Kegelstatt significa en alemán «campo de bolos», es decir, una bolera al aire libre. Cuenta la leyenda —gracias a unas acotaciones escritas en la partitura— que Mozart compuso este gracioso trío después de jugar a los bolos en Viena en 1786.
Sea o no verdadera la anécdota, el sentido del humor es perceptible en esta obra, sobre todo en la parte del clarinete.
El clarinete era un instrumento relativamente nuevo en la época de Mozart, pero su sonido excepcionalmente dulce y expresivo lo fascinaba hasta el punto de explorar su considerable potencial como solista en obras de gran envergadura como el Concierto para clarinete y el Quinteto para clarinete.
En manos de Mozart, el piano, la viola y el clarinete pueden llegar a sonar como la combinación de instrumentos más natural del mundo, aunque a nadie se le había ocurrido reunirlos antes de que él escribiera esta pieza. Fue una idea genial. Otros compositores posteriores, como Robert Schumann y Max Bruch, aprendieron la lección y compusieron música de cámara para el mismo trío.
Clemency Burton-Hill
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