Children’s Corner, «El rincón de los niños», podría dar la impresión de ser música para el patio de recreo, pero no nos engañemos: las seis piezas de esta serie no fueron creadas para que las interpretaran niños (a no ser que fueran niños prodigio, que, para ser justos, es siempre una posibilidad en el mundo de la música clásica).
Debussy escribió esta obra para su hija de tres años Claude-Emma, llamada Chouchou, y la suite en conjunto es una evocación de escenas de infancia. Exceptuando esta emocionante pieza inicial —cuyo título es una referencia al Gradus ad Parnassum, «Escalera al Parnaso» (1826), de Muzio Clementi, una serie de estudios para piano compuestos con fines pedagógicos—, los nombres de los movimientos se refieren a juguetes de Chouchou. (Hay una serenata a una muñeca, una nana a un elefante de trapo llamado Jimbo, un pastorcito, etc.)
Debussy escribió El rincón de los niños en 1908, cuatro años después de separarse de su primera mujer y de empezar sus relaciones con Emma Bardac, su musa y amante desde entonces. La esposa repudiada, Rosalie Texier, quiso pegarse un tiro con un revólver en plena calle, en la Place de la Concorde, así que para huir del escándalo y los chismosos de París los amantes se refugiaron en Eastbourne, población costera del sur de Inglaterra. Chouchou nació el año siguiente. Debussy y Emma contrajeron matrimonio el año que se publicó la suite.
Es fácil olvidar que estos compositores legendarios eran seres humanos de carne y hueso, con agobios domésticos, vida sentimental agitada y criaturas encantadoras. A mí me gustan estos recuerdos ocasionales de su humanidad normal; en el fondo tenemos a un papá cariñoso que escribe música para su hija. Me impresiona mucho más porque sé que Debussy moriría antes de transcurrido un decenio. Y la pobre Chouchou sería víctima de la difteria menos de un año después.
Clemency Burton-Hill
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