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Cecil Taylor Quartet - Jazz Advance (1956)

El free jazz todavía no nacía y Cecil Taylor ya estaba más allá. Su disco inicial, Jazz Advance, prefigura el porvenir de la música libre. Es post bop pero ya no. No es free jazz pero ya es. Es 1955 y the new thing empieza a cobrar forma en este disco extraordinario del pianista que impulsará al free jazz durante décadas. Este disco es uno de los primeros brotes de la vanguardia que transformó la música para siempre y sucedió un lustro antes de que Ornette Coleman nos hablara del jazz que viene. Básico para cabezones y cabezonas que disfrutan atravesando la jungla sonora inexplorada.

Artista: Cecil Taylor Quartet
Álbum: Jazz Advance
Año: 1956
Género: Jazz / Post Bop / Free Jazz
Duración: 53:21
Nacionalidad: EUA


El nombre lo dice todo: Jazz Advance, jazz que avanza, jazz consciente de su propio vanguardismo. En 1955 el free jazz estaba aún en gestación y uno de sus primeros asomos fue este disco de Cecil Taylor, este pianista visionario, apoyado en hombros de gigantes —¡Monk!—, con un pie en el pasado bop y el otro en un futuro que solo se podía intuir. No es casualidad que el poeta Amiri Baraka describiera esa escena candente como “la cosa nueva”, the new thing. En trío y cuarteto (dos de los temas, “Charge ’Em Blues”, y “Song”, ambos originales de Taylor, cuentan con el saxo de Steve Lacy), Cecil Taylor rompe tempranamente las cadenas del jazz —las pocas que le quedaban—.








La aventura post bop de Taylor es distinta a la de Coltrane su instrumento es diferente: el piano de Taylor no es un piano, “son 88 tambores afinados”, dijo el fotógrafo británico Val Wilmer. Lo que en Trane es melodía disparada, en Taylor se transforma en percusión tonal total. Pero también buscan cosas diferentes, la libertad tiene muchas formas. A Trane lo mueve un cierto misticismo; a Taylor solo la música camino a la libertad de improvisación absoluta.

Jazz Advance sigue siendo un post bop respetuoso que habla con la tradición (hay una base de blues que se siente sobre todo en “Sweet and Lovely”) y saluda a sus mayores con tres standards: “Azure”, de Duke Ellington, “You’d Be So Nice to Come Home to”, de Cole Porter (pero vamos a ver lo que hace con él), y “Sweet and Lovely” (Arnheim-LeMare-Tobias).


El tema que abre el disco es “Bemsha Swing”, uno de los sueños más hermosos de Monk y Denzil Best, grabado por ellos apenas cuatro años antes de que Taylor lo transformara; será un standard que tocarán Coltrane y Don Cherry, Keith Jarrett (The Cure, 1991), Esbjörn Svensson (Plays Monk, 1996) y ¡hasta los Red Hot Chili Peppers! (cantan “Fuck you!” alegremente en las notas iniciales de la melodía). Pero todavía no es un standard cuando Taylor y su trío hacen su versión profética en Jazz Advance. Al sabroso swing de la original, Taylor lo “africaniza”, le descompone el ritmo y lo convierte en esa fuerza casi enloquecida que muestra al piano como queriendo derrumbar un muro que lo encierra. El piano contra los límites del bop. La melodía deliciosa del original sigue sostenida en el bop de bajo y batería, pero se va haciendo casi irreconocible porque las manos de Taylor no quieren tocar sus notas, apenas sugerirlas, hacerlas danzar alrededor de la tónica sin seguir otra regla que el impulso del descubrimiento.

Cosas similares escuchamos en los temas originales de Taylor. En “Charge ’Em Blues” la improvisación da más lugar a la batería mediante el recurso de los trades, esos círculos en los que el trío deja un cierre para la improvisación de los tambores. Sus temas destacan porque muestran al genio sin mayor influencia que ese bop del que se quiere despegar. El walking bass, el blues, los trades nos mantienen en el plano del estilo que está por ser rebasado; es el piano el que se escapa, el que lo rompe todo. Es como si todo el tiempo luchara contra sus músicos, como si batallara con ellos arrastrándolos a un territorio desconocido, a un abismo en el que ellos se niegan a caer pero sobre el que el piano vuela.

Es en la única pieza para piano solo donde lo podremos ver partir hacia el infinito de la improvisación. Paradójicamente —y no: tenía que ser así— el free jazz nace de visita a “You’d Be So Nice to Come Home to”, de Cole Porter, uno de los más conservadores compositores de canciones en el jazz, gran alimentador de crooners pero también de jazzistas enormes. Sin ese “lastre” del bajo y la batería, Taylor despega y convierte la canción en otra cosa. No es que el trío sea malo o convencional, por supuesto. Buell Neidingler (bajo) y Denis Charles (batería) son tremendos ejecutantes, improvisadores post bop extraordinarios. Pero aún no se han establecido las bases para una improvisación tan radical, el free jazz está todavía a algunos años de su despliegue total. Eso es lo que hace de este disco un esencial, un precursor tan importante como lo que poco tiempo después traerá Ornette Coleman.

Para Cecil Taylor, el camino arranca aquí. Un camino larguísimo que solo culminará con su muerte en abril de este 2018; no hace ni medio año que se fue a los 89 años y se fue dejando proyectos truncos, el viejo. En ese camino colaboró con muchos exponentes del free jazz, como el Jazz Ensemble of Chicago, el del otro Bowie, nuevamente visitando al mentor Monk, e incursionó en la poesía entre muchas otras aventuras, algunas de las cuales traeremos pronto al blog porque Cecil Taylor es un gigantesco cabezón.





Lista de Temas:
1. Bemsha Swing
2. Charge 'Em Blues
3. Azure
4. Song
5. You'd Be So Nice to Come Home to
6. RickKickShaw
7. Sweet and Lovely [bonus]

Alineación:
- Cecil Taylor / piano
- Buell Neidingler / bajo
- Denis Charles / batería
- Steve Lacy / sax soprano





Comentarios

  1. Ha sido el peor album que he escuchado este año. Solos de piano monofonicos con un monton de disonancia gratuita, tratando de imitar a la peor parte de la vanguardia del siglo XX, y quedando corto.

    Si gustas de Ornette Coleman, no pierdas tu tiempo con este experimento fallido.

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    Respuestas
    1. Gracias por tu comentario... me entro la curiosidad!

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