El tiempo y el lugar son paradigmáticos: 6 de diciembre de 2023, Parque de la Memoria. En 4 días el presidente de la Nación Alberto Fernández le dará paso a su sucesor, Javier Milei. Sobran las obviedades.
El destino de este lugar, concebido como un espacio de arte y memoria a cielo abierto en contra del terrorismo de Estado, es un misterio que estará en manos de quienes lo revindican abiertamente. Y también de la resistencia e imaginación de quienes lo concibieron, trabajan y defienden, llenándolo de sentidos.
Una nueva muestra cobijada dentro de la sala“Presentes Ahora y siempre” del Parque, en un día gris de lluvia intensa, parece ser el reducto del reducto de esa memoria latente que se resiste a guardarse. La muestra abrirá al público dos días después de este recorrido (del 8/12 al 31/3), acaso para encontrarse con su verdadero protagonista: la gente.
Fotos: Sol Tunni para lavaca |
Arte y política
Ana Longoni (una de las siete integrantes del colectivo curatorial a cargo de la muestra) y Cora Gamarnik (parte de la curaduría fotográfica y audiovisual) son algunos de los nombres responsables de esta instalación que se hace cargo de todos estos elementos paradigmáticos hoy. Y los expone, literalmente, en las paredes, en el piso y ante nuestros ojos en un ejercicio desafiante de traducir los códigos callejeros y las creaciones sociales, espontáneas, dispersas, inabarcables, a un museo.
Ana Longoni y Cora Gamarnik. Fotos: Sol Tunni para lavaca |
Longoni es especialista en esto: doctora en artes (UBA), se especializa en el cruce de arte y política de América Latina y trabajó en el Museo Reina Sofía como directora de Actividades Públicas hasta el 2021. Como investigadora del Conicet, dirigió el proyecto “Después del estallido” dentro de la Convocatoria CONICET/Museos, del cual se desprende esta muestra (más info de esto, abajo) y del que participa también Gamarnik, investigadora especialista en fotoperiodismo.
Lo primero que sorprende al entrar al museo es que no vamos a encontrar las típicas imágenes del 19 y 20, no. Y no porque se oculte la represión (presente en fotos y particularmente a partir de la reconstrucción de la Masacre de Avellaneda), sino porque el foco está en otra parte: las curadoras hablan de “creatividad social” para referirse a las emergencias de otras formas de comunicar, hacer y organizarse. Gamarnik: “La represión está presente porque fue lo que sufrieron los y las manifestantes aquellos días pero la apuesta es mostrar que el 2001 tuvo también una fuerte impronta colectiva, de sentido de comunión, de hartazgo transformado en lucha. No fue una salida individualista extrema, como se intenta invocar ahora. Ese es el espíritu que queremos mostrar: proyectos colectivos, creatividad popular”.
Ana: … la fuerza de la multitud como gran laboratorio de imaginación política y social, capaz de generar otras respuestas ante la crisis que pone en riesgo la vida en común.
Así veremos que la primera sala, donde se muestra parte del trabajo de distintas agrupaciones artístico-políticas paridas en la época, domina el color. Incluso algún desprevenido puede pensar que se equivocó de muestra, pero no: los imaginarios del 2001 aparecen en unos objetos tipo asteroides hechos con tapas de cacerola, obra de María Causa, dialogando con las enormes formas de olla a cargo de Alicia Herrero, una tele que invita a ver las sinergias de una comunidad experimental como el Proyecto Venus, que funcionó como un club de trueque con su moneda Venus, al lado de los distintos billetes y bonos del famoso trueque de la época, billetes intervenidos por el colectivo Pobres Diablos de Rosario denunciando al FMI, la experiencia cordobesa del Partido Transportista de Votantes (PTV), que reunió en una parodia de partido político a 300 personas, los dólares-dolores que Karina Granieri repartió en las filas de las casas de cambio en el verano de 2002… son algunas de las imágenes que se reúnen en un estallido de sentidos que se caracterizan por su variedad y originalidad.
Sala x sala
En la sala contigua un salón audiovisual nos sumerge en tres pantallas que nos hablan simultáneamente. Hay que elegir una para prestar atención y que no se pierda ningún detalle:
1) Una proyecta fotografías de fotógrafxs profesionales así como de personas que registraron con su cámara postales del 2001 al 2003, revelando ocurrentes pintadas callejeras y distintas formas de vida solidaria; las tomas fueron seleccionadas por la investigadora Gamarnik, que dice: “Las imágenes te devuelven a toda la conflictividad y vitalidad de esos años, después del estallido”.
2) Otra de las pantallas muestra una edición de fragmentos de 15 entrevistas, especialmente grabadas para la muestra, a personas que participaron de una u otra forma de asambleas populares y fábricas recuperadas, los estallidos y sus ecos. Entre ellas da testimonio la fundadora de lavaca, Claudia Acuña, como parte de la gesta que parió entre otras cosas este medio de comunicación cooperativo.
Pantalla 3) Un collage de imágenes gráficas y fotográficas que componen la historia de la asamblea de Lacroze y Zapiola, en Colegiales, realizada por dos de sus integrantes.
En la sala siguiente –quedan dos, dos y medio más- veremos retazos de la historia de las fábricas recuperadas, historia viva hoy. Brukman, Grisinópolis, Zanón, el hotel Gondolín (como edificio recuperado por la comunidad travesti-trans) tienen sus apartados propios donde se registran las conexiones solidarias entre lxs trabajajadores y distintos artistas y colectivos, que se hacen evidentes en iniciativas como festivales y movidas solidarias para parar la olla y hacerse ver.
