Por Jorge Garacotche
A fines de 1974 conseguí el disco “The Yes álbum”, el hecho se dio en la afamada disquería “El agujerito”, un mítico lugar ubicado en la Galería del Este, en la calle Florida, de Buenos Aires. Llegó, como tantas obras, un poco tarde a nuestro país, ya que se publicó en Inglaterra el 19 de febrero de 1971, pero en ese tiempo sucedían esas cosas. El disco realmente me maravilló desde el principio hasta el fin, no podía parar de escucharlo, todos quienes lo conocen habrán pasado por lo mismo. Acá hay un nivel de composición, producción, instrumentación, para el asombro, es que se habían reunido cinco virtuosos. Así, por la puerta grande, ingresé a la lista de fanáticos del grupo. De ahí en más comencé a investigar cómo conseguir los otros discos que editaron.
Por aquellos años Argentina quedaba muy lejos de los países en donde todos esos grupos hacían sus giras, mirábamos las fotos en la revistas, leíamos las crónicas en la Pelo, todo desde una lejanía incurable. Creo que ni siquiera era un tema de conversación, tampoco escuchábamos a alguien en la mesa de un bar relatando que los vio en vivo. En todas estas cosas pensaba cuando me enteré que un rumor hablaba de una visita de Yes. Ni hablar lo que fue cuando vi la publicidad, con varios amigos prometimos estar presentes en todos los conciertos. Es más, se anunciaron dos recitales en Bs As, pero además se hablaba de un recital en Rosario y otro en Mar del Plata, de manera que deberíamos viajar para cumplir la promesa.
Vimos por televisión el Festival Rock in Rio, en Brasil, con un desfile de grandes bandas que a uno lo tenían atado a la silla. De los grandes grupos que allí estuvieron, el único que bajó a Bs As fue Yes. Queen, Nina Hagen, Iron Maiden, B 52’s, AC/DC, Scorpions y Whitesnake brillaron por su ausencia. Incluso me enteré que Yes vino por un porcentaje de las ventas y no por un cachet fijo, como solían hacerlo todos los grupos.
Las entradas en ese momento costaron 4.000 australes, espero que nadie me pregunte cuánto sería hoy, aunque no va a faltar algún economista que haga el cálculo de acuerdo a la cotización de aquel dólar que valía menos que un austral, un chamuyo radical.
La banda tenía planeado dar más de tres conciertos en nuestro país. En principio tocarían también en Mar del Plata y Rosario, pero el 11 de febrero se anunció que dichas fechas se cancelaban por el estado de salud de Jon Anderson (se dijo que en realidad en Rosario detonaron un explosivo en una de las boleterías donde se vendían tickets, pero esto nunca se confirmó). Se corría mucho la bola que grupos de ultraderecha iban a atacar al público que se acerque al estadio de Vélez, se hablaba de ametrallar a los antipatria que bancaban a un grupo de piratas.
Jon Anderson contó en una entrevista: "Salimos de Uruguay para Argentina y fuimos los primeros ingleses en tocar ahí después de la guerra de Malvinas. Viajamos en un avión privado de la Fuerza Aérea, escoltados por 30 militares durante todo el viaje. Tuvimos que quedarnos todo el tiempo en el hotel, por miedo a que nos dispararan". A todo esto, un representante del llamado Comando 2 de Abril llamó a todas las agencias de noticias para divulgar su amenaza de que "iba a hacer volar el estadio de Vélez" en repudio a los recitales de la banda británica. Recuerdo que mucha gente me decía que iba a desistir de semejante movida por temor. Los fachos en Argentina son hijos de puta de verdad, no es cuestión de ignorarlos. A través de la historia argentina han dado claras muestras de que pueden bombardear, torturar, secuestrar o matar sin ningún tipo de miramientos, además cuentan con la tranquilidad de que la justicia jamás los va a citar, es que todos y todas forman parte del mismo circo trágico.
En su primera fecha, la banda recibió alrededor de 12.000 espectadores, cuando se esperaban algo más de 40.000; el terror en Argentina funciona muy bien cuando lo maneja la ultraderecha. Finalmente se realizaron las fechas solo en Bs As, fueron suspendidos los recitales en Rosario y Mar del Plata debido a las amenazas, trasladando en micros a la gente que había comprado las entradas, de manera que en la última fecha hubo público de las tres ciudades.
La formación de Yes para presentar "90125" y que vimos en Argentina fue:
Jon Anderson: voz, coros
Trevor Rabin: guitarra, voz
Tony Kaye: teclados, coros
Chris Squire: bajo, coros
Alan White: batería, sampler
El álbum se grabó en los Air Studios, Londres, entre los meses de noviembre de 1982 y julio de 1983 y se publicó en noviembre de ese mismo año. El extraño título del disco proviene del Nº de catálogo internacional con que Atco Records publicaría al álbum en la mayoría de los países (7-90125-1, en formato LP).
Cuando empezamos a escuchar en las radios el tema "Dueño de un corazón solitario" y que había llegado al primer puesto en el ranking de Yankeelandia comenzó el tembladeral. Al toque leímos que este éxito empujó al disco para llegar al puesto 5, cosas que Yes nunca había logrado, pero los conservas no festejaron, lo sintieron como una puñalada al Prog. Con esto se comprueba que la gilada no tiene un género musical, va recorriendo los distintos ritmos, arma la carpa de circo, molesta, y luego sigue su gira por otros rubros. Bien decía un viejo tango que cantaba Gardel: "los amigos se cotizan en las buenas y en las malas..." Es que bancar en las malas es importante, claro, pero es difícil de soportar el "gran momento del otro" ni hablar si uno lo mira desde el fracaso o desde el cajoncito de la frustración.
Yendo al tema "Dueño de un corazón solitario", lo primero que digo es que lo califico como "temazo". La banda suena ajustada como nunca, la producción es descomunal y la voz de Anderson brilla como en plenos 70’s. Claro que se extrañan las locuras del inmenso Steve Howe, pero no se puede negar que Rabin le puso a la banda un toque de modernidad alucinante, supo sumarse a lo histórico del grupo, pero el sonido de su guitarra, los conceptos como arreglador y productor, los efectos de sonidos, trajeron a Yes a lo actual y de la mejor manera. Como en todo tema de Yes hay un instrumento que nos hace inquietar: el bajo. Pero claro, allí hay un monstruo llamado Chris Squire, "The Fish", para los amigos. Era uno de los atractivos que fuimos a ver a esos recitales en Vélez. Lo vimos tantas veces encabezando las encuestas como "el mejor bajista del mundo"... Hay que ostentar ese título, pero el inglés con cara de vikingo se hacía cargo en eso de siempre dejarnos con la boca abierta.
Me acuerdo que estuve en un prolongado estado de exaltación cuando escuché temas como "Lo tuyo no es mala suerte", "Y tu y yo", "Close to the edge", que siempre pensé que era imposible de tocar en vivo el hermosísimo "He visto toda la gente buena". No podía creer que sucediera algo semejante, me frotaba los ojos sin parar cuando veía a miles y miles saltar porque estaban tocando "Vagabundear", y lo estaba tocando el propio Yes acá en Liniers, en la cancha de Vélez, a media hora de bondi de mi casa en Villa Crespo.
Recuerdo haber ido a bailar varias noches y en los boliches pasaban ese hit de Yes, lo cual parecía hiper novedoso, una gran noticia. Tiempos aquellos en que me había separado de mi primera mujer, y uno se siente en la obligación de salir a hacer boludeces en nombre de la diversión que "ya no tenía", frase que acusa a la susodicha o al susodicho, depende el caso, pero que esconde la mediocridad propia de no haber sabido mantener sus posturas. Esa mala costumbre de atribuirle a otra persona la cobardía de abandonar lo nuestro, esa puta idea de creer que si uno se pone en víctima va a ser comprendido. La cobardía sabe regalar muchas ilusiones.
Pero bueno, en medio de todo eso llegó Yes y me reencontré con algunas de mis mejores cosas, esas horas interminables frente al tocadiscos, sentarse con amigos y amigas a escuchar música y viajar por los mejores países. Recuerdo con cariño y sumo respeto aquello de correr a comprar las entradas, ir a los tres recitales cumpliendo con la promesa. Ver por fin a Yes en Bs As, una vez desde el campo y dos desde la popular, pero estar ahí para hasta hoy contarlo. Mirar a Koki, a Marita, al Cuervo, a Nora, la riojana, a Claudio y sentirme parte de ese todo que traicionó a los conservadores, que se tapó los oídos con cera frente a los cobardes, que se fue en el bondi a Vélez para decirle una vez más que no a los fachos de mierda.
Jorge Garacotche - Músico, compositor, integrante del grupo Canturbe y Presidente de AMIBA (Asociación Músicas/os Independientes Buenos Aires).
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