Varios se reían cuando Navarro decía dolar llegaría a $30 antes de fin de año, hoy en día y con el dólar a $40, si se saca bien la cuenta se puede ver que un dolar a $125 está lejos de ser una locura, con la dolarización que empieza a ganar consenso en el sector de los garcas y unos cuantos idiotas que lo repiten como loros. La crisis que se vive no solo es económica sino que también es política: el gobierno del Flancito Macri ha llegado a un limite, a un agotamiento. Tenemos las tasas de interés más altas del planeta en un Industricidio, una marca orientadora de la inversión en dirección especulativa. Más ajuste, para que haya más ajuste. Lo repito una vez más, por más que el mejor equipo de los últimos 500 años sean unos inútiles y unos flancitos, todo esto fue programado, acá no hubo errores porque el proyecto real del gobierno es el decrecimiento productivo nacional.
Desde la llegada del macrismo la industria lleva perdidos más de 80 mil puestos de trabajo registrados, mientras la realidad muestras que la brutal escapada del dólar amenaza con disparar una inflación peor a la ya registrada, haciendo añicos el poder adquisitivo de los salarios, mientras la fuga de divisas, que se aceleró en los últimos meses, se está comiendo no solo las reservas, sino también los fondos ingresados por el préstamo del FMI además de los que el gobierno captura mediante nueva emisión de deuda interna.
El ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, aseguró que "No hay otra manera para evitar la crisis que reducir el déficit fiscal", este concepto implica su imposibilidad de llevar adelante el país con este gobierno, ya que esta gestión que desfinanció al Estado intencionalmente induce la crisis que dice combatir. Nada hay que esperar, no hay expectativas sobre la mejora de indicador alguno. El funcionario del Flancito Macri acaba de informar que se insistirá en el hundimiento.
Nada de mejorar el poder de compra masivo ni de alzar la rentabilidad de la industria; nada de contención social ni de protección a la elaboración local. Más ajuste, para que haya más ajuste. Eso es todo. Tras el telón, no hay nada.
Aquí tenés al canal que estaba por desaparecer con la "Ley de medios K", ahora te dice lo que está sucediendo con los alimentos como si se tratara de Outlets de Miami. Y encima te lo dicen mal: la inflación que se maneja a fin de año con suerte tiene un piso de 40%.
Mientras a los amarillos los globitos les revientan en la cara, volvemos a escenarios del 2001 que creímos superados. La ortodoxia lo hizo de nuevo. El dólar llegó a 34,5 pesos, y el plan B resultó ir de nuevo al FMI, que curiosamente fue el plan A, que no funcionó. Han chocado el país productivo y social para alegría de amigos, acreedores amantes de la timba, de la renta energética y de algunos agroexportadores de productos primarios.
Estos son los resultados del país de Durán Barba. El marketing puede servir para ganar una elección, pero el problema es que después de ganar la elección hay que gobernar.
La bomba explosiva de las Lebacs y de los títulos creados para reemplazarlas, cuya renovación no está de ningún modo garantizada (hace diez días, el gobierno sólo pudo renovar el 54% de un vencimiento de Letras del Tesoro) y encima la situación externa se viene agravando hace tiempo y el gobierno no tomó la alerta que ya todos señalaban, incluso algunos exponentes de la ortodoxia liberal.
Si el "adelanto" del FMI se consume en rescatar a los títulos que no se renuevan -o sea, abastecer con dólares a los especuladores que dejan la deuda- la perspectiva de una cesación de pagos se acentúa.
Dijimos que volver al FMI no iba a ser solución.
Porque todo el modelo es equivocado.
BOLETO PICADO
Desde la llegada del macrismo la industria lleva perdidos más de 80 mil puestos de trabajo registrados, mientras la realidad muestras que la brutal escapada del dólar amenaza con disparar una inflación peor a la ya registrada, haciendo añicos el poder adquisitivo de los salarios, mientras la fuga de divisas, que se aceleró en los últimos meses, se está comiendo no solo las reservas, sino también los fondos ingresados por el préstamo del FMI además de los que el gobierno captura mediante nueva emisión de deuda interna.
El ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, aseguró que "No hay otra manera para evitar la crisis que reducir el déficit fiscal", este concepto implica su imposibilidad de llevar adelante el país con este gobierno, ya que esta gestión que desfinanció al Estado intencionalmente induce la crisis que dice combatir. Nada hay que esperar, no hay expectativas sobre la mejora de indicador alguno. El funcionario del Flancito Macri acaba de informar que se insistirá en el hundimiento.
Nada de mejorar el poder de compra masivo ni de alzar la rentabilidad de la industria; nada de contención social ni de protección a la elaboración local. Más ajuste, para que haya más ajuste. Eso es todo. Tras el telón, no hay nada.
Aquí tenés al canal que estaba por desaparecer con la "Ley de medios K", ahora te dice lo que está sucediendo con los alimentos como si se tratara de Outlets de Miami. Y encima te lo dicen mal: la inflación que se maneja a fin de año con suerte tiene un piso de 40%.
