Bueno, hola, diciembre. Prometo que no estaremos todo el mes con música navideña. Todavía tengo en el bolsillo mucha música no festiva de la que hablar (de todos modos, es muy posible que todos tengan ya los oídos llenos de villancicos).
Pero para ponerles en sintonía con la estación festiva, quisiera empezar diciembre con una de las músicas más hermosas que conozco en relación con la Navidad. La escribió en 1994 un compositor estadounidense, Morten Lauridsen, a quien ya conocimos en enero y que pertenece a la categoría de los compositores que han ejercido trabajos insospechados (Philip Glass el taxista/lampista, Borodín el químico descubridor, Delius el naranjero, etc., etc.). Natural del estado de Washington, antes de estudiar composición en California trabajó de bombero en el Servicio Forestal y fue vigía en una torre aislada del monte Santa Helena.
Ganador de la Medalla Nacional de las Artes, en la actualidad divide su tiempo entre Los Ángeles y una isla del archipiélago de San Juan, frente a las costas de su estado natal, que él llama su «refugio para componer». Creo que en su música puede percibirse ese sentido del espacio, de la perspectiva, del paisaje natural que nos deja pasmados. Oh, gran misterio, en efecto…
et admirabile sacramentum, y sacramento admirable,
ut animalia viderent Dominum natum, cuando los animales vieron nacer al Señor
iacentem in praesepio! acostado en el pesebre!
Clemency Burton-Hill
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