El estereotipo artístico del genio creativo atormentado es un cliché omnipresente, pero si alguien puede ponerlo en entredicho es Darius Milhaud, miembro de Los Seis, un grupo de compositores afincado en París.
Milhaud era famoso entre sus colegas de la comunidad clásica por ser un tipo simpático, tanto que algunos comentaristas maliciosos manifestaron sus sospechas de que alguien tan jovial difícilmente pudiera producir nada complejo o de interés. (Milhaud demostró una y otra vez que profundidad no significaba necesariamente tinieblas.)
Fue un compositor muy prolífico cuyos intereses rebasaron el ámbito clásico y abarcaron los dominios del jazz (enseñó a Dave Brubeck, famoso por Take five) y la música brasileña. Milhaud fue un profesor legendario: entre sus alumnos conocidos figuran Steve Reich, William Bolcom, Philip Glass y la leyenda del pop Burt Bacharach, a quien dicen que le dijo: «No tema escribir algo que la gente pueda recordar y silbar. No se deje desconcertar nunca por una melodía».
Pedazo de compositor.
Clemency Burton-Hill
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