Músorgski tenía seis años cuando su madre empezó a darle clases de piano; a los diez ya interpretaba conciertos de compositores de la talla de John Field y Franz Liszt.
A los diecisiete conoció a Aleksandr Borodín, que tenía veintidós, en un hospital militar de San Petersburgo. Se hicieron amigos y posteriormente Músorgski se integró en el grupo de compositores de San Petersburgo, llamado «de Los Cinco» y apodado el «Grupúsculo Poderoso», en el que militaba Borodín.
En el grupo estaba también Rimski-Kórsakov. Estos jóvenes estaban empeñados en dar con formas musicales que fueran exclusivamente rusas y, deseosos de liberarse del peso que tenía Occidente en su cultura, buscaban temas en la historia y las tradiciones rusas.
Jovánschina, «drama nacional en música», se basó en el levantamiento de Moscú de 1682 y el asesinato del príncipe Jovanski, que ocurrió unos meses después. El compositor falleció antes de terminar la obra. Rimski-Kórsakov la completó, la revisó y la orquestó en 1881.
Ígor Stravinsky y Maurice Ravel hicieron más arreglos de esta versión por encargo del gran impresario Serguéi Diáguilev. Dmitri Shostakóvich la sometió a una nueva revisión en 1959, basándose esta vez en la partitura original de Músorgski. Toda la obra contiene muchas melodías extraordinarias, pero a mí me gusta en concreto este movimiento inicial, que pinta, con suave música ambiental, un cuadro del alba que despunta sobre el río Moscova.
Clemency Burton-Hill
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