A Richard Strauss le bastó un mes para crear una de las piezas más inquietantes del siglo XX. Fue este día del año 1945 cuando completó esta tensa pieza para veintitrés instrumentos de cuerda.
La Segunda Guerra Mundial estaba a punto de terminar en Europa y él moriría unos años después.
Llamarla elegíaca es quedarse cortos. Se da por hecho que Metamorphosen es una meditación sobre la destrucción de Alemania durante la contienda y en particular sobre el bombardeo de ciudades como Múnich (patria chica de Strauss) y Dresde.
Algunos críticos señalan que Strauss habría hecho mejor en escribir algo que reflejara la destrucción sistemática de la vida humana por los nazis en vez de pensar en la pulverización de objetos inanimados.
Entiendo estas razones, pero creo que se equivocan. Con el abatimiento que expresan, con la intensidad de los sentimientos que evocan, esta pieza concentra en mi opinión la esencia del sufrimiento humano universal y nunca me deja otra impresión que la de una profunda derrota moral.
Es una respuesta musical especialmente conmovedora a la insensibilidad de la guerra, de cualquier guerra.
Clemency Burton-Hill
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