Se encuentra presente en la pared, para ser tomado y consultado, el libro Sin Patrón de esta cooperativa, una tesis y una guía sobre el movimiento de fábricas recuperadas parido por y en aquella época. Al lado de la primera edición del libro, el colectivo Iconoclasistas – presente en distintos puntos clave de la muestra- representa el padrón de empresas que recopilamos en su momento en un coqueto mapa. También está presente un retrato en el Gondolín de Zoe López, referente de esa organización recientemente asesinada.
En esta misma sala, la más grande, se continúa reflejando el carácter federal de la selección de obra de la muestra: la movida del Hormigazo en honor a Pocho Lepratti de Rosario ocupa una buena porción, así como se refleja el accionar de esa época en los escraches de HIJOS La Plata en otra de las paredes.
En el paso hacia la siguiente sala, se abre un microcine con una selección de doce pelis: fragmentos de films como La toma de Naomi Klein y Avi Lewis, o La crisis causó dos nuevas muertes de Patricio Escobar aparecen en una edición que le da contexto audiovisual a la muestra. Esta última peli además conecta con el eje de la sala donde culmina el recorrido…
Porque llegamos a Avellaneda, 2002. En el rincón se cobija esta última estación de la muestra, especialmente conmovedora. Lo primero que impacta es un mapa de Avellaneda– a cargo de Iconoclasistas, claro- en el cual se ubican fotos de lugares y momentos de aquel 26 de junio: el corte en el puente, la represión en la estación, la represión en cuadras y cuadras a la redonda, el allanamiento ilegal al local de Izquierda Unida, todo en fotos que no son las que estamos acostumbradas a ver y son parte de la causa judicial que investiga las responsabilidades de las muertes de Darío y Maxi.
Hay más: dibujos de Maxi Kosteki, remeras del Taller Popular de Serigrafía, los dibujos de Florencia Vespignani, la pintura de Ana Maldonado y el vitraux de Maka entre otros 60 artistas y colectivos participantes, entre los que hay artistas populares, anónimos, y otros más reconocidos. Algunos de ellos estarán presentes en una de las “activaciones”, la primera, que ocurrió el pasado domingo 17 con un recorrido comentado junto a investigadores, artistas, fotografxs, cineastas y activistas integrantes de distintos colectivos. Luego habrá una performance del colectivo de arte callejero Periferia, al cumplirse 40 años de la democracia.
Las curadoras
El título “El futuro detrás” puede sugerir tanto la idea de que lo que viene está atrás, como la idea de que hay que mirar hacia atrás para enfrentar lo que viene. Cora Gamarnik dirá: “Exactamente, el título juega con esos dos sentidos. Pero también es decir que el pasado no es algo cristalizado que sucede una vez y para siempre, sino que sigue actuando en el presente”.
Ana Longoni repone un cómo sigue actuando: “Cuando se empezaba a acercar la fecha de la muestra, ante el contexto que estamos viviendo, tenía una sensación de extrañamiento, me preguntaba ¿qué sentido tiene ahora una muestra sobre el estallido del 2001? El contrapunto entre el “que se vayan todos”de aquella época, ahora cantado en el bunker de Milei… Y de repente empezamos a tener indicios muy fuertes que nos hablan del hoy, y finalmente se nos hizo evidente cómo el 2001 también nos puede dar claves para pensar el presente y sobre todo imaginar otros futuros posibles”.
Cuáles está por verse. El 2001 sigue vivo, continuamente, reescrito, ahora en las paredes de un museo. Cora: “Hay varios 2001, y como en todos los aspectos históricos, culturales, hay una disputa por ese 2001. El ´que se vayan todos` lo trata hoy de absorber la ultra derecha, lo cual demuestra que se está intentando apropiar de esa fuerza colectiva, poderosa que salió a manifestarse entonces. No lo podemos dejar.”
Ana: “La apuesta que nos proponemos es a conmover las memorias del acontecimiento del 2001, hacerlas estallar desde otras voces y otras imágenes a las que solemos tener; abrirnos a otras geografías… Y sobre todo pensar hasta qué punto eso puede interpelar los procesos actuales y los modos de construir los relatos de aquel tiempo. Lo que se instaló después fue: no hay que volver al 2001, como una especie de amenaza. Y nos interesa proponer un ejercicio donde emerjan memorias plurales, resonancias y huellas que pueden seguir estando latentes, o pueden ser de alguna manera, desenterradas, para construir otras posibilidades de vida y de resistencia hoy”.
Para Gamarnik “el pasado para operar sobre el presente necesita de narraciones, necesita de imágenes, necesita de acciones que lo traigan. Y un poco es eso, recuperar ese espíritu cooperativo, traerlo no solo como forma de estudios académicos dentro de la universidad, sino desde otras formas de lenguaje, para llegar a otros públicos”.
Una de las ventajas del Parque de la Memoria es la afluencia de colegios primarios y secundarios como parte de recorridas escolares pedagógicas. La sala PAYS es parte del Monumento a las víctimas del terrorismo de Estado emplazado en la gigantesca plaza de acceso público, que le brinda a todo lo que se hace acá otra resonancia: ante esta muestra, ata los hilos de la historia de derechos humanos, la lucha y la represión, historia y presente.
La invitación, como el 2001, queda abierta.
Las charlas y el libro que viene
La muestra es producto de una investigación realizada por el grupo “Arte, Cultura y Política en la Argentina reciente”, parte en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA junto al Museo Histórico Nacional, que incorporará a su patrimonio las entrevistas y documentos relevados en el proceso.
Como inicio de esa investigación, al cumplirse los 20
años de 2001 se realizaron una serie de conversaciones, debates y
asambleas que, primicia de lavaca, serán editadas en un libro que se
publicará próximamente.
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