Tenemos el agrado de presentar una nueva sección en el blog cabeza; la observación teatral, gracias a la contribución de Sandrina, que con su arte no solo aporta un análisis sino además también una bella poética, despegándose de lo que es la teorización teatral y que es su bonus extra que lo diferencia de cualquier otro referencia y comentario sobre una obra. Y comenzamos con la obra "TATA", de Sergio Bermejo, obra que se puede disfrutar los viernes de abril y mayo en Muy Teatro, Humahuaca 4310, CABA.
Por Sandrina Gallego
Y si todo es un invento?
Y si de un día para el otro pudiéramos quedarnos sin Dios?.
Sin manifestación divina, sin necesidad de cielos negros ni silencios muertos, así nomás. Viviendo, sintiendo, cómo fuimos engañadxs siglo tras siglo.
Con esa revelación del caos adentro, ese miedo que nos ato a ese amor que en los días hemos honrado, llamado Dios.
Y crear, entre nosotrxs, del ser humano. Que nos salve de vaya saber que cuento.
Cómo con la mente en blanco volver a escribirlo, o algo que represente algo, alguien que nos proteja, de lxs demás, de nosotrxs mismxs, para no dañar, ni que nos dañen.
La obra TATA me hizo pensar en eso, porque es una historia en lo que lo sobrenatural se humaniza, apesar de los efectos sobrenaturales que la fantasía hace posible, son un efecto especial, lo que imaginamos, lo que quienes representan la historia ven, se dice, y se oye, o no.
Dios nos a abandonado, se fue, salió de un rincón a desaparecer, increíblemente sucedió, lo vimos partir por entre la cortina de un lugar humilde, justo en el centro del mundo.
Allí, la escenografía era lejos de la ciudad, las luces cerca de esa naturaleza. Entre tragos, naipes, baile, música, una guitarra compite por la verdad, y se pierde algo, el gaucho vencedor en silencio del castigo (porque zobre magia no escribo).
Se luce la divinidad, en la desazón de lo perdido, tan tremendo como lo encontrado.
Ellas, somos, criaturas de compasión, de no creer o creer a medias cuando la verdad acecha, hijxs del rigor, la tierra, la gente.
En la tierra el ángel adolorido busca, encuentra, pierde, encuentra, para salvar al cielo de orfandad, el valor del candor en la entrega del bien, con la sangre que se presciente, y nada más sublime que la vuelta a casa inocente.
Las palabras son el viaje hacia el fondo del ser, la expresión de ellas, la gota del agua quieta.
Y si de un día para el otro pudiéramos quedarnos sin Dios?.
Sin manifestación divina, sin necesidad de cielos negros ni silencios muertos, así nomás. Viviendo, sintiendo, cómo fuimos engañadxs siglo tras siglo.
Con esa revelación del caos adentro, ese miedo que nos ato a ese amor que en los días hemos honrado, llamado Dios.
Y crear, entre nosotrxs, del ser humano. Que nos salve de vaya saber que cuento.
Cómo con la mente en blanco volver a escribirlo, o algo que represente algo, alguien que nos proteja, de lxs demás, de nosotrxs mismxs, para no dañar, ni que nos dañen.
La obra TATA me hizo pensar en eso, porque es una historia en lo que lo sobrenatural se humaniza, apesar de los efectos sobrenaturales que la fantasía hace posible, son un efecto especial, lo que imaginamos, lo que quienes representan la historia ven, se dice, y se oye, o no.
Dios nos a abandonado, se fue, salió de un rincón a desaparecer, increíblemente sucedió, lo vimos partir por entre la cortina de un lugar humilde, justo en el centro del mundo.
Allí, la escenografía era lejos de la ciudad, las luces cerca de esa naturaleza. Entre tragos, naipes, baile, música, una guitarra compite por la verdad, y se pierde algo, el gaucho vencedor en silencio del castigo (porque zobre magia no escribo).
Se luce la divinidad, en la desazón de lo perdido, tan tremendo como lo encontrado.
Ellas, somos, criaturas de compasión, de no creer o creer a medias cuando la verdad acecha, hijxs del rigor, la tierra, la gente.
En la tierra el ángel adolorido busca, encuentra, pierde, encuentra, para salvar al cielo de orfandad, el valor del candor en la entrega del bien, con la sangre que se presciente, y nada más sublime que la vuelta a casa inocente.
Las palabras son el viaje hacia el fondo del ser, la expresión de ellas, la gota del agua quieta.
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