Buenos días desde La Barra Beatles. Hoy vamos con un poco de rock chabón, un estilo que a los de barrio nos toca de cerca. Es algo que va más allá de las calidades, sabemos que por ahí va a andar la marca de nuestra patria chica: el barrio. Podemos crecer, mudarnos, viajar, adaptarnos, o al menos simularlo, pero siempre llevaremos en la mirada los colores de nuestro barrio, sobre todo aquel que nos acunó en la infancia, es que esos son nuestros colores. Conocí al Bocha Sokol a mediados de 1985, cuando él ya no formaba parte de Sumo. Teníamos una amiga en común, La Flaca Liliana, oriunda de San Antonio de Padua, que alquilaba un departamento en Palermo, mientras laburaba y por la noche estudiaba Letras, ahí conocí al Bocha. Nos vimos varias veces, compartimos muchas noches alocadas allí guardados. Nos invitábamos mutuamente en alguna fecha en vivo y después nos juntábamos a charlar sobre esas actuaciones.
Una vez en casa de Liliana tocó en mi guitarra un tema que iba a salir en el disco debut de Las Pelotas que se llamó “Corderos en la noche”. Recuerdo un domingo de invierno de ese año en casa de La Flaca el Bocha me regaló ese cassette, lo hizo en ese formato porque se iba muriendo el querido disco de vinilo y aún no había nacido el sorprendente CD. Le dije que el tema me parecía extraordinario, sobre todo la letra. Siempre me gustó el modo de decir del Bocha, parecía muy expresivo, le ponía mucha carga a las palabras, algo casi tanguero. Fuimos con Liliana a ver a Las Pelotas cuando presentaron este álbum y sentí una vibración muy especial al oír aquella canción en banda. Además de la emoción compartida porque la habíamos escuchado casi en primicia.
“Parece ser que ya no puedes ver, ni lo blanco, ni lo negro, ni lo que te sucede, y pensás que vivís mejor gracias a un reloj, qué tiempo querés saber, porque ni agujas ya tiene…”. Qué manera de hacer filosofía cruel para arrancar una letra sobre alguien derrotado por el sistema. Pero es muy actual el párrafo siguiente, lo recordé tantas veces cuando se hablaba del relato, del peso de los medios, de los periodistas ensobrados y los editoriales recitados para el regocijo de la patronal chupasangre: “En lo que dicen ellos siempre tienen razón, coleccionistas de diarios, y los que ves en la tele, pero que se duerman con su información, basta saber como estoy, basta saber lo que quieren…” y remata con dos preguntas que se clavan en la cabeza de quien se queda reflexionando, ¿“Cómo estoy, dónde voy…”?.
En la segunda parte para mí es extraordinaria la idea de llevar toda esa visión hacia adentro, recorrerse sin prejuicios, entonces comienza una descripción salvaje en primera persona. Todo eso que se observaba en el otro ahora es un dolido mapa propio, incluso profundizado y tamizado de desesperación confesa. Creo que allí el tema se carga de una energía más densa, esto sobre todo lo percibo en la versión en vivo que se publicó en el excelente álbum “La clave del éxito”. En medio de la crudeza Bocha canta mejor, hasta hace que guste más la melodía.
“Parece ser que ya no puedo ver, ni lo blanco ni lo negro, ni lo que me sucede, , y pensar que no va todo tan mal, sin embargo no pude mirar un maldito amanecer…”.
El relator de carga se sinceridad y cinismo filosófico, reúne fuerzas y se deja ir en caída libre, “sigo en esta ruta un cartel, no se puede frenar, no quiero ser uno más, que no podrá volverse”.
Me gustan los autores que se deciden a poner en escena su propia oscuridad, que van con desenfado hacia su oculto infierno y no se guardan nada a la hora de pintar el propio bajón. “Por eso no, no, no quiero llegar, de allí no hay cómo zafar, como la misma muerte…”. Seguramente ya lejos de sí mismo, quizá cayéndose, vuelve a hacerse esas dos preguntas de la primera parte.
La versión en vivo tiene algo muy especial que la hace carismática, la participación de la gente que se prende y canta el riff de la intro. Hermoso de escuchar, tiene esa magia que inventó el grandioso fútbol que nos ha formado, que nos enseñó casi todo. El pulso está más adelantado, tiene una mezcla con el pop aguerrido y lo hace más bailable, a pesar de la dureza de esas palabras. Hay una guitarra rítmica que se lanza y llama a combate cabalgando sobre Re, Fa# menor, Sol, Do, Si menor y vuelve al Re, todo suena tan agradable.
Vi a Las Pelotas en vivo tocando este tema, la gente pasada de lo que eligió para viajar, el clima que va creciendo desde el suelo en donde tanta gente salta, baila, vibra por dentro y por fuera, donde algunas minas en trance invocan a sus mejores placeres y se dejan ir, y les aseguro que es un flash para guardar bajo una almohada de colores.
Banco esa fusión que se armó con eso de llevar cierta impronta futbolera a los recitales. Con una aclaración: no es aquella influencia maldita lo que produjo ese bardo que se consagró en la tragedia de Cromagnón, como discursean los farsantes que viven para acusar. Esa noche fatídica se dieron cita otras cosas, los hijos de puta que le soltaron la mano a los pibes y pibas que estuvieron ahí son de otro palo, nunca irían ahí, están en las oficinas, en las empresas que solo adoran el dinero y nunca miden lo humano porque no lo tienen en la mira, no registran lo viviente. Los funcionarios públicos que ven en la desprolijidad un coima mayor; la policía, los bomberos, los que transan sin jamás pensar en los riesgos de los otros.
En esta versión de “Sin hilo” en vivo se veía a los inocentes cantando y saltando. La gente va a escuchar música sabiendo que la felicidad dura un rato, solo la gilada la quiera atar para siempre, después es cuestión de saber recordarla.
Jorge Garacotche - Músico, compositor, integrante del grupo Canturbe y Presidente de AMIBA (Asociación Músicas/os Independientes Buenos Aires).
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