponer su ley, pero sí los decretos. A pocos días de asumir en diciembre de 2023, tras mucho difundir odios y miedos durante su campaña y en los primeros discursos presidenciales, consigue instalar el decreto de necesidad y urgencia, DNU 70/23 que llama: “Bases para la reconstrucción de la economía argentina”. Este DNU, tan diverso como la Ley Ómnibus, tiene 366 artículos -más de los que tiene la Constitución actual- e interviene anulando o modificando 300 leyes. Baja los impuestos de las corporaciones, y decreta la desregulación: de precios y márgenes de rentabilidad en el comercio, de intereses y comisiones en los bancos, de los costos de la medicina prepaga, del precio de los medicamentos, y de los alquileres -que podrán pactarse en cualquier moneda y en plazos y condiciones arbitrarias-. Respecto a la flexibilización laboral, el DNU baja la indemnización por despido, los aportes jubilatorios patronales, elimina horas extras, establece un período de prueba de 8 meses en vez de tres, elimina el pago de la doble indemnización para las trabajadoras domésticas, y limita el derecho de huelga en el 60% de las actividades.
Los engaños, la verdad y la lucha
Lo concreto es el ajuste: aumentar la ganancia de las corporaciones a
costa de la pobreza del pueblo. Pero no pueden decirlo así. No podrían
ganar una elección si lo dijeran. Ménem, el maestro de Milei, lo confesó
una vez: “Si yo les hubiera dicho lo que iba a hacer, no me votaban”.
(Y lo primero que hizo al asumir fue poner de ministro de economía a un
CEO de la corporación Bunge y Born). Por eso, lo primero que hacen los
gobiernos neoliberales -el de Milei inclusive- es tapar lo concreto con
los engaños.
Pero los engaños, aunque se multiplican y difunden insistentemente por
periodistas mentirosos, pagados por las corporaciones, no alcanzan. Y
mucha gente -cada vez más- sale a protestar y socializar en las calles.
El 24 de enero, la CGT, las dos CTA, diversas organizaciones sociales y
los partidos de oposición convocaron a un paro general y una marcha al
Congreso contra el DNU 70/23, que fue multitudinaria y se extendió en
todo el país. Los primeros días de febrero, se trató en la Cámara de
diputados en sesiones extraordinarias el proyecto de la Ley Ómnibus, y
hubo otra convocatoria al Congreso de las organizaciones sociales, los
partidos peronistas y de izquierda en contra del proyecto. La protesta
crecía y los engaños no alcanzaban, entonces intervino la fuerza: la
policía de la ciudad, la policía federal, la gendarmería, la prefectura.
Hubo en tres días 285 heridos por golpes, balas de goma y gases
tóxicos, y 23 personas detenidas. El gobierno de Milei acabó retirando
el proyecto de la Ley Ómnibus del Congreso.
El 1º de marzo, el presidente Milei debía -como es lo usual- abrir las
sesiones ordinarias en el Congreso. Y se dispuso para la ocasión de tres
anillos de seguridad y 7.000 efectivos -no es lo usual-, motorizados
algunos y todos rigurosamente armados para impedir a los manifestantes
ocupar las calles e impedir el tránsito vehicular. Un absurdo protocolo
represivo ideado por Patricia Bullrich. El 8 de marzo fue El Día
Internacional de la Mujer y una enorme ola verde y violeta cubrió las
calles de la Ciudad reivindicando los derechos amenazados por el DNU, y
no hubo protocolo ni fuerzas policiales que la detuvieran. El 14 de
marzo, tras una larga sesión y manifestaciones de las Asambleas
barriales, los partidos políticos y otras organizaciones sociales
alrededor del Congreso, la Cámara de senadores rechazó el DNU 70/23, que
será derogado cuando también lo rechace la Cámara de diputados. El 18
de marzo hubo más de 500 cortes de calles y movilizaciones en todo el
país en reclamo de alimentos para los comedores comunitarios (debido a
una reducción del gasto social contenida en el DNU). Y volvió la
represión en varios de los cortes, con perros, bastones, motos, gases,
balas de goma y heridos.
Conclusión
El 24 de marzo, la marcha por la Memoria, la Verdad y la Justicia -que recuerda el inicio de la dictadura de Videla en el 76’, el inicio del neoliberalismo, y a los 30.000 desaparecidos- fue gigantesca y cubrió el Centro de la Ciudad como pocas veces se ha visto. La explicación es que la marcha, a la que se unieron espontáneamente muchísimos independientes, materializó el repudio al Gobierno, por el DNU de Milei, autócrata y neoliberal, al protocolo de la represión de Bullrich, y a la vicepresidenta Victoria Villarruel, por su defensa y asociación con Videla y los represores asesinos del 76’.
Próximamente y en este marco llegará el tratamiento del DNU 70/23 en la Cámara de diputados y su posible derogación. Si esto ocurre acabará la acumulación rápida de las corporaciones. Se moverán los límites del sistema. ¿Seguirá el juego?Rafael Gómez
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