El fracaso del experimento "libertariano" en sus propios términos. Siete meses bastaron para que el gobierno libertario de Javier Milei pusiera al descubierto su evidente y rotunda inviabilidad. Una abigarrada mayoría de economistas neoliberales hacen cola para salvar lo que queda de su prestigio y despegarse de la pesadilla más grande jamás votada. Argentina se encuentra virtualmente destrozada después de un acelerado proceso de transferencia de recursos desde los sectores más vulnerables a los más poderosos. El país es cada vez más pobre y más injusto. Mientras tanto, la inflación no baja como debería, la brecha cambiaria se agranda, las expectativas de devaluación aumentan y la recesión no afloja. El programa de Caputo no convence y recibe cada vez más cuestionamientos, el Banco Central perdía fondos mientras se denunciaba la salida de sus reservas en oro al exterior. Vender reservas del Banco Central para contener el dólar blue y pedir un préstamo al FMI para salir del cepo, o sea financiar la fuga de capitales de los amigos en pesos; Caputo está empezando a repetirse, consecuencias de que no esté preso como debería ser.
No es que a nosotros no nos interese, sino que queremos puntualizar otro aspecto: como el modelo de capitalismo financiarizado de casino destruye -una y otra vez la economía real- a la que en definitivas no entiende, ni conoce, ni le importa. ¿O acaso alguien oyó alguna vez al presidente o su ministro de Economía hablar sobre producción, comercio, venta, industria, salarios, o exponer alguna idea o política dirigida a ellos?
El que se vendía como "experto en hacer crecer la economía con o sin dinero" ha destrozado todos los indicadores de la economía real en pocos meses, y ya ni siquiera promete la famosa recuperación en V de la que no hay ni noticias. Ha quedado encerrado en ese dialecto incomprensible para el hombre común -al que por cierto no le hablan, ni lo ven- , y en el que sus destinatarios ("los mercados") no confían, porque expertos como son en estafas, se dan cuenta que los están queriendo cagar. Y entre gitanos no se van a andar echando la suerte.
Mal que le pese a Milei y sus ensoñaciones teóricas, la economía argentina es lo que es y tiene los problemas que tiene, y ni él, ni su ministro, ni sus mentores intelectuales -a los que nadie toma en serio, ni siquiera en los centros del poder financiero internacional- están en condiciones de resolverlos, porque no los entienden. Y no es algo que se nos ocurra a nosotros: ahí están las cifras de lo que sucede cuando se desconoce la realidad, y se empeñan en insistir con las mismas recetas fracasadas, una y otra vez.
Si prefieren seguir creyendo que el problema principal -casi excluyente- que tenemos es el déficit fiscal y que la inflación es un fenómeno puramente monetario en lugar de intentar comprender la complejidad de la realidad y preocuparse por la inequidad en la distribución del ingreso, la pobreza, la exclusión o los desequilibrios del modelo productivo -cosa que requiere atender el problema de la restricción externa atacando sus causas, no sus manifestaciones- no habría mayores inconvenientes, siempre y cuando no tuvieran la responsabilidad de gobernar el país.
Porque cuando la tienen -como ahora- e insisten en esas idioteces, los resultados son estos, y todo indica que van a empeorar. Y que este experimento con seres vivos está más cerca de terminar que de perpetuarse, y al igual que otras veces no será por un estallido social o una sublevación popular, sino por el fuego amigo: es todo tan parecido al 2018 que asusta, y hasta los protagonistas se repiten. O una cosa sucede porque sucedió la otra: "no se puede hacer un país distinto con los mismos de siempre", decía en campaña el candidato que, ya presidente, fue a buscarlos a Caputo y Sturzenegger para integrarlos a su gabinete.
Que esto termina mal, no caben dudas, y tampoco pasa por monitorear a cuanto llega el dólar blue o los dólares financieros, o como evolucionan los ADR's o los bonos de la deuda: el esquema falla por la base, y no se arregla con remiendos.
Y mal significa no perjuicios para los mercados o los tenedores de bonos (que siempre tienen reaseguros y espaldas para cubrirse), sino para la mayoría de los argentinos, que solo verán agravados sus actuales padecimientos; porque además estamos en manos de un demente sin la menor capacidad de comprensión de la realidad.
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