La Standard Oil con Uriburu. Prebisch con Aramburu. Krieger Vasena con Onganía. Martínez de Hoz con Videla. Bunge y Born con Menem. La AEA con Macri. Sturzenegger con Milei. Nunca faltó en la Argentina quien arrimara al gobierno de turno el plan de negocios del poder permanente. El poder económico siempre tiene plan, solo busca quienes lo ejecuten sin importar si son gobiernos militares o civiles, peronistas o gorilas. Intereses permanentes para los cuales la democracia y las elecciones son accidentes o meras contingencias. Menem ganó en 1989, no tenía plan y le vendieron el de Bunge y Born. Antes pasó con el plan de Martínez de Hoz anunciado el 2 de abril del 76' y el Grupo Azcuénaga. Lo mismo pasó ahora con Milei con el DNU de Sturzenegger y la AEA.
"En la política económica de este gobierno
debe buscarse no sólo la explicación de sus
crímenes sino una atrocidad mayor que castiga
a millones de seres humanos con la miseria planificada".
Carta abierta de un escritor a la dictadura militar, Rodolfo Walsh. Año 1977.
"Esta tierra cero peso no es real".
Casi estatua, Divididos. Narigon del siglo, año 2000.
El DNU no tiene ningún propósito patriótico, noble, altruista, de interés común o bienestar general, por el contrario: es una burda y vulgar piñata de negocios privados en la que todos los sectores del poder económico aportaron letra, esperando llevarse su pedazo de la torta, y lo consiguieron: Galperín el negocio de las cuentas sueldo, los bancos exprimirnos aun más con las tarjetas de crédito, Lewis y el emir de Qatar la derogación de la ley de tierras, Funes de Rioja y la COPAL la derogación de la ley de abastecimiento, Paolo Rocca y la AEA la flexibilización laboral, y así podríamos seguir.
Basta recorrer los diarios y medios estos días para ver quienes lo apoyan, y sabremos quienes realmente lo redactaron: Milei es apenas el chancho al que le pegaron los cacerolazos y protestas, para que aparecieran los dueños reales. Todo está muy claro y sobre la mesa, para el que lo quiera ver.
Con el paso de los días, otros se tomaron la tarea de estudiarlo en detalle y poner en palabras lo mismo que nosotros vimos. Por ejemplo acá Alfredo Zaiat en Página 12, y acá Ari Lijalad en El Debate.
El ejercicio es necesario en términos de debate democrático, pero además para llamar a las cosas por su nombre, y ponerle nombres al saqueo; como para estar advertidos de quienes son los que luego piden "reglas de juego claras y previsibles", o amonestan a los gobiernos democráticos que no satisfacen sus intereses reclamándoles respeto a la institucionalidad o la división de poderes. En ese contexto, los inocultables conflictos de intereses de muchos funcionarios del gobierno (Caputo, Mondino, la lista es larga) parecen apenas un hurto al descuido de vulgares carteristas.
Que muchos argentinos -que votaron a Milei- no se den cuenta de estas cosas o prefieran seguir ignorándolas o alegar demencia al respecto no significa que no existan, y -mucho más importante- que no tengan nada que ver con su vida, o no los vayan a afectar de algún modo. Como reaccionen cuando lo descubran, es harina de otro costal.
Pero además este comportamiento predatorio del poder económico no es nuevo, sino que reconoce antecedentes constantes en nuestra historia, y se repite invariablemente, una y otra vez; demostrando la compulsión de nuestras élites económicas a atender antes que todo sus intereses, por encima de cualquier otra consideración, como la democracia o el resultado de las elecciones.
De modo que el argumento "La gente votó esto" es muy relativo, puesto que cuando no votaba estos latrocinios, igual buscaban la forma de perpetrarlos, incluso haciendo que no hubiera elecciones, o que el que las ganaba gobernara con el programa del que las perdió.
Es así entonces que el DNU de Milei pone en entredicho no ya el conjunto de regulaciones públicas (laborales, económicas, sociales) sobre las que impacta -lo que no es poco- sino el sentido mismo de la democracia de cuya vigencia conmemoramos 40 años.
Ese bando monárquico -y todos los de su cuño que seguramente vendrán- nos está diciendo que le país tiene dueño, y no somos nosotros.
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