Mientras a los amarillos los globitos les revientan en la cara, volvemos a escenarios del 2001 que creímos superados. La ortodoxia lo hizo de nuevo. El dólar llegó a 34,5 pesos, y el plan B resultó ir de nuevo al FMI, que curiosamente fue el plan A, que no funcionó. Han chocado el país productivo y social para alegría de amigos, acreedores amantes de la timba, de la renta energética y de algunos agroexportadores de productos primarios.
Estos son los resultados del país de Durán Barba. El marketing puede servir para ganar una elección, pero el problema es que después de ganar la elección hay que gobernar.
La bomba explosiva de las Lebacs y de los títulos creados para reemplazarlas, cuya renovación no está de ningún modo garantizada (hace diez días, el gobierno sólo pudo renovar el 54% de un vencimiento de Letras del Tesoro) y encima la situación externa se viene agravando hace tiempo y el gobierno no tomó la alerta que ya todos señalaban, incluso algunos exponentes de la ortodoxia liberal.
Si el "adelanto" del FMI se consume en rescatar a los títulos que no se renuevan -o sea, abastecer con dólares a los especuladores que dejan la deuda- la perspectiva de una cesación de pagos se acentúa.
Dijimos que volver al FMI no iba a ser solución.
Porque todo el modelo es equivocado.
BOLETO PICADO
Cuando en 1890 Juárez Celman logró sofocar militarmente la “Revolución del Parque” organizada por la naciente Unión Cívica, Manuel Pizarro decía en el Senado de la nación “la revolución está vencida, pero el gobierno está muerto”; graficando de ese modo la situación del país: no había solución a la crisis política aunque el poderoso oficialismo del PAN lograra mantenerse al frente del Poder Ejecutivo.Nota original
Parafraseando a Pizarro, el gobierno de Macri ni siquiera puede decir que la corrida del dólar "esté muerta" o se haya terminado, pero su gobierno tiene el boleto picado, y por fuego amigo. Como hemos dicho tantas veces acá, Macri llega al punto en el que se encuentra no por la protesta social, ni por los paros sindicales o de la CGT, ni por la obstrucción de la oposición legislativa en el Congreso, sino por su propia incapacidad de gestión, y por la absoluta insustentabilidad de su modelo económico.
El “mejor equipo de los últimos 50 años”, la maquinaria comunicacional imbatible del duranbarbismo lanzó ayer a los leones al mismísimo presidente de la nación creyendo que su breve e inconexo discurso (en el cual no aportó ninguna precisión y solo prometió más ajuste) "calmaría a los mercados"; carbonizándolo por completo en el intento como si fuera un ministro u oto funcionario inferior que son fusibles que tienen reemplazo para oxigenar situaciones de crisis (a propósito: ¿no lo vieron a Marcos Peña, que no pisa más el bar?), en una irresponsabilidad institucional mayúscula a la que se sumó, obviamente, el propio Macri. El macrismo que se soñaba (y lo proclamaban) hegemónico hasta diciembre se delaruzó a la velocidad de un cohete espacial.
Lejos de calmar las aguas, el discurso fue como patear el hormiguero, porque el presidente terminó de hablar y el dólar, el riesgo país y la posibilidad del default de la deuda o de una crisis terminal del sector externo se aceleraron a toda velocidad; signos visibles y evidentes de que “los mercados” le han soltado la mano y tiene el boleto picado: no es cuestión personal ni de afectos (como supuso el gobierno, o quiso hacernos creer), son simplemente negocios, y el capital cobarde huye como la peste cuando teme que estos se interrumpan; como lo está demostrando la caída en picada de los bonos de la deuda y las acciones de las empresas argentinas que cotizan en bolsa, o la disparada del precio de los seguros contra créditos en default.
Al comenzar el día de ayer apareció publicada en el Boletín Oficial la resolución de la ANSES que fijaba el nuevo valor de la jubilación mínima en 8367 pesos; que eran 269 dólares al comenzar la rueda del mercado cambiario y se convirtieron en 243 cuando éste cerró. Al irse Cristina del gobierno en 2015 la jubilación mínima era de 443 dólares, lo que supone que las políticas del gobierno de “Cambiemos” la redujeron a la mitad medida en moneda dura; y otro tanto sucedió con el Salario Mínimo Vital y Móvil, la AUH y el promedio de los salarios de los trabajadores registrados: acaso visto desde allí se pueda decir que el gobierno fue exitoso, como se jactó hace poco Quintana en EEUU ante bancos e inversores.
A esta altura de los acontecimientos poco importa a cuanto pueda llegar el dólar, o si el gobierno acierta con alguna alquimia financiera para frenar la corrida o moderarla, siempre que quiera hacerlo; porque al mismo tiempo que la depreciación del peso licúa el poder de compra de los sectores que dependen de ingresos fijos, el mesadinerista que preside el Banco Central está regalándoles a diario las reservas a los amigos para que se rajen con verdes, antes de que todo termine de volar por los aires, dejando en claro cuáles son las prioridades del gobierno.
Más allá de cualquier especulación al respecto, el modelo económico de Macri hace agua por todos lados, como han venido advirtiendo desde el inicio voces muchos más calificadas que nosotros, sin que sus advertencias fueran oídas. Por el contrario, por allí anda Prat Gay tratando de despegarse del incendio echándole la culpa al diseño organizativo del gabinete económico, y el periodismo ensobrado atribuyendo el agravamiento de la crisis a problemas de comunicación del gobierno: ni una cosa ni la otra, los efectos perniciosos para el país, para la mayoría de su población y para el entramado productivo que estamos viendo son inherentes al modelo mismo; la consecuencia natural e inevitable de sus propias premisas.
Un modelo fracasado que al mismo tiempo que el poder adquisitivo de los salarios y las jubilaciones, licuó la investidura y el poder de la institución presidencial, esa que Néstor Kirchner había recompuesto en el punto más hondo de la crisis posterior al fracaso de la primera Alianza: Macri ha privatizado la gestión económica en la burocracia del FMI, y la gestión política en la fuerza de tareas de Comodoro Py. Su gobierno ha quedado reducido en consecuencia a ajuste tras ajuste, y carpetazos judiciales; estos últimos torpe y burda cortina de humo para ocultar el primero, cada vez con menos eficacia. Pruebas al canto: ayer con diferencia de minutos, Dujovne ratificaba el ajuste, y Bonadío despachaba otra indagatoria para Cristina.
Y mientras el gobierno se derrumba llevándose puesto al país con él, la UCR (principal socio formal del PRO en la coalición de gobierno) juega a reeditar una Revolución Libertadora de baja intensidad, con mamarrachos como “la extinción de dominio”; y el “peronismo racional” de Pichetto, Bossio, Massa y algunos gobernadores negocia con el gobierno como colar el ajuste que pretende el FMI en el texto del presupuesto nacional para el año que viene. Seguramente ahora los van a extorsionar con el fantasma del golpe, para que voten el paquetazo sin chistar.
Por otro lado, desde las usinas comunicacionales del régimen y sus medios adictos se desliza la hipótesis del adelantamiento de las elecciones para descomprimir la situación, ignorando lo que establece al respecto el artículo 95 de la Constitución Nacional. A menos que estén pensando en la renuncia de Macri y de Michetti, para facilitar la designación de un gobierno provisional que llame antes a elecciones para completar sus mandatos. Lo que no hace más que confirmar lo que hace rato venimos diciendo: la crisis económica ya se tradujo en aguda crisis política, y muy posiblemente en crisis institucional.
Y a río revuelto, ganancia de pescadores de tiburones: por allí anda Duhalde ofreciéndose como piloto de tormentas, o para ser más precisos, ofreciendo a Lavagna ¿como candidato o como ministro de un gobierno "de unidad nacional"? sin ser desmentido por el ofrecido. Como si viviéramos en el 2002 y para evitar otro 2003 con sorpresa (el kirchnerismo), creen que la mega devaluación les vuelve a dar una plataforma para el despegue, tras haber licuado el costo salarial para que las empresas recuperen "competitividad".
Pero como dicen que dijo Cristina, no son la república o las instituciones las que están en riesgo en estos momentos (o en todo caso sí, pero desde la misma asunción de Macri), sino la democracia y el Estado de derecho; y su preservación es -hoy por hoy- más responsabilidad de la oposición que de un gobierno irresponsable, de quien nada se esperaba al respecto y nada está dando, incinerando la propia figura presidencial
Claro está que la responsabilidad opositora no debe leerse en clave pichettiana de “aportar gobernabilidad” facilitando la aprobación del ajuste al que se comprometió Macri con el FMI, que nos quieren presentar como la única alternativa para salir de la crisis; cuando fue lo que nos metió en ella, junto con el modelo de valorización financiera aplicado desde diciembre del 2015 en el país.
Por el contrario, la oposición política y sindical debe ponerse firme en impedir, por todas las herramientas democráticas a su alcance (recalcamos: todas), que ese ajuste continúe, se profundice y quede consagrado en el presupuesto nacional, y con más recortes de derechos, más recesión y más destrucción de capital productivo y tejido industrial. Eso, solo para comenzar. La marcha universitaria de hoy, sin ir más lejos, hará más por sostener la democracia que todo el gobierno completo, con Macri a la cabeza.
Mientras tanto, hay que evitar que la descomposición final de un régimen agotado libere definitivamente sus pulsiones autoritarias (como suelen hacer los gobiernos radicales, porque recordemos que éste lo es), y quiera imponer el ajuste a sangre y fuego, reprimiendo toda protesta social en contrario; mientras denuncia conspiraciones y golpes de Estado en su contra, como ya han empezado a hacer.
Razones para temerlo no faltan: sin haber llegado al extremo de declarar formalmente el estado de sitio, Macri ha instaurado la cacería de brujas para los opositores, la intromisión de las fuerzas armadas en la seguridad interior y apologizó el gatillo fácil de las fuerzas de seguridad; y como todo régimen agonizante, cuanto más cerca está de su final es cuando más peligroso se torna.
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