En la colección The Wanderings of Oisin and Other Poems, de 1889, el poeta William Butler Yeats, que nació este día del año 1865, señaló que uno de los poemas fue un intento deliberado de «reconstruir una antigua canción a partir de tres versos mal recordados por una anciana campesina del pueblo de Ballisodare [Ballysodare], del condado de Sligo, que solía cantarlos para sí».
Al principio tituló este poema «Antigua canción recantada» (título que, en cierto modo, podría resumir toda la historia de la música clásica). Cuando se reimprimió en 1895, el título era ya «Down by the Salley Gardens».
Ella recorría el jardín con sus piececitos blancos como la nieve.
pero yo, que era joven y alocado, no pensaba como ella…
Este poema, delicadamente conmovedor, fue puesto en música por muchos compositores del siglo XX. Mi versión favorita es esta sencilla y anhelante canción de Benjamin Britten, escrita durante la Segunda Guerra Mundial, cuando el compositor y su pareja, Peter Pears, se encontraban en Estados Unidos, exiliados voluntariamente (los dos eran fervientes pacifistas).
Puede que fuera la nostalgia lo que orientó el intelecto musical de Britten —por lo demás concentrado en obras operísticas, orquestales y corales muy complejas y de gran aliento— hacia estas sinceras y sencillas canciones populares. En cualquier caso, fue una fuente de inspiración en su caso.
Siguió componiendo canciones como esta durante más de treinta años, hasta mucho después de que él y Pears hubieran vuelto al Reino Unido y se hubiesen instalado en Aldeburgh; en realidad hasta el momento de su muerte.
Clemency Burton-Hill
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