"Bajo la consideración de que el rock es un género musical que provoca actitudes de rebeldía, era lógico que un sistema represivo como el que hemos padecido desde hace mucho tiempo evitara, hasta donde más fuera posible, el desarrollo de esta forma artística y sus implicaciones culturales. A pesar de ello, la música de rock siempre ha emergido de las profundidades a donde se le ha querido ahogar. Así que desde lo más profundo del inframundo, el rock mexicano ha sobrevivido, a veces como subterráneo y otras veces como progresivo". Así comienza esta tercera parte de la saga de Óscar Muñoz titulada "Breve Historia del Rock Progresivo en México", donde repasamos en términos generales el deambular del género en tierra azteca, mientras que presentamos nuevamente algunas de las bandas más representativas (y dejo en claro que todo lo que se muestra aquí ya estaba presentado en el blog cabezón, así que este es solo un repaso)...
Si te los perdiste, aquí puedes leer los textos anteriores de esta serie de artículos:
Por Óscar Muñoz
En cuanto al rock progresivo en México, éste comenzó a ver la luz a finales de los años setenta, tiempo en el que el progresivo europeo comenzaba a sufrir su declive. Hay suficientes razones por las que este fenómeno sucedió de esta manera. Además de la satanización del rock por parte de las autoridades del país en los sesentas y setentas, sólo la clase media con recursos suficientes pudo adquirir música importada, lo cual permitió el origen, aunque tardío, del progresivo mexicano. Varios de los grupos musicales vanguardistas del país comenzaron a asimilar las técnicas del progresivo para crear rock en este género, y únicamente los que contaban con más recursos económicos empezaron a grabar discos.
Ciertamente las primeras creaciones mexicanas de este género resultaron muy similares a las piezas del progresivo europeo. Si bien algunos críticos consideran estas primeras muestras musicales como copias del rock progresivo internacional, algunas de ellas resultaron muy buenas piezas. Estas rolas progresivas se deben a los grupos que incorporaron ciertos destellos de progresivo en sus composiciones, como los Dug Dugs, el grupo Nuevo México o la banda Náhuatl. Este hecho representó el primer intento de crear progresivo en el país.
Posteriormente, una segunda generación de grupos rockeros, los cuales provenían de las universidades y las escuelas de música, representó el más importante aporte al rock progresivo a través de su formación experimental. Junto con los grupos progresivos Chac Mool, Caja de Pandora, Iconoclasta, Nirgal Vallis, High Fidelity Orchestra, Banda Elástica, Delirium y otros, surgieron agrupaciones mucho más vanguardistas, tales como Decibel, Nazca, Vía Láctea y Aleación 0.720. Esta segunda camada de bandas progresivas creó composiciones híbridas o eclécticas que incluían sonidos propios del rock en oposición (RIO, subgénero del progresivo), la música prehispánica, la electrónica y la experimental. Esta segunda etapa del progresivo mexicano es considerada la más prolífica.
Una década después, surgen por primera vez músicos solistas del progresivo, todos ellos integrantes de grupos anteriores, como los casos de José Luis Fernández Ledesma (ex Nirgal Vallis), Jorge Reyes (ex Chac Mool), Arturo Meza (ex Decibel) y otros más. Para entonces, el nuevo escenario del rock progresivo se vio enormemente enriquecido. Enseguida, surgieron más grupos progresivos en diferentes partes del país, lo que permitió fortalecer aún más este género del rock, como Cast, de Baja California, o Toccata, de Guanajuato.
A partir del milenio que transcurre el día de hoy, el rock progresivo se ha visto más fortalecido y extendido. El hecho de que el festival de rock progresivo más importante en la actualidad sea el BajaProg (en Baja California) luego de haber desplazado al festival de Los Ángeles, no ha sido nada gratuito. Otro hecho contundente ha sido el gran reconocimiento que han obtenido diversos músicos y obras del progresivo mexicano, como los casos de José Luis Fernández Ledesma (su disco Sol Central ocupa el primer lugar en las listas de progarchives.com, o el único disco que grabó el grupo Nirgal Vallis, cuando era integrante de éste, está valorado como el segundo más importante en estas listas).
En la actualidad, México cuenta con una amplia diversidad de estilos del rock progresivo o, mejor dicho, distintos subgéneros. Algunos han optado por seguir las líneas de sinfónico progresivo, como Cast o Códice, en tanto que otros han incursionado dentro de los márgenes del rock en oposición (RIO), como Nazca o José Luis Fernández Ledesma.
Los grupos nacionales de este género que han destacado por su obra, su estilo, su aporte, su esplendor, en una palabra, por su creatividad progresiva son varios. Sólo como botones de muestra, serán citados algunos de ellos, con su obra representativa y el año de su edición: José Luis Fernández Ledesma, Sol central (2000); Nirgal Vallis, Y murió la tarde (1984); Códice, Alba y ocaso (1999); Ekos, Otra dimensión (2017); Nazca, Estación de sombra (1986); Cast, Originallis (2008); Sonus Umbra (antes Radio Silence), Winter Soulstice (2013); Decibel, El poeta del ruido (1978); Banda Elástica, Banda Elástica 2 (1986); Ágora, Regresa al vértigo (2011); Cabezas de Cera, Aleaciones aleatorias (2004); Delirium, Delirium, primer diálogo (1985); Toccata, Circe (2005); Iconoclasta, Adolescencia crónica (1989); Elfonía, Elfonía (2003), entre muchos más.
En esta ocasión, las muestras musicales no serán discos completos sino piezas sueltas, además de que serán canciones en las que participan voces femeninas, algunas veces como principal, otras a dúo y otras más como segunda voz.
Aura, primer single del grupo Elfonía incluido en su disco homónimo, con la voz encantadora de Marcela Bovio:
Danza cósmica, de la banda Toccata, incluida en su disco Circe, con otra voz femenina fantástica, la de Andrea Medina:
Lágrimas de hielo, de la agrupación Cast, pieza incluida en el disco Originallis, con las voces de Alberto Vidales y Guadalupe Acuña:
La de los acertijos, de José Luis Fernández Ledesma, composición incluida en el disco Sol Central, con la voz maravillosa de Margarita Botello:
Astralis, del grupo Ekos, incluida en el disco Otra dimensión, con las voces de Ana Camelo y Jesús Torres:
Si te los perdiste, aquí puedes leer los textos anteriores de esta serie de artículos:
Por Óscar Muñoz
En cuanto al rock progresivo en México, éste comenzó a ver la luz a finales de los años setenta, tiempo en el que el progresivo europeo comenzaba a sufrir su declive. Hay suficientes razones por las que este fenómeno sucedió de esta manera. Además de la satanización del rock por parte de las autoridades del país en los sesentas y setentas, sólo la clase media con recursos suficientes pudo adquirir música importada, lo cual permitió el origen, aunque tardío, del progresivo mexicano. Varios de los grupos musicales vanguardistas del país comenzaron a asimilar las técnicas del progresivo para crear rock en este género, y únicamente los que contaban con más recursos económicos empezaron a grabar discos.
Ciertamente las primeras creaciones mexicanas de este género resultaron muy similares a las piezas del progresivo europeo. Si bien algunos críticos consideran estas primeras muestras musicales como copias del rock progresivo internacional, algunas de ellas resultaron muy buenas piezas. Estas rolas progresivas se deben a los grupos que incorporaron ciertos destellos de progresivo en sus composiciones, como los Dug Dugs, el grupo Nuevo México o la banda Náhuatl. Este hecho representó el primer intento de crear progresivo en el país.
Posteriormente, una segunda generación de grupos rockeros, los cuales provenían de las universidades y las escuelas de música, representó el más importante aporte al rock progresivo a través de su formación experimental. Junto con los grupos progresivos Chac Mool, Caja de Pandora, Iconoclasta, Nirgal Vallis, High Fidelity Orchestra, Banda Elástica, Delirium y otros, surgieron agrupaciones mucho más vanguardistas, tales como Decibel, Nazca, Vía Láctea y Aleación 0.720. Esta segunda camada de bandas progresivas creó composiciones híbridas o eclécticas que incluían sonidos propios del rock en oposición (RIO, subgénero del progresivo), la música prehispánica, la electrónica y la experimental. Esta segunda etapa del progresivo mexicano es considerada la más prolífica.
Una década después, surgen por primera vez músicos solistas del progresivo, todos ellos integrantes de grupos anteriores, como los casos de José Luis Fernández Ledesma (ex Nirgal Vallis), Jorge Reyes (ex Chac Mool), Arturo Meza (ex Decibel) y otros más. Para entonces, el nuevo escenario del rock progresivo se vio enormemente enriquecido. Enseguida, surgieron más grupos progresivos en diferentes partes del país, lo que permitió fortalecer aún más este género del rock, como Cast, de Baja California, o Toccata, de Guanajuato.
A partir del milenio que transcurre el día de hoy, el rock progresivo se ha visto más fortalecido y extendido. El hecho de que el festival de rock progresivo más importante en la actualidad sea el BajaProg (en Baja California) luego de haber desplazado al festival de Los Ángeles, no ha sido nada gratuito. Otro hecho contundente ha sido el gran reconocimiento que han obtenido diversos músicos y obras del progresivo mexicano, como los casos de José Luis Fernández Ledesma (su disco Sol Central ocupa el primer lugar en las listas de progarchives.com, o el único disco que grabó el grupo Nirgal Vallis, cuando era integrante de éste, está valorado como el segundo más importante en estas listas).
En la actualidad, México cuenta con una amplia diversidad de estilos del rock progresivo o, mejor dicho, distintos subgéneros. Algunos han optado por seguir las líneas de sinfónico progresivo, como Cast o Códice, en tanto que otros han incursionado dentro de los márgenes del rock en oposición (RIO), como Nazca o José Luis Fernández Ledesma.
Los grupos nacionales de este género que han destacado por su obra, su estilo, su aporte, su esplendor, en una palabra, por su creatividad progresiva son varios. Sólo como botones de muestra, serán citados algunos de ellos, con su obra representativa y el año de su edición: José Luis Fernández Ledesma, Sol central (2000); Nirgal Vallis, Y murió la tarde (1984); Códice, Alba y ocaso (1999); Ekos, Otra dimensión (2017); Nazca, Estación de sombra (1986); Cast, Originallis (2008); Sonus Umbra (antes Radio Silence), Winter Soulstice (2013); Decibel, El poeta del ruido (1978); Banda Elástica, Banda Elástica 2 (1986); Ágora, Regresa al vértigo (2011); Cabezas de Cera, Aleaciones aleatorias (2004); Delirium, Delirium, primer diálogo (1985); Toccata, Circe (2005); Iconoclasta, Adolescencia crónica (1989); Elfonía, Elfonía (2003), entre muchos más.
En esta ocasión, las muestras musicales no serán discos completos sino piezas sueltas, además de que serán canciones en las que participan voces femeninas, algunas veces como principal, otras a dúo y otras más como segunda voz.
Aura, primer single del grupo Elfonía incluido en su disco homónimo, con la voz encantadora de Marcela Bovio:
Danza cósmica, de la banda Toccata, incluida en su disco Circe, con otra voz femenina fantástica, la de Andrea Medina:
Lágrimas de hielo, de la agrupación Cast, pieza incluida en el disco Originallis, con las voces de Alberto Vidales y Guadalupe Acuña:
La de los acertijos, de José Luis Fernández Ledesma, composición incluida en el disco Sol Central, con la voz maravillosa de Margarita Botello:
Astralis, del grupo Ekos, incluida en el disco Otra dimensión, con las voces de Ana Camelo y Jesús Torres:
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