El «diyeridú» o «didyeridú» (del inglés didgeridoo) no es un instrumento habitual en las composiciones clásicas, pero es que tampoco Peter Sculthorpe es un compositor típico.
Nacido este día en Tasmania, en sus setenta años de actividad profesional se dedicó a establecer conexiones entre mundos musicales separados. Es muy probable que hiciera más que nadie de su generación por investigar lo que puede significar la identidad musical clásica en un contexto australiano.
Sculthorpe, uno de los primeros músicos con formación occidental que aprendió a tocar el diyeridú, incorporó muchos elementos indígenas a sus composiciones. A la manera de Sibelius en Finlandia o de Grieg en Noruega en cierto modo consiguió expresar esencias de su tierra con sonidos y fue capaz de evocar la yerma y épica magnificencia del paisaje australiano con texturas instrumentales infrecuentes.
Sculthorpe también sintió interés por la música asiática y por las tendencias que surgieron en Europa en el Romanticismo y la época de las vanguardias. Una de sus grandes inspiraciones, por ejemplo, fue el ciclo de canciones de Gustav Mahler La canción de la Tierra.
Clemency Burton-Hill
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