Pensemos ahora en el hombre que abrió el camino al intenso y cromático lenguaje musical posromántico de Strauss. Casi cien años antes de que Strauss terminara sus Metamorphosen, la obra que oímos ayer, Wagner terminaba, este día, la partitura de su «drama perfecto», según dijo a Cosima, su mujer.
Ambientada en el siglo XIII, Tannhäuser y la competición de cantores en el castillo de Wartburg, por darle el título completo, refleja la trama fantástica con personajes sobrenaturales que cultivó Wagner durante la madurez de su trayectoria musical. Y plantea, como también es habitual en Wagner, el conflicto entre sensualidad y espiritualidad. También tenemos en ella algunas de las páginas musicales más estremecedoras que escribió; lo que ya es decir, dado que escribió muchas.
La obertura, que Wagner escribió al final, es una introducción perfecta al mundo de caballeros, ninfas, peregrinos, trovadores, diosas y sirenas que luego aparecen en escena. Si hoy necesitan un incentivo musical, espero que este sea el número adecuado.
Clemency Burton-Hill
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