La música clásica tiene un buen grupo de perfeccionistas y el compositor francés Henri Dutilleux es un ejemplo de primer orden.
Murió a los noventa y siete años, precisamente este día de mayo, pero a pesar de su larga e ilustre trayectoria profesional, dejó una cantidad de obras relativamente escasa.
Aunque se ciñó al canon musical de los siglos XX y XXI, su obra nos recuerda que a pesar del predominio de Pierre Boulez en todo este período había otras andaduras: andaduras ajenas a la «obligatoriedad» del serialismo y de la atonalidad, andaduras que trazaban una línea de Bach a Mendelssohn, de este a Debussy, a Ravel, a Stravinsky y a Bartók, para crear una obra de viva inmediatez y de gran claridad estructural.
Esta creación relativamente temprana pertenece a una suite de seis piezas que le encargaron en 1946 como música circunstancial de la radio francesa (básicamente tonadas elegantes de fondo; también es posible que hiciera un juego de palabras en el título, dado que la palabra «onda» es ambigua y significa tanto onda de radio como ola del mar).
Aunque reconoce su deuda con los grandes maestros del teclado del pasado —sobre todo con Bach—, también prefigura gran parte de la música posterior. A mí me suena como si se hubiera escrito ayer mismo y me parece muy excitante.
Clemency Burton-Hill
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