Conocimos a Leandro en su disco debut "Mecánica Celeste" y de ahí no ha dejado de lanzar obras tremendas, como ese enorme homenaje a Allan Holdsworth que fue "Above and Below" y que también presentamos en el blog cabeza, ahora presentamos su nuevo disco solista, donde desarrolla sus experimentaciones desde la fusión del jazz, explorando las variantes del folklore urbano a través de la expresión más autóctona a su alrededor, ya que la idea original se gestó gracias a su recopilación de cantos de vendedores de la Línea Roca, gestando desde allí canciones muy cortas, programadas y loopeadas para engendrar como resultado un disco peculiar, que juega con lo mínimo, donde Leandro Kalén le pone instrumentación a los cantos de los laburantes que trabajan a diario en las formaciones ferroviarias del Roca, inmortalizándolos en casi once minutos de una propuesta completamente diferente: en las canciones se pueden escuchar a los vendedores de gaseosas, chipa, helados, encendedores y caramelos. Mientras que el track "Historias" se compilan varios de los cantos.
Artista: Leandro Kalén
Álbum: La Música del Tren
Año: 2022
Género: Jazz fusión
Duración: 10:50
Referencia: Discogs
Nacionalidad: Argentina
Cinco años atrás, Leandro Kalén se mudó a Banfield y su bioritmo cotidiano cambió. A razón de tres o cuatro días por semana, más alguna noche que vaya a tocar en vivo, toma el tren Roca que lo conecta con Plaza Constitución. Viaja para dar clase y, en general, los horarios son pico. Suele irse a media mañana y volver a las seis, siete de la tarde. Hasta acá, no da otra cosa que un fragmento de un día en la vida de un músico común. Pero la secuencia pega un volantazo cuando el experimentado productor, compositor, arreglador, instrumentista y cantante formado en la Escuela de Música Popular de Avellaneda, revela un dato fuerte: “El viaje dura 20 minutos, más o menos lo que dura el disco”.
A priori parece un delirio, pero no: Kalén acaba de publicar un trabajo llamado La música del tren, que consiste básicamente en la musicalización de cantos anónimos de vendedores ambulantes, y da cuenta así de un folklore conurbano, tan presente en empiria como ignorado en términos estéticos. “Pensé el trabajo como una especie de residencia creativa para mí mismo”, resume Kalén. “Al tomar regularmente el tren y empezar a estar en contacto con una serie de cosas cotidianas relativas a mi nuevo hogar, es que puse atención a los cantos de los vendedores, desde una perspectiva de música autóctona próxima territorialmente”.
La praxis inicial del músico consistió en escuchar sistémicamente el canto de vendedores, y en ciertos casos seguirlos durante uno o dos días para detectar si aparecían inflexiones en sus voces. “Quería saber si mantenían la misma melodía con las mismas notas o si había pequeñas improvisaciones”, cuenta el creativo Kalén, cuyas referencias puntuales pasan por las estelas de Hermeto Pascoal, o Different Trains, disco del minimalista Steve Reich. Acto seguido, grababa tales cantos con un grabador digital pequeño para escucharlas y ver qué le pasaba por dentro. “Quería ver si me sonaba algo posible en la cabeza, si aparecía una forma de vestir cada canto o si me inspiraba de algún modo. De hecho, hubo una primera edición mental en esas primeras escuchas”.
El tercer paso dado por Kalén fue seleccionar parte del material registrado bajo el propósito de diseñar la cadencia de cada canto, pero siempre respetando la esencia rítmica y armónica implícita en cada uno. “Este punto fue clave, porque probablemente cada tema podría haberse desarrollado muchísimo más desde el punto de vista formal, pero no pensé en los cantos como una excusa para hacer música, sino en lo contrario: vestir y acompañar, tratando de que la música conviva y dialogue con la imagen de ese momento”, explica el músico, con foco en un resultado que derivó en nueve breves piezas en las que el voceo de vendedores de chipá, gaseosa, encendedores, helados o caramelos se deja arropar por sonidos diversos. “Los cantos me sugerían cosas, y en ese sentido creo que tenía una armonía y rítmica implícita”, amplia Kalén. “Además, cada cantito tiene su intervalo de tiempo hasta que se vuelve a repetir, y ese silencio podrían ser unos compases de música instrumental. Por ejemplo, el de los encendedores me sonó automáticamente como una atmósfera ternaria medio libre, por eso la intervención de Ramiro Flores ahí… Algo de jazz étnico, ¿no? La presencia de Ramiro, de hecho, se vincula a que quería tener un timbre distinto en manos de alguien que desequilibre y él es un high level, un tipo preparadísimo, y con una oreja y sensibilidad que está en otra dimensión”.
Un trabajo con la fuerte marca conurbana que atraviesa su trabajo en los últimos años, entre 2019 y 2022 recopiló una serie de cantos de vendedores de la Línea Roca, tren que toma regularmente para viajar desde Banfield hacia CABA. La idea de este notable trabajo nació en 2019 y se fue gestando durante este tiempo, incluyendo durante los años de pandemia, hasta que pudo concretarse.
"Le presto mucha atención a la música que esta dando vuelta en lo urbano, a la usanza de Hermeto Pascoal. Fue en 2019 cuando decidí dedicarle un verano a grabar los cantos de los vendedores del Roca. La música viene a verter el canto, el canto es lo central es como la letra de una canción. Estas voces cotidianas, estos cantos, pueden ser entendidos como mantras, me parece que era fácil aglutinarlo bajo el concepto del tren y de todas las historias que conlleva. es importante hablar de conurbanismo, de una cultura puntual del conurbano. Acá no solamente hay mucho talento, sino que también hay cosas que trascienden a nuestra identidad que por ahí no están presentes en la capital, lo que pasa con el tren es algo muy puntual, que interpela a nuestra identidad conurbana, yo busco poner esa identidad en perspectiva y también da una posibilidad sobre la representación popular.
La música que viste esas canciones son accesorias a los cantos de los vendedores, no es al revés; no es que la voz de los vendedores es una excusa para hacer música."
Leandro Kalén
Tenía este disco pendiente de reseñar, y aprovecho este finde largo para presentarlo en sociedad.
¿Qué lleva a un músico a componer un disco autóctono? A buscar su identidad, a lograr una temática, a marcar el ritmo y elegir un orden. Leandro Kalén es compositor multinstrumentista, arreglador, productor y cantante, y en su oído suenan algo más que pianos y acordes: suenan las canciones del tren, música que él define como un rasgo identitario del conurbano bonaerense. Grabado y mezclado junto a Mario Sobrino en Melopea, legendario estudio de Litto Nebbia, La música del tren es el cuarto disco del artista y recoge cantos de vendedores ambulantes entre los años 2019 y 2022 por los vagones y estaciones de la línea Roca. Cuenta además con la participación de Ramiro Flores, y está disponible en Bandcamp, Spotify y Youtube.
La manera en que nació su último lanzamiento discográfico, La música del tren, tiene que ver principalmente con la apertura de la percepción a escuchar la música que hay en las cosas, que en palabras del propio Kalén a menudo pasa desapercibida porque se suele ensamblar con el ruido, ruido que él mismo llama música ambiental de la vida cotidiana. Pero esa dimensión musical tiene además un trasfondo de complejidades, un amasijo de historias que conviven en los cantos del tren, y que Kalén elige mantener en anonimato porque de esa manera se respeta la privacidad de esas vidas y se reafirma el carácter telúrico: podría ser cualquiera quien está cantando. Quizá con esta idea se podría delinear una identidad del conurbano hecha a base de retazos, propia de una geografía que desafía los límites casi a diario, donde el ritmo de la vida de gran parte de su gente está marcado por una especie de migración a la ciudad de Buenos Aires que concentra gran parte de la vida laboral y estudiantil de la población, aunque hoy en día haya una mayor oferta de carreras de nivel terciario y universitario en el conurbano.
Sin embargo, al igual que Leandro, es mucha la gente que hoy migra hacia esa zona geográfica de Buenos Aires en busca de una tranquilidad cada vez menos fácil de hallar en la efusiva ciudad, privilegiando ese bienestar a la comodidad de estar cerca. Justo en esa delicada frontera entre el adentro y el afuera de la ciudad, esos pocos rieles que la separan del conurbano, se ubican los rasgos de los que habla Kalén cuando se refiere a la música del tren como una música telúrica: creo que estas canciones (las de los vendedores ambulantes) en este contexto son más folclóricas que por ejemplo una zamba o una chacarera cantadas de repente por alguien en el tren, es un lenguaje de otro lado.
En cuanto a lo compositivo, Kalén pone la firma volviendo un poco con la idea de sacarse los auriculares. Encontrar el ritmo en los cantos que los vendedores ambulantes ofrecen es cuestión de prestar atención: tienen una forma de cantar que pareciera que hasta tienen calculado el tiempo entre que cantan, dejan de cantar y vuelven a hacerlo; y esa melodía siempre está afinada. Es como si uno fuera a un bosque a escuchar pájaros: cada uno tiene un patrón. El mirlo, por ejemplo, hasta desarrollar una canción prueba y repite un montón de veces, y cuando la emboca sigue toda su vida ese mismo patrón. Eso es mortal. Cada mirlo tiene su propia canción. Se trata de variaciones muy sutiles entre los cantos. Y en este caso me puse a buscar justamente eso: ver qué variaciones había, en los vagones, en las estaciones.
Con una operación al estilo Arlt, La música del tren se ocupa de recuperar los márgenes de una Buenos Aires incómoda que, lejos de ser rutilante como lo es la ciudad en las postales que se venden en Caminito, se muestra áspera y llena de amarguras, y Kalén no duda en socavar esa parte de nuestra cultura reivindicando la esfera creativa: muchas veces no saben que están cantando, y eso es lo que lo vuelve más interesante porque es algo que remite a los pueblos originarios, donde no existe una palabra como tenemos nosotros para definir al arte, no es algo estético; estas expresiones se manifiestan orgánicamente como parte de nuestra cultura, es algo primal que se arrastra desde allí. Los vendedores ambulantes son parte de esa incomodidad característica que interrumpe conversaciones, pensamientos, miradas, besos, músicas, al tiempo que conglomeran un paisaje de lo cotidiano. Ser un extranjero en Buenos Aires debe ser vivir esa incomodidad con compasión o emoción y escucharlos como si tuvieran algo más para decir que: hay ricas chipas o gaseosa. Después llega el cansancio y con él las interminables vueltas hastiadas en tren en las que todo molesta, incluso ellos; y la compasión y las ganas de escuchar se acaban. Leandro observó especialmente durante la pandemia que mucha gente que toma el tren piensa que está todo ahí porque tiene que estar, también los vendedores son parte del decorado. Entonces si están enojados porque el tren está retrasado o por lo que sea, se la agarran con los trabajadores, con todos los que forman parte de ese entramado urbano que de alguna manera están en la misma que ellos, y en algunos casos peor porque están intentando laburar.
Al fin y al cabo, la diferencia entre los pájaros y estas personas, los vendedores del tren, es que éstas tienen una historia que podría ser contada por alguien más; más allá de que sea su sostén de vida, andá a saber dónde y cómo viven, reflexiona Leandro; y de nuevo, vuelve la convicción de que el anonimato los mantiene a salvo, como el arte lo mantiene a salvo a él. Porque lo que lo rescata de ese panorama cotidiano es volverlo un diario íntimo y, como todo escritor, apropiarse de los sonidos del mundo, hacer suyas las palabras ajenas y volverlas viento para que otra vez sean públicas. Y la publicidad tiene de rehén al azar y al entusiasmo, aunque Leandro advierte que no se trata de hacer música para satisfacer a nadie porque sino uno termina por adoptar como verdadera la realidad que discute, y si se absorbe esa realidad como tal, se termina actuando en función a esa “verdad”. Y eso es un problema. El panorama de la música no es uno solo, para que haya fenómenos como la música urbana, por ejemplo, tiene que haber otra cosa, es una cuestión de equilibrio. Y por ahí te toca la parte más desfavorecida, es así. Pero como decía el tío de Spiderman: todo poder conlleva una gran responsabilidad.
La pata sociológica en el pensamiento de Leandro Kalén se refleja en este último disco desde la sinceridad que plantea cuando refiere que tiene que haber trabajos en el ámbito de la cultura que nos permitan vernos a nosotros mismos de vuelta para después intentar ver la realidad de otra manera. Los muertos siempre los pone un lado, y lo que suele pasar es que las violencias que genera el sistema la gente las refracta en sujetos, colectivos o personas que no tienen nada que ver con esa violencia, y los responsables de eso… bien gracias. Algo que sí le gustaría a Leandro es que se pueda seguir al canto del conurbano, que haya una voz propia, con identidad, y que sea parte de la amalgama que confirma nuestro patrimonio cultural.
Como diría Erdosain, protagonista de "Los siete locos", de Arlt: La conoció en un tren, conversó algunos minutos con ella durante quince días, y después desapareció. Eso es todo y nada más. Y ella no sabía que estaba casado. ¿Qué es lo que hubiera dicho de saberlo? Sí, ahora se acuerda. Se llamaba María. ¿Pero importa algo eso? No. Había algo más hermoso en todo aquello, la dulce fiebre que caía de sus ojos a momentos verdes y a momentos pardos.
Leandro es el productor general de este disco y se encargó de la guitarra, el bajo, los teclados, las percusiones y algunas voces. Se sumaron las colaboraciones de Victoria Colman y Ramiro Flores.
Grabó a los vendedores del tren Roca, les puso música e hizo un disco
"La música del tren" es la nueva producción de Leandro Kalen. Nació de sus viajes cotidianos entre Banfield y Constitución.
"Me interesa que haya una suerte de conurbanismo, una suerte de identidad del conurbano", expresa Leandro Kalen, autor de La música del tren. Es su cuarto disco. Para realizarlo se encargó de grabar la voz y los sonidos de los vendedores ambulantes del tren Roca.
La producción completa, incluyendo las grabaciones, edición y la posproducción, le llevó un total de tres años y los vendedores ambulantes, nunca supieron que estaban siendo grabados.
Surgió a partir de la idea de "captar a los vendedores en su dimensión más anónima", en el "tren que me tomo practicamente todos los días para moverme entre Banfield y Capital Federal", destaca Leandro. Es multiinstrumentista vive en Banfield y se formó en la EMPA, la Escuela de Música Popular de Avellaneda, Escuela Sónica y, con Gustavo Liamgot, Rosario Bléfari, Pauline Oliveros y Osvaldo Fattoruso, entre otros.
"Usé un grabador Tascam que es un poco más pequeño que el celular, y traté de ser cauteloso, en algunos casos me tuve que mover, pero siempre sigilosamente. Después en el trabajo de edición, por ahí hubo que aplicar algún plugin para limpiar el audio", comenta el músico. Para el último tema del disco llamado A voluntad, recibió la colaboración especial de la artista Victoria Colman, quién se encargó de registrar las voces de una vendedora ambulante en otro tren.
El disco fue grabado en Melopea, el estudio de Litto Nebbia, junto al técnico Mario Sobrino, y Leandro se encargó de musicalizar a cada vendedor ambulante según cómo resonaba en su mente al momento de capturarlo, sin ningún direccionamiento previo de estética o género.
Este nuevo trabajo se suma a dos producciones realizadas por Leandro durante el 2022, Above and Below, the music of Allan Holdsworth (con artistas de todo el mundo reinterpretando la obra del guitarrista británico) y Un pulso sobre la Tierra (lanzado por la Universidad Nacional de Avellaneda, con artistas del conurbano sur interpretando la obra de Alejandra Pizarnik)
"Yo entiendo la música como la música más autóctona que tengo a mi alrededor", argumenta Leandro, y agrega: "Muchos de los vendedores no toman dimensión de que están tocando un canto determinado, entonces ahí aparece la pregunta por la representación popular".
Actualmente Leandro Kalén participa del compilado ZZAJ, Jazz from the 23th century editado por Discus Music, compartiendo con Henry Kaiser, David Moss, Elliott Sharp, Steve Beresford, entre otros, y para el 2023, continuará de gira con Islas de Fuego, oratorio sureño junto a Juan Palomino y abrirá junto a su proyecto Candombe Express algunos conciertos de la gira uruguaya del dúo Dos Orientales (Hugo Fattoruso y Yahiro Tomohiro)
Retomando, comenta: "Esto surgió como una especie de residencia creativa de verano para mi, esto fue en verano de 2019, y estuve bastante influenciado por nombres como Hermeto Pascoal o Luciano Berio, por nombrar alguno, que hicieron trabajos similares".
"Le di bastante bola a lo que es el sonido o la música en mi vida cotidiana, en la naturaleza, no solamente de lo que viene en los instrumentos, sino a los vendedores del tren Roca, me puse a grabarlos ese verano y después, en alguien que otro caso, se trató de ir otros días y recorrer otros vagones".
Leandro, desde que comenzó a mostrarse y presentarse en la escena musical, adoptó un modo particular de decir presente. "No creo mucho en la idea de presentar en vivo y tocar en todos lados -plantea-. Yo creo que el disco es una obra en si misma, es un trabajo conceptual en si mismo, y después lo que se interpreta en vivo puede ser eso u otra cosa, puede ser distinto"
Y completa: "Pero la cosa de la gira, el momento de la gira propiciado por un material, o ajustado por un material, me parece un poco artificial. Por eso lo del tren: es algo que está sucediendo en ese momento, música directa desde ahí".
Kalen tiene editados cuatro discos: Mecánica Celeste (2015, Pai Records), Construcciones (2018), Screenshot (2019, Aural Films) y La Música del Tren (2022, Club del Disco). Además Impuso música original para videojuegos, cine y obras de teatro y participó en más de 150 discos como productor, compositor, arreglador, instrumentista y cantante en sesiones de grabación y conciertos de otros artistas.
Ramiro Fernández
Podés escucharlo desde su espacio en Bandcamp:
https://leandrokalen.bandcamp.com/album/la-m-sica-del-tren
O por acá:
Lista de Temas:
1. Gaseosa
2. Hay ricas chipas
3. Encendedores
4. Sanguches
5. Helado helado
6. Hay chipa chipas
7. Caramelos
8. Historias
9. A voluntad
Alineación:
- Leandro Kalén / piano, bajo eléctrico y fretless, percusión, batería, teclados, guitarra eléctrica y acústica, voces, composición, arreglos